La apertura importadora no generó mayores resistencias. Tampoco la caída en la demanda interna. La escalada en el costo de financiamiento que acompañó a la corrida cambiaria brilló por su ausencia. No hubo defensa corporativa para los directivos de las firmas involucradas en el escándalo de los cuadernos Gloria. Ni siquiera los cierres de fábricas y la destrucción de más de 80 mil empleos encendieron señales de alarma. La reacción de la Unión Industrial Argentina llegó frente a la reducción anunciada en los reintegros a las exportaciones. “Tendrá consecuencias negativas para las industrias y las economías regionales”, sostiene el comunicado emitido ayer por la central fabril. 

Los lamentos de la UIA fueron reforzados por su presidente, Miguel Acevedo: “Esto es un misil contra el valor agregado. Son medidas antinaturales”, expresó el empresario de Aceitera General Deheza, cuya firma también se verá afectada con la suspensión por 6 meses en la rebaja de las retenciones para aceites y harinas. En una entrevista con La Nación, Acevedo apuntó contra el ministro de Producción, Dante Sica, al señalar que “había asegurado más de una vez que no iba a haber baja de reintegros y que hablaba por todo el gabinete. Se ve que no los conoce bien aún”.

La actividad industrial cayó un 8,1 por ciento en junio frente al mismo mes el año pasado. Fue el peor resultado mensual desde julio de 2002, en plena crisis de salida de la convertibilidad. Con excepción de la industria siderúrgica, todos los segmentos de la manufactura registraron caídas interanuales. En el primer semestre, la industria argentina se mantuvo en terreno positivo, aunque con un alza del 1 por ciento.

“En pos de cumplir con metas fiscales, Argentina posterga el objetivo de convertirse en el supermercado del mundo mediante la agregación de valor y la exportación de trabajo y conocimiento”, sostiene el comunicado de la UIA. El lamento difundido por la central industrial expresa que “el resultado de este proceso es la profundización de las dificultades existentes para diversificar el abanico de productos exportados, afectando las decisiones de inversión del sector privado y la generación de más y mejores puestos de trabajo”. La UIA reclama “reglas de juego claras, previsibles y estables en el tiempo”.