En un nuevo round de la desigual pelea que vienen manteniendo desde fines de 2015 con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los artistas y trabajadores callejeros armaron un encuentro a las puertas de la Legislatura.
El conflicto se generó por los intentos de Rodríguez Larreta, mediante una serie de proyectos de ley y actos represivos, de restringir las posibilidades de los trabajadores y artistas ambulantes, en consonancia con toda su política de espacio público. Este diario dio cuenta en repetidas oportunidades de la expulsión de los mal llamados manteros (sobre todo los de la calle Avellaneda) y la brutal persecución a los vendedores senegaleses.
En ese marco, el jueves hubo un festival en el que participaron todas las organizaciones que los agrupan y organismos de derechos humanos. La protesta tiene su origen en la iniciativa parlamentaria 1664-J-18, impulsada por el gobierno de Rodríguez Larreta para reformar el Código Contravencional de la Ciudad. Entre los cambios que propone está que las denuncias por “ruidos molestos” (entre los que ahora se incluirían a los músicos callejeros) ya no deban necesariamente ser con nombre y apellido, lo que para los artistas multiplicará las falsas denuncias, y también que las fuerzas de seguridad tengan más facultades para detener, demorar, multar y decomisarles a los artistas callejeros sus instrumentos, algo que ya viene sucediendo de hecho pero que podría empeorar, tal como lo muestran los hechos producidos en los últimos días en Mar del Plata.
Respecto de este proyecto, los organismos de derechos humanos difundieron un comunicado (que en el cierre del festival leyó Taty Almeida) en el que manifiestan: “Denunciamos que esta reforma tiene como objetivo la criminalización del derecho al trabajo y el hostigamiento a los trabajadores y trabajadoras de la cultura popular en las calles, a partir de la modificación del art. 85 del Código Contravencional, que castiga duramente a ‘quienes perturben la tranquilidad pública con ruidos molestos’ con días de arresto y multas económicas”.
Y en otro párrafo advierten: “La amplitud de la figura contravencional de ‘ruidos molestos’ permitiría actuar contra trabajadores y trabajadoras de la economía informal pero también contra cualquier grupo de militantes que se movilicen, canten o toquen música como parte de su reclamo. Asimismo se busca sancionar a quienes fijen o hagan fijar carteles, afiches o volantes en la vía pública sin permiso o autorización, lo cual también podría tener consecuencias nocivas para la militancia”.
“Nos solidarizamos con la lucha de cientos de artistas, limpiavidrios, cuidacoches, venta ambulante y otras actividades de la economía informal que diariamente trabajan en la Ciudad de Buenos Aires. De este modo, exhortamos a los legisladores a inmediatamente rechazar esta reforma regresiva”, concluye el texto.
Roberto Yardin, de Trabajadores de la Cultura Ambulante (los músicos del subte), explica: “Ninguno de los que estamos en la calle quiere esta reforma. Por eso nos juntamos, para hacernos oír. Y estamos dando la pelea con el lema ‘El trabajo callejero no es delito’. El martes 21, a las 13, hacemos otro encuentro, también en la puerta de la Legislatura. Porque lo que realmente queremos es que se legalice y se regule el trabajo en los espacios públicos”.