Desde Resistencia
Casi dos mil personas reunidas cada día alrededor de la lectura y los libros. No están aquí por obligación, ni para vender o comprar nada. En su mayoría son docentes, futuros docentes o bibliotecarios, y vinieron a escuchar, debatir, disentir, formarse. Este es tal vez el dato más impresionante de un encuentro como el 23° Foro Internacional por el Fomento de los Libros y de la Lectura, que desde el miércoles y hasta mañana convoca a miles de personas en el Centro de Convenciones de Resistencia. Y que durante las mañanas se expande por la ciudad y otras localidades en cientos de talleres y encuentros con escritores y escritoras, en escuelas y centros culturales.
El otro dato destacado es el de una programación que además de su anfitrión, Mempo Giardinelli –su fundación organiza este gran evento– reunió en estos días a destacados especialistas y autores como Claudia Piñeiro, Sylvia Iparraguirre, Marcelo Figueras, Ruth Kaufman, Bianki, Laura Escudero, María Pía López, Julián López, Graciela Bialet, Graciela Perriconi, la uruguaya Mercedes Calvo, el brasileño Eric Nepomuceno y el mexicano Benito Taibo, entre otros. Mañana Hugo Soriani estará representando a PáginaI12 en una mesa sobre lectura y medios de la que también participarán periodistas como Cristina Mucci.
En el plenario del foro ya pasaron mesas que analizaron la relación entre lecturas y huellas afectivas, o la poesía y su lectura, o el género policial y de misterio y su eterno gancho con los lectores y lectoras, o el castellano y la traducción, o la lectura en situación de aula y biblioteca. Después de cada mesa, las preguntas de los asistentes, que llegaban en forma de papelitos, mostraron interés y atención, también abrieron nuevas puertas para discutir algunos temas.
Mercedes Calvo, docente por más de treinta años y autora de Tomar la palabra: La poesía en la escuela (Fondo de Cultura Económica), estableció conexión inmediata con el auditorio con una gran exposición a partir de su experiencia. La especialista habló de la poesía que hay en la música de las palabras, del corte abrupto que parece haber entre el “afuera” y el “adentro” de la escuela, donde “tardecita” pasa a ser “crepúsculo” (“que hasta sonaba escatológico”, bromeó); entre leer “porque sí” y leer “para”. “‘La literatura en la escuela es sapo de otro pozo’, decía Graciela Montes. Yo creo que la poesía lo es más aún”, advirtió.
También Ruth Kaufman contó en esa mesa su experiencia en un proyecto como Susurro y altavoz, que terminó viéndose en un premiado programa de canal Encuentro. Y que mostró cómo, contra lo que indica el sentido común de frase hecha, los y las jóvenes sí leen, y leen poesía, y además escriben poesía. No solo eso: la poesía es un género que, por el momento y el espacio vital que ocupan, les pertenece. La ecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano (quien además, en el marco del foro, vino a participar en encuentro con mujeres activistas de cooperativas textiles) dio un interesante panorama de la poesía que están haciendo los autores jóvenes. Y el santafecino Jorge Isaías –habitual firma de las contratapas de RosarioI12– habló de la poesía y su capacidad de “producir belleza para que el mundo sea menos miserable”.
Siguió la mesa “Pasiones, crímenes y misterios por escrito”, donde Claudia Piñeiro analizó la posibilidad de incluir o no novelas como las suyas dentro del género policial. “En mis novelas no hay delito, pero mis personajes no son inocentes”, advirtió, y explicó que aunque no escribe voluntariamente novelas policiales, sabe que es imposible alejarse de esa clasificación. “No sean prejuiciosos, no traten a niños y jóvenes como si no pudieran hablar de estos temas, que por otra parte viven a diario”, pidió también.
En una impecable ponencia –“Bailando lento en una habitación en llamas”, tomando el título de una canción de John Mayer–, Figueras analizó por qué el género policial está viviendo una etapa de transición, y aunque “en materia de géneros, es como el Barcelona de Messi”, no termina de adaptarse, o de reflejar, un presente que ha cambiado desde aquel de Chandler y su Philip Marlowe. “Toda aquella narrativa partía de la idea de que la ley es justa y funciona, tarde o temprano”, explicó, y planteó nuevos escenarios del crimen: “la escuela que explota, el hospital sin insumos, el Senado”. Siguiendo esta idea, el presente pone en crisis el crimen, y los criminales clásicos. Y hasta habría que desprenderse del género policial. Dio un par de ejemplos claros: un relato sobre un loco que entra a una escuela con un arma y dispara a mansalva “sería incompleto si no bucea en el sistema que puso en sus manos un arma sofisticada, en cómodas cuotas, y por delivery puerta a puerta”. Otro relato policial actual, siguiendo la idea del escritor, podría resumirse así: “38 senadores + más una mujer pobre = un crimen perfecto”.
Al final de cada jornada, las tertulias literarias instalaron climas y temas, con los escritores leyendo y compartiendo sus textos. Como Piñeiro y su impactante cuento “Basura para las gallinas”, que próximamente formará parte del libro Quién no. Desde la literatura, la escritora puso en palabras lo que otros subrayaron con sus pañuelos verdes al subir a hablar como expositores: la realidad de las mujeres que abortan –y van a seguir abortando– en forma clandestina.