Impronta de barrio

Pablo Mehanna

En Villa Urquiza se está armando un coqueto polo gastronómico, que sumó a Cigalo Café, un lugar ideal para aquellos que ya no se conforman con una infusión quemada. Creación de Santiago Caules, chef que pasó por las cocinas de La Bourgogne y el del Four Seasons Buenos Aires, Cigalo presta especial cuidado a la propuesta de pastelería, con budines como el de chocolate húmedo con oliva, los cinnamon rolls y unas madelaines ($15, hechas con la pasta que sobra de la leche de almendras) que son sencillamente deliciosas. Para espressos y filtrados (desde $50), eligieron café de El Salvador y de dos regiones de Etiopía (proveídos por Café Registrado); también cuentan con un single origin propio cuyas características están detalladas en la pizarra. Vale la pena pedir un macchiato doble bien servido ($75), un flat white (que además puede pedirse con leches vegetales) y, para los días de calor, cafés en versión fría, tanto cold brew ($75) como nitro brew ($85, con nitrógeno). 

En Cigalo también se puede almorzar: los sandwiches salen en pan de masamadre, como el veggie (pesto, brie y gouda, a $135) o el de pastrón con cebolla caramelizada, cole slaw, pickles y reducción de ternera ($145). En invierno, todas las semanas ofrecen una sopa distinta ($120), que se puede acompañar con una limonada o un exprimido de fruta ($70). Para quienes elijan desayunar salado, también hay una rica avocado toast ($ 120),  medialunas de jamón y queso ($90) y tostadas de pan de masamadre (a $85). El yogurt natural, que viene con granola, fruta y mermelada ($95), es una delicia.

Cigalo es acogedor, con una deco despojada donde abunda la madera clara y el color blanco. Se puede ir con la notebook a trabajar (hay varios enchufes colocados estratégicamente) o a leer aprovechando la luz natural que entra por los grandes ventanales. Todo en el local está disponible para take away, hasta la vajilla que es realizada especialmente para ellos. Un verdadero oasis en un barrio que, en materia gastronómica, crece día tras día.

Cigalo Café queda en Holmberg 2004. Teléfono: 2266-5155. Horario de atención: martes a viernes de 9.30 a 20; sábados y domingos de 10 a 20. 


Detrás de bambalinas

Pablo Mehanna

Medio escondido, detrás de un kiosco que pronto dejará de serlo, está Café Haus, la cafetería de Mauricio y Oscar, dos colombianos que apostaron al café de especialidad. Obviamente, el café es colombiano, como ellos, proveniente de la región de Santander y tostado por los chicos de All Saints según sus indicaciones. Por ahora solo lo ofrecen en espressos, pero a partir de septiembre van a sumar métodos de filtrado. 

Una vez franqueada la barrera de las golosinas (atentos que allí también venden, gracias a unos amigos venezolanos, el paquete de Papelón a $75), se entra a un local más grande de lo esperado, minimalista y bien ambientado. En una gran pizarra están dibujadas todas las opciones de la casa, que destacan por originales: desde un clásico ristretto ($45) al café campesino (que viene con panela, ($52) o el pintadito arriero, un americano doble con leche fría y panela ($66). Y, bajo el título de “Especiales”, suben la apuesta con el Caramel Cat 3D, un latte con arte en tres dimensiones con forma de gato que obliga al registro instagramero; y el Rainbow Coffee, saborizado y con latte art en colores ($110 y $85). Para acompañar, waffles (desde $85), donas (desde $45) y panadería típica como medialunas o muffins extra grandes. 

Para almorzar, haciendo honor a sus raíces geográficas, no podían faltar las arepas. Las hay rellenas de huevos pericos, con tomate y cebolla ($85) y hasta de carne con guiso hogao y queso, con toque de verdeo ($115). Los combos, que vienen con ensalada, gaseosa y espresso (desde $170), son muy económicos. También hay wraps, sándwiches, omelletes y ensaladas. 

La lista sigue: hay té de malta y jengibre, un Spicy Chai ($60) y el tan de moda Matcha latte. Los jugos naturales son un viaje a la Colombia tropical: el de Guanábana o la limonada de coco permiten entender todo lo que Argentina se pierde por estar tan al sur del continente. Estratégicamente ubicado, Café Haus trae aires renovados a un mundo cafetero en plena revolución. 

Café Haus queda en Av. Santa Fe 3618. Horario de atención: lunes a sábados de 8 a 20.30. Efectivo y Mercado Pago.


Italiano al paso

Pablo Mehanna

Caffé Marini rescata la bella costumbre italiana del café al paso: rápido, corto y de parado. Ubicado sobre la transitada calle San Martín, en el Microcentro porteño, este pequeño local rescata la magia de la barra de mármol y madera llena de pequeños bocados dulces. Aquellos que llegan a trabajar casi al alba invernal tienen la chance de empezar un día energético, con un espresso intenso ($55) preparado en una máquina La Marzocco, algo así como la Ferrari de las cafeteras. En Marini hay café de Lattente y de Lab, entre otros proveedores cafeteros que van rotando según lo que encuentren distinto y adecuado a su exigente paladar. También ofrecen lattes saborizados ($95), el ya instalado flat white ($85) y hasta un muy argento cortado ($65). Y, aunque el espacio es chico, se animan a ofrecer cafés filtrados (tienen V60, Aeropress y Chemex), además de versiones frías como el Iced Coffee ($95), el Dutch Coffee ($100) o el cada vez más común Espresso Tonic ($105). Con el mismo rigor que ponen en la selección de sus cafés, la propuesta dulce también pasó por una ardua curaduría. Hay chocolates Salgado, bombones y maracons de Matías Rise y la pastelería del lugar proviene de casas como Es Ruiz y Mineral. Es casi un deber entregarse de lleno a los cannellés y no dejar pasar la oportunidad de darse el gusto de probar los claufoutis (ambos a $55) y las cookies de chocolate ($70). 

Desde su apertura, hace pocos meses, Caffé Marini cuida los detalles: incluso imprimen ellos mismos sus vasos de take away, con la misma ilustración de la planta de café que cubre una de las paredes del local. Y tienen a la venta tazas de espresso, jarras de filtrado y molinillos manuales. La carta termina con tés en hebras de Penton Tea, además del consabido matcha y mokas de chocolate semiamargo, de chocolate blanco y de chocolate caramel ($110). 

Bien al paso: sin mesas bajas o sillas donde perpetuarse delante del café, la idea es entrar, beber un espresso en la barra, cruzar un par de palabras con el barista y seguir viaje, dispuestos a tener un gran día. 

Caffé Marini queda en San Martín 487. Horario de atención: lunes a viernes de 7.30 a 18.