Como sucedió en 2001, el plan de dolarizar la economía argentina vuelve a ofrecerse como solución a una crisis económica y social gestada por la misma usina de ideas que ofrece esa propuesta. Esta vez fue el ex viceministro de Economía del menemismo, Carlos Rodríguez, quien consideró que con un tipo de cambio a 40 pesos se podría aplicar la dolarización, la cual implica abandonar soberanía económica y resignar todos los instrumentos de política monetaria. “Dolarizar M2 a 30,1 son 76.000 millones de dólares. No estamos tan lejos. A 40,1 son solo 56.000 millones. Alcanza bien. Para pensar. Y la gente tiene muchísimo más en colchones que si hay confianza aparecerían a circular. Sin ajuste fiscal es un sueño”, fue el tuit del ex rector y fundador de la Universidad del CEMA. Más allá de la simplificación de la relación reservas y base monetaria establecida por el ex funcionario, la medida profundizaría los problemas al ceder instrumentos de regulación. Analistas coinciden en que la respuesta para que la moneda recupere credibilidad debe ser política.
En medio de las crisis económicas nunca faltan los planteos tecnocráticos que aportan más al problema que a la solución. Dentro del CEMA siempre hubo una línea crítica a los programas de metas de inflación como el que aplicaba Federico Sturzenegger, frente a lo cual su propuesta era ir a un esquema de tipo de cambio fijo, devaluaciones pre anunciadas (la conocida tablita) y la dolarización lisa y llana de la economía. No son los únicos que apuestan a una medida tan extrema y peligrosa e integran el Club de los Dolarizadores. Tampoco son nuevas sus recetas. Sin embargo, frente al desconcierto que muestra el equipo económico aprovechan para volver a la carga. “La idea está presente desde que Sturzengger estaba al frente del Banco Central. Por eso puso los animalitos en los billetes. Es parte de la decisión de ‘despolitizar’ la economía y la moneda”, señaló a PáginaI12 el ex director del BCRA, Pedro Biscay.
“Dolarizar una economía es una respuesta económica a un problema político aunque la solución en el fondo también es política. El problema político es que la moneda exhibe una enorme pérdida de confianza de la población sobre el rumbo político y económico y la solución la presentan como si fuese neutral”, detalla Biscay. Resalta que con esa medida se pierde soberanía no solamente en el sentido de “reivindicación” sino hasta la posibilidad “de hacer política monetaria, en tanto y en cuanto es una dimensión para pensar el financiamiento de la actividad de un país o los mecanismos macro prudenciales para evitar las crisis sistémicas”, agregó el abogado.
Sectores financieros presionan por dolarizar la economía. Con una fuga de divisas que se espiraliza, tasas de interés en niveles pre-default y un nivel de deuda inmanejable, los especuladores ven en la dolarización de la economía la única forma de asegurar sus ganancias. “Si vos dolarizas la economía desaparece el riesgo cambiario, pero el país se queda sin instrumento para regular el ciclo económico y nada garantiza que sin una moneda no vaya a haber más déficit externo. Y encima no lo se puede financiar. Recordemos los noventa. La convertibilidad fue un tipo fijo con efectos similares a una dolarización”, afirmó a este diario el ex presidente del BCRA, Alejandro Vanoli.
A diferencia de la convertibilidad, la salida de una dolarización de la economía es muchísimo más difícil y traumática. Los casos actuales más cercanos y conocidos son Ecuador, quien no puede salir de esa trampa económica, y Grecia. “Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia, tenía un plan para sacar a su país del euro, pero las presiones del bloque comunitario le impidieron esa salida. Por eso su crisis permanente. Por eso también Estados Unidos (que tiene todas sus herramientas de política económica disponibles) salió más rápido de la crisis que los europeos”, dijo Vanoli. El ex banquero central y titular de la consultora CinFin insistió en que la solución “no es quitar instrumentos sino atacar las causas: apertura importadora y fuga de capitales. Justamente, el problema es que el FMI no te deja intervenir”.
“Hay una economía enferma que no produce dólares y no los atrae y los países que mejor afrontan las crisis son los que tienen todos los instrumentos. Si dolarizas no controlas la tasa de interés ni regulas el tipo de cambio, el cual queda fijado a la productividad del país emisor. ¿Y qué tiene que ver la productividad de Estados Unidos con la de la Argentina?”, concluyó el ex funcionario. “La solución es errónea porque el diagnóstico es equivocado. Es un problema político y la respuesta no puede ser tecnocrática”, coincidió Biscay.