Liliana Herrera tenía 22 años y dos hijas. Vivía en el paraje de Las Lomitas, a solo 50 kilómetros de la Capital y a solo 7 kilómetros del Hospital de Loreto, en una casa de adobe con techo de paja. Murió el domingo 5 de agosto. El viernes 3 era el cumpleaños de su papá. Ella festejó hasta donde pudo. Estaba muerta de dolor, le pidió a su sobrina que buscara una ambulancia. Su hermana, Mirna, de 31 años, ya había fallecido por la clandestinidad del aborto, según relató Mariana Carbajal en la nota “Otra muerte evitable”, de Páginal12. “A Liliana le retacearon la atención porque estaba dedicada a un acto político y, cuando llegó al hospital, la dejaron toda una noche sin atender hasta que le practicaron la histerectomía”, cuenta una allegada a la familia. Liliana falleció en el Hospital Regional de Santiago del Estero.
El Movimiento de Mujeres de Santiago Del Estero fue a solidarizarse con la familia. Y se encontró con la policía en la puerta de la casa familiar. Se llevaron yuyos y un teléfono. No tenían orden del juez. Pero sí generaban miedo y silencio. “Liliana tiene una sobrina que es la hija de una hermana mayor que también murió por la clandestinidad, a la que le pide que le busque una ambulancia porque estaba descompuesta. Ella va a buscar a la ambulancia y le dicen que no podían moverla porque había un acto político”, cuentan desde el Movimiento de Mujeres en Santiago del Estero. Ellas hablan, pero con el temor a nombrar lo que no se quiere decir.
Desde el oficialismo se intentó desmentir (como se minimizan las estadísticas oficiales) que su muerte fuese por un aborto. “La paciente, posterior a la evacuación uterina, presenta evolución tórpida con hemorragias en napas y signos de sepsis, que es tratada en quirófano y luego transferida a la Unidad de Terapia Intensiva que irremediablemente deja de existir producto de su gravedad a las 21:45 del 4 de agosto, en la Unidad de Terapia Intensiva”, expresa un comunicado del Ministerio de Salud de la Provincia de Santiago del Estero que quiere despegarse de la responsabilidad política.
“La muerte de Liliana quedó impune, como que no fue muerte por aborto. Da mucha impotencia pero vamos a seguir luchando hasta que el aborto sea ley”, dicen desde el movimiento de mujeres haciendo del colectivo una forma de nombrarse y de no dejar que la tierra tape la clandestinidad.