En los setenta, en la soledad de un calabozo sin libros, se preguntó qué es el hombre, contó José “Pepe” Mujica. Cuando salió en libertad en 1985 al final de la dictadura uruguaya leyó textos de antropología y filosofía y esa pregunta le siguió rondando, dijo en una reunión con políticos y académicos este fin de semana en Buenos Aires. Hoy el ex presidente uruguayo, con sus 83 años y larga militancia, señala categórico que el hombre es un animal político, destacando la afirmación aristotélica. “El hombre no puede renunciar a la política porque no puede renunciar a su carácter social”, afirmó quien fuera jefe de gobierno, ministro de Ganadería y legislador por la coalición de centro-izquierda Frente Amplio.
Pero hasta los animales políticos necesitan descansar. Mujica renunció e ayer al cargo de senador que ocupa desde 2015, con mandato hasta el 2020. Una decisión que ya había trascendido. “Hago un alto. Voy a seguir combatiendo en el campo de las ideas y desde la solidaridad”, dijo en la entrevista con PáginaI12 durante su visita al país.
En una carta que le envió a la vicepresidenta de Uruguay y presidenta del Senado, Lucía Topolansky, dijo textualmente sobre su dimisión: “los motivos son personales, diría cansancio de largo viaje”. Un viaje que comparte con Topolansky desde que eran jóvenes guerrilleros tupamaros. Aprovechó la misiva para pedir “disculpas sinceras” si en alguna ocasión “hirió en lo personal” a algún compañero. El ex ministro Andrés Berterreche quedó como su reemplazo en el Congreso. A partir de ahora Mujica tendrá más tiempo para leer, una de sus actividades preferidas. Actualmente está leyendo Homo Deus, del autor israelí Yuval Noah Harari.
–El año próximo habrá elecciones en Uruguay, ¿piensa ser candidato a la presidencia?
–No. Lo descarté.
–¿Y podría postularse para una banca en Diputados?
–No sé, falta mucho...
–En Argentina el Senado rechazó días atrás el proyecto de legalización del aborto. Nos hubiéramos visto en el espejo de Uruguay, que en 2012 aprobó esa legislación, cuando usted era presidente.
–De todas maneras se logró una votación alta, pudieron aprobarlo en Diputados; lo que habla de que el pueblo argentino va incidiendo, y van habiendo cambios lentos. No creo que sea una derrota. Es cuestión de tiempo, pero se va a lograr el objetivo.
–El diario El País de Madrid señaló en un artículo que aumentó la violencia vinculada al narcotráfico en Uruguay desde la legalización de la marihuana. ¿Es así?
–La violencia viene aumentando, pero no se puede vincular a la legalización. El problema son las disputas que existen en las bocas de venta entre las distintas urbanizaciones que se dedican al tráfico de drogas. Desde luego, es posible que se estén disputando el mercado más férreamente que antes, pero creo es parte del problema que debemos solucionar. Yo ya dije lo que pienso: hay barreras culturales, pero la única manera de vencer el narcotráfico es rompiéndole el mercado.
–¿Le preocupa la situación económica en Argentina?
–Sí, nos preocupa enormemente. Si Argentina se resfría, nosotros nos engripamos.
–Argentina está engripada. Se dispara el dólar, sube la inflación, y se le debe al FMI…
–Nos asusta porque ese problema lo vimos más de una vez en Argentina y ya tenemos una idea cómo termina, en nada bueno. Ojalá que nos equivoquemos y que el pueblo argentino tenga una salida. Ojalá que esa historia no se repita.
– En Brasil no sólo se aplican reformas neoliberales, también está vulnerada la democracia tras el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff.
–La democracia está muy limitada, está enjaulada con un montón de barrotes que son líos constitucionales y del derecho. Está presa la democracia. Y está presa porque el derecho por más que se quiera no está ausente de las clases sociales y de los grandes dilemas de la sociedad donde se inscribe. Cuando escribimos una ley no nos damos cuenta o no medimos que los que aplican la ley son seres humanos. Entonces pasa como con el cuchillo: si se maneja del mango es una cosa, y si se maneja de la hoja, es otra. Las leyes manejadas con una óptica de clase social, con una visión extremadamente conservadora, van a seguir un camino contra las reformas populares, contra la distribución del ingreso; siempre a favor de la gran propiedad.
–Usted visitó a Lula en al cárcel. Es el candidato favorito, pero podría no poder postularse para octubre. ¿Confía en que cambie su situación?
–No. No confío en nada después de todas las barbaridades que hicieron.
–Raúl Sendic, que renunció a la vicepresidencia de Uruguay el año pasado acusado de usar la tarjeta de Ancap para gastos personales, cree que hay un plan de desacreditación de los líderes progresistas de la región. ¿Coincide?
–Parece una metodología pensada. Lo que hicieron con Sendic fue una especie de linchamiento. En realidad, la justicia nunca le encontró nada relevante, en todo caso, una compra de una ropa insignificante. Lo que quiero separar y poner en claro que nosotros no tenemos que esperar que el imperialismo nos de confites o que la derecha nos aplauda. Los errores que podemos cometer son llagas que nos van a cobrar intensamente, exageradamente.
–¿Cómo analiza el atentado contra Nicolás Maduro?
–La verdad es que no puedo hablar porque lo único que sé es lo que me entero por los diarios ...y usted sabe que no es muy confiable.
–Usted le envió una carta a Andrés Manuel López Obrador, ¿qué expectativa le genera el futuro gobierno mexicano en un contexto donde prevalecen los gobiernos de derecha?
–Es un desafío tremendo, para México y para toda América. El triunfo de López Obrador es la reacción de una sociedad harta. A la integración hay que construirla. Hay que pelear la integración con lo que hay: es un debe que tenemos como izquierda.