Frente a Milo hay una torta de su cumpleaños con cinco velitas encendidas y una promesa de su padre: “Si lográs apagar todas te compraré lo que quieras en la juguetería”. Así comienza la historia de Kari Tinnen y Mari Kanstad Johnsen, las autoras noruegas de Milo & Barbie (Niño Editor), el libro infantil ilustrado que se propone retratar la relación de un niño de cinco años con su padre a partir de la aventura de ir a una juguetería, donde ambos se enfrentarán poniendo al desnudo los deseos mutuos. 

Nada como este libro puede ser tan crítico en el contexto del Día del Niño, época de doble turno en las jugueterías, donde los padres y las madres se debaten por regalos ideales en medio de una industria del juguete que, en general y muy en particular, sigue siendo sexista y retrógrada a niveles insoportables, con la estricta disciplina de los roles de género inscripta en cada uno de los productos. De hecho, cada juguetería tiene sectores para separar los juguetes para niñas de los para niños, para sobreexplicitar el sexismo ya implicado en la fabricación en cadena de cada artículo. Por más sexismo que exista en la industria del juguete, el deseo de cualquier niño o niña puede torcer el destino lineal que se espera. Un niño quiere una muñeca arquetípica diseñada para niñas. Un solo y simple deseo hace fracasar toda la ingeniería de la mercadotecnia empeñada en estigmatizar lo femenino o lo masculino en juguetes obvios.

“Una caja rosa, con letras rosas y un corazón rosa” es lo que quiere Milo, dentro de la cual hay una Barbie con tiara y pollera acampanada. Quiere la muñeca creada por Ruth Handler para su hija Bárbara hace casi 60 años, que ya es parte de una industria pop sexista asimilada, pero que también generó una cultura camp alrededor que neutraliza su poder de tótem modélico para las infancias. Milo desea una Barbie pero su padre avergonzado le ofrece que, en cambio, lleve una pistola de juguete, infringiendo la promesa de acceder a comprar lo que el niño quiera. La violencia simbólica de la traición del padre se vuelve violencia física: aparece en la juguetería un compañero de colegio que hace bullying a Milo. Y ahí las autoras hacen un comentario sobre la complicidad del padre con el niño homofóbico, lo que implica decir que algunas formas de bullying como acoso escolar coinciden con el acoso familiar. Milo está solo, no hay posibilidad de asociación que lo proteja de su deseo, no encuentra refugio más allá de esconderse en una casa de muñecas. Pero el libro no es pesimista, porque el niño finalmente aprende a invertir el signo de violencia que amenaza el desarrollo de su personalidad.

Barbie & Milo narra el deseo infantil desviado de parámetros culturales hegemónicos, y ese es un tipo de relato bastante transitado en las representaciones de la niñez diversa, de un didactismo un poco permido en literatura infantil pero también en cine, donde se focaliza en la pasión de los niños por lo femenino y de las niñas por lo masculino, en historias de dos mamás o de familias disidentes, en aventuras de príncipes que no lo son, en cuentos de hadas con apenas un clisé heterosexista menos y un clisé diverso más. 

Sin embargo, este libro de Kari Tinnen y Mari Kanstad Johnsen tiene una elasticidad plástica y una serie de detalles de resolución argumental que le dan un espesor particular. En primer lugar, las páginas dibujadas por Mari Kanstad Johnsen casi nada tienen que ver con la estética Barbie, y si bien la gráfica es empática con el deseo de Milo, hay un universo múltiple y bastante libérrimo en la manera de componer cada secuencia visual. La irregularidad en la línea, la aspereza en las texturas de color, las perspectivas aberrantes, las manchas y otras posibilidades plásticas se van encimando para dar una amplia dimensión al mundo de Milo, donde dibujar es la misma performance del juego que no tiene reglas fíjas. En esa forma estética de jugar, hay un final feliz sin una clausura de la identidad. Porque no se puede concluir que este es un cuento de un niño gay o de una niña trans, ni tampoco de una persona bisexual, no binarie, crossdresser, fetichista o hétero. La orientación sexual o la identidad de género de Milo nunca está medida, perimetrada, diagnosticada, determinada. Porque identidad y orientación no son nunca el problema. El título original del libro (Nils-Barbie & Pistol-Problemet) habla del “problema de la pistola”, dejando en claro que el conflicto de la historia no es el deseo del niño de una Barbie sino el deseo de su padre de imponer el arma de juguete. Ese desplazamiento del conflicto con que se desarrolla el relato es una de las originalidades del libro, su literal estrategia de desarmar al patriarcado, y es una lástima que no haya sido traducido al español, la única crítica que se puede hacer a la excelente edición local.

En la página más parecida a una epifanía, la que materializa el éxtasis de la fantasía, se lee: “Milo mete su cabeza entre la ropa de Barbie. Y entre los vestidos de fiesta, coronas y pequeñísimos zapatos de color rosa, hace una pirueta perfecta.” Y los dibujos trazan a Milo con una aura de vestuarios de Barbie, como envuelto por serpentinas de pies a cabeza, mientras hace un clásico paso de ballet. Es la imagen más ensoñadora de abrir la puerta del closet para ir a jugar.