Hace meses que las pibas lo piden en las librerías. Fue uno de los más vendidos durante semanas y sigue circulando de mano en mano, típico libro marcado y pasado entre amigas. Por su potencia narrativa, por el lenguaje en el que aborda el abuso en primera persona y esa finísima cornisa en la cual se camina cuando se cuenta la violencia intrafamiliar, Belén López Peiró narra los abusos sexuales de su tío, y lo hace al mismo tiempo que fabrica las herramientas para sobrevivir a ese abuso. Por qué volvías cada verano (Madreselva) es una no-ficción pero también es una declaración de principios y una flecha que se lanza al mundo con la fuerza de una postura política que no tiene otra marca que la del feminismo. “El de Belén se pide y se lee en la librería” dice Carolina Silbergleit, dueña de Mandrágora, que tiene un catálogo atravesado por una mirada feminista. “Les niñes que eligen por su cuenta se sienten muy atraídes por las historias diversas y me sorprende mucho porque eligen cosas que nosotres nos imaginamos para grandes. Pensando en la literatura feminista está empezando a pasar que no solo hay una bajada de línea en lo que se escribe o en lo que se publica sino en cómo se cuenta, cómo se ilustra, cómo se titula. Y no solo las nenas piden este tipo de literatura sino también los nenes o los chicos más grandes, adolescentes o pibes de 10, 12 años que también están abriendo sus cabezas y construyendo masculinidades con otra impronta”. En este sentido, la colección que viene construyendo Chirimbote con sus “Libros para infancias libres” es paradigmática de un fenómeno que crece como la marea verde que colmó la plaza de pañuelos el pasado 8A. Lara Fleites Fink tiene 23 años y junto a su mamá Nadia llevan adelante Chirimbote, que ya tienen hitos como las Antiprincesas (Evita, Violeta Parra, Alfonsina Stroni, entre otras diosas) o Libertarias. Mujeres que dejan huella. “La colección Antiprincesas surgió en 2015 charlando sobre las diferentes figuras que tienen las niñas y adolescentes como para poder pensarse de grandes, cuáles son los modelos, qué pueden y qué no hacer según los cuentos y películas que circulan masivamente. Empezamos a investigar y pronto nos empezaron a mandar material de todo Latinoamérica, de sus antiprincesas invisibilizadas por la historia. Se lee mucho en colegios, y hay gente grande que también se la compra: ha circulado mucho, no es solo infantil y no se usa para una sola cosa, es una herramienta que cada persona la usa como quiere, y ese era uno de los objetivos, no solo un librito que se regala en un cumple. Así fuimos creciendo y este año nació Feminismo para jóvenas” cuenta. En esta nueva publicación de Chirimbote, más de treinta autoras escriben: organizaciones estudiantiles, adolescentas y varones que rompen con la masculinidad hegemónica. Son 224 páginas, compiladas por Laura Rosso y Nadia Fink, que profundizan con el latido militante que todavía se escucha en las calles, temas como la sororidad, el patriarcado, la despenalización del aborto, los cuerpos diversos, las adolescencias trans, el fútbol, el amor y el sexo, entre otros. “Son muchos textos escritos por personas muy diferentes: teníamos pensado cerrarlo a mediados de abril, pero entre los viajes y las personas que íbamos conociendo se iban agregando capítulos. Hasta que llegó el 13 de junio y sumamos otras voces de pibas que hablaron de aborto y de la lucha colectiva. Es un libro a muchas manos” explica Lara, quien escribió sobre acoso callejero. “El acoso bloquea, te hace sentir una persona pequeñita a la que están por aplastar hasta que llega alguien que te agarra la mano y te levanta, te hace grande de nuevo, te hace sentir que no estás sola” escribió en “Las cosas por su nombre”. La dirigenta estudiantil Ofelia Fernández, escribió en “Lxs hijxs del feminismo”: “Conocí al feminismo hace un par de años pero lo necesito desde el primer día de mi vida” y esa frase puede ser una punta de lanza que articulan los textos y los disparan hacia otras lecturas que están circulando, como Lecturas feministas de Gabriela Borrelli Azara, Me enamoré de una vegetariana de Patricia Kolesnicov, Crianzas de Susy Shock, Mi primer libro rojo de Violeta del Río, Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo de Chimamanda Ngozi Adichie o Como una película en pausa de Melina Pogorelsky.
Para Lulu Kirschenbaum, de Editorial Limonero, es fundamental narrar otras formas de amor que las tradicionales. “De nuestro catálogo, Santa Fruta es una historia alucinante de una amistad entre un gato y un cactus, y el gato es una especie de inadaptado social, no es el gato mullido y abrazable sino que él desea otra cosa, sigue adelante con su deseo y termina cumpliéndolo. 13 palabras es una historia que habla de la angustia existencial de una pájara, y digo angustia existencial porque es inespecífica pero la quiere combatir comiendo tortas y pintando escaleras pero no lo logra, aun cuando sus amigues arman una cadena de solidaridad para ayudarla. Todes terminan comiendo torta pero finalmente la pájara sigue estando triste. En Bigudí también hay un personaje femenino absolutamente autónomo (en el sentido de que no tiene una familia tradicional y no tiene que explicar por qué. ¡Y tiene dinero!) que tiene tanto amor por su perro y por su comunidad que creo que abre cabezas. Para mí, de eso se trata la literatura que puede ser también consumida por niñes. Que no sea estereotipada”.