La ilusión de ver jugar de igual a igual a Boca frente al Barcelona en el Camp Nou duró poco menos de quince minutos. En ese lapso, los xeneizes consiguieron una seguidilla de avances más o menos peligrosos, sobre todo cuando el colombiano Villa le imprimía velocidad y claridad a los contraataques y Abila luchaba con los centrales locales para aguantar la pelota y descargarla. Mientras, los catalanes parecían tomar medidas, planificar lo que finalmente ocurrió.
Cuando el dominio del Barcelona llegó, a Boca no le quedó mejor alternativa que juntar sus líneas para contrarrestar lo que le proponían Messi y compañía. Así Andrada contuvo un potente remate de Coutinho a los 16, pero un minuto más tarde no tuvo respuesta ante un zurdazo cruzado de Malcom, que le había ganado la posición a Buffarini.
Boca sintió el golpe y tardó en reaccionar, más allá de algunos buenos intentos por la derecha de Villa, que se imponía en velocidad frente a la marca de Miranda. Con Barcelona controlando la pelota y moviéndola en campo rival, a Boca se le redujeron dramáticamente las chances de empatarlo. Sin embargo, contó con una buena oportunidad en una jugada de tiro de esquina, en la que Goltz cabeceó flojo por el segundo palo y también por arriba, probó suerte Izquierdoz.
Barcelona seguía apostando a su juego de toque y aceleración, y así fue que Messi, a los 38, logró estirar la ventaja. Otra vez tuvo que ver en eso Buffarini, quien al intentar cortar el pase hacia afuera del capitán del Barça, terminó devolviéndole una pared para que éste definiera picando la pelota sobre el arquero.
Por amor propio más que por ideas claras, Boca consiguió otra dos chances para intentar el descuento. A los 45, Villa tuvo un mano a mano con Ter Stegen y su remate cruzado se estrelló contra el palo; y en el rebote Nández metió un potente remate frontal que fue despejado casi en la línea por un defensor del equipo catalán.
Valverde cambió más de medio equipo para la segunda parte –el amistoso permitía hasta 11 por equipo–, y en ese éxodo Messi y el chileno Vidal dejaron la cancha. Por su parte, el mellizo Guillermo mandó a la cancha a Pavón, Zárate y Pablo Pérez, y aunque éstos le aportaron un poco de vértigo a los primeros minutos del complementario, Barcelona no tardó en volver a controlar el trámite. Tras otra tanda de ingresos, a los 65 minutos, el uruguayo Suárez tocó de primera para Rafinha que mano a mano frente a Andrada, le tiró primero un sombrero y después volvió a tocar la pelota para asegurar y darle más brillo a su definición.
Si Boca siguió acercándose al arco, custodiado en la segunda parte por Cillessen, fue más por amor propio que por claridad ofensiva. Eso sí, cada vez que conseguía adelantarse en el campo de juego se exponía a los contraataques de Barcelona, que parecía no relajarse con la ventaja y buscaba el cuarto, sobre todo por el lado de Suárez. Andrada lo evitó sobre el final, cuando con una volada espectacular sacó al córner un cabezazo de Vermaelen que se le metía en el ángulo, cuando al partido le faltaban cinco minutos de juego. Boca aguantó agazapado hasta el final y recién respiró cuando el árbitro pitó el final del encuentro, que había arrancado como un lindo sueño y convertido con el correr de los minutos en pesadilla.