“Comprendimos que, como todos, somos lo que hacemos”, reza una de las primeras líneas del texto que eligieron desde el colectivo El Gato y la Caja (EGLC) para presentarse en sociedad. “Tres años y tres libros llevamos intentado definir qué somos y qué hacemos. En algún punto, entendimos que las definiciones no iban a ser ni verdaderas ni falsas, sino que, a lo sumo, iban a ser transitoriamente útiles o inútiles”, expresan.

La premisa de EGLC es investigar, diseñar y finalmente comunicar, compartir el conocimiento. La propuesta es contagiar la forma científica de ver el mundo. En diálogo con Universidad, Facundo Álvarez, uno de los creadores de la iniciativa, comparte su mirada sobre el rol de la ciencia como motor del desarrollo y explica por qué se proponen fomentar la forma científica de ver el mundo y “popularizarla para que se filtre en el cotidiano de cada persona”. 

¿En qué consiste el El Gato y La Caja? ¿Cómo nace la idea? ¿De dónde surge el nombre? 

Somos un colectivo de personas que, a través de la comunicación, la investigación y el diseño, se propone contagiar la forma científica de ver el mundo y la toma de decisiones basadas en evidencia a la mayor cantidad de personas posible. Para esto, producimos contenidos que compartimos a través de diferentes medios digitales y físicos, generamos conocimiento mediante experimentos y publicaciones académicas, y diseñamos experiencias y objetos para materializar esos contenidos con el objetivo de transformar el entorno.

El proyecto surge de la necesidad -o la urgencia- de que haya cada vez más ciencia en más lugares. Arrancamos en 2014 de la nada con una cuenta de Twitter, el medio que teníamos a mano y que mejor entendíamos en ese momento. Luego escaló a otras redes sociales y después a un sitio web que al principio sólo contaba con la participación de quienes habíamos empezado el proyecto, pero rápidamente se fueron sumando cada vez más colaboradores. Hoy somos un equipo mucho más grande, el proyecto llega a cientos de miles de personas todas las semanas a través de redes sociales, y ya pasaron más de un millón y medio por el sitio web desde que empezamos, lo cual es una locura que jamás imaginamos. 

¿Cuáles son sus objetivos y por qué les parece importante popularizar la ciencia?

Nosotros entendemos la comunicación pública de la ciencia como un acto político, en términos de procurar ser ciudadanos más autónomos, críticos, reflexivos y libres. El objetivo es tratar de ofrecerle a la mayor cantidad posible de personas una forma crítica de construir la toma de decisiones personales, permitiendo así un ejercicio mucho más profundo de la democracia. 

La ciencia es una herramienta indispensable para el desarrollo de las personas y las sociedades. Una sociedad que valora y fomenta la ciencia es entonces, por un lado, una sociedad de personas curiosas y motivadas por comprender y ampliar su experiencia del Universo. Por otro lado, es una sociedad con mayores posibilidades de desarrollarse y competir económicamente, de mejorar la vida de los ciudadanos buscando resolver problemas de manera efectiva, tanto a través de tecnologías como del desarrollo de políticas públicas basadas en evidencia. Una sociedad más científica es, en definitiva, una sociedad más plena, más próspera, más justa y más libre.

¿En qué ámbitos creen que hace falta hoy más ciencia?

Sin dudas, necesitamos más ciencia en las discusiones y prácticas políticas, en los lugares de toma de decisiones que afectan a toda la sociedad, porque hace que cualquier determinación sea más transparente. Si estamos de acuerdo con los datos y en cómo vamos a abordar la realidad, podemos construir argumentos y observarlos con cuidado. Si no, corremos el riesgo de caer en un espacio de posverdad, donde cada grupo, cada tribu, genera realidades y narrativas paralelas que no se cruzan, y termina valiendo más cómo se acomoda la evidencia a la postura de las personas, que a cómo la evidencia logra formar esas posturas. Es poner el carro adelante del caballo. 

La ciencia nos permite marcar la cancha y encontrar reglas claras a la hora de discutir y tomar decisiones. Es la mejor vacuna que tenemos contra la ola de posverdad que estamos viviendo. En septiembre vamos a largar un libro en el que venimos trabajando desde hace un año y con el cual intentamos entender este problema y buscar soluciones urgentes, una suerte de guía de supervivencia en tiempos de posverdad para que podamos salir de este esquema de tribus y cámaras de eco, y empecemos a charlar y pensar con otros, sobre todo con quienes piensan distinto. 

¿Cuál es su vínculo con la investigación científica? ¿Dónde surge la idea de Ciencia Colectiva?

El tiempo, el crecimiento y desarrollo de una comunidad genuinamente interesada en hablar sobre ciencia y entender los procesos de generación de conocimiento fueron dando paso a nuevas posibilidades. Un día nos preguntamos qué pasa si esa comunidad se vuelve cada vez más parte del proceso, ya no sólo de conversar sobre ciencia, sino de hacerla. Así fue tomando forma la voluntad de hacer ciencia colectiva, de invitar a las personas a participar de experimentos con una idea fundamental: ser parte de la construcción de un pedacito de conocimiento. De esta manera, un experimento llevó al siguiente, una colaboración a la próxima y así nació Labs, nuestro laboratorio de investigación.

La doble naturaleza de Labs como herramienta y como comunidad permite a los investigadores diseñar experimentos y refinarlos gracias al feedback de los usuarios, y a los usuarios convertirse en sujetos activos de la investigación al ser informados tanto de los resultados como del análisis que se desprende de ellos. Esta es, en definitiva, una forma más de conectar la academia con la sociedad.