La industria ceramista atraviesa una crisis que amenaza a varios de sus jugadores, y que empieza a poner en riesgo la fuente laboral que en la provincia de Santa Fe emplea a 400 trabajadores. La mitad de las fábricas vienen funcionando con suspensiones rotativas de personal, síntoma de lo que le pasa a una rama encadenada a otras que también viven su crisis, como la construcción y la metalurgia. Las ventas se derrumbaron: el mercado interno se desinfló por el estancamiento de la obra pública y de la construcción en el ámbito privado. En tanto, la apertura de importaciones también aquí ha sido un golpe de knock out, con fuertes penetraciones de pisos y porcelanas desde India, China, Brasil y Bangladesh. "La preocupación es terrible, las playas en las fábricas se llenan de ladrillos sin vender y los empresarios están dando vacaciones forzosas, refinanciándose para pagar sueldos. A este ritmo, nuestro trabajo está en riesgo", advirtió el secretario adjunto del Sindicato Obrero de Cerámica, Porcelana y Azulejo (Socpa), Juan Domingo Moreyra.
Las empresas que fabrican ladrillos cerámicos se frenaron por el parate de la construcción, pública y privada; las que trabajan el rubro de pisos y revestimientos perdieron mercado ante la apertura de la importación; a las fábricas de ladrillos refractarios también se le cayeron sus ventas debido a la crisis de sus principales clientes, las empresas siderúrgicas y metalúrgicas. Para colmo, el temporal de la semana pasada fungió como tiro de gracia al menos para dos pymes de Arroyo Seco, que se inundaron y tuvieron que paralizar la producción y licenciar a sus 45 empleados.
La crisis ceramista impacta a nivel nacional. Por caso, en San Luis hay 150 obreros de Cerámica San Lorenzo pugnando por evitar el cierre de la fábrica. En la jurisdicción del sindicato con sede en Capitán Bermúdez hay siete fábricas del ramo, aglutinadas entre Rosario, Arroyo Seco, Fighiera y San Nicolás. Emplean a 400 personas que en los últimos meses entraron en un proceso de suspensiones periódicas y rotativas. "Advertimos que es la antesala de problemas mayores, de despidos", se sinceró el dirigente ceramista.
Distintas mediciones fijaron para el año que pasó una caída de entre 15 y 20 por ciento en la construcción, y eso repercutió en todas las industrias que la abastecen. Dijo Moreyra: "La obra pública nunca arrancó a pesar de las promesas, y en la economía privada la gente tiene miedo a ponerse en gastos de construir en esta incertidumbre. Por lo tanto, esa actividad se paró, las fábricas de ladrillos cerámicos se llenaron sus playas de stock sin vender". Este es el caso de la firma Cerámica Rosario (ex Alberdi).
El otro rubro ceramista es el que fabrica pisos y revestimientos, afectado desde el año pasado por las importaciones de manufacturas desde India y Brasil, y también Bangladesh.
Moreyra citó el caso de una pyme de San Nicolás, fabricante de ladrillos refractarios para los hornos de fundición. Por el achique de las acerías locales y de las metalmecánicas, su ventas se estancaron y sus 82 obreros vacilan acerca de su futuro.
El exponente de la rama blanca (porcelanas y lozas) en Santa Fe está en Capitán Bermúdez. Faiart Argentina SA (Verbano) también acusa el golpe de un mercado interno deprimido. "En el último año cerraron 1.200 restaurantes en el país. Entonces Verbano no le vende un plato a nadie", resumió el ceramista en alusión al negocio gastronómico como el principal cliente de esta industria bermudence en la que trabajan 120 personas. "Y si además aumentan los impuestos, los servicios, y le abren la importación, ya sabemos cómo terminará eso", se alarmó.
El dirigente del Socpa aseguró que "hay empresas que toman créditos para pagar sueldos". Consultado sobre el argumento patronal del alto costo de la mano de obra local contra la competencia importada, Moreyra desestimó: "Nuestro salario básico es de 20.600 pesos, pero la verdad es que contra la mano de obra esclava de China, donde fabrican ceniceros hasta en la cárcel, nadie puede competir si el gobierno no protege la industria local". El gremio ceramista logró en paritaria un aumento del 37% el año pasado. "Y así y todo quedamos abajo de la inflación, que es la madre del problema. Lo que nadie se anima a discutir y pelear realmente es si queremos ser un país industrial o de servicios", finalizó.