Los números hablan solos. Los bonos en moneda extranjera marcaron caídas de hasta el 30 por ciento en lo que va de este año. Algunas acciones del MerVal anotaron un retroceso de más del 66 por ciento en moneda dura. La bolsa que más había subido en 2017 ahora es una de las que más pierde en el mundo. El dólar pasó de 19 a 30 pesos. Se trata de una depreciación del 60 por ciento que supera la registrada tras la unificación cambiaria de diciembre de 2015. El panorama financiero es desolador. A esta altura parece obvio que podía ocurrir un ajuste violento sobre los activos atados al riesgo argentino. Pero a principio de abril la city todavía vivía un clima de euforia y el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aseguraba que tenía reservas de sobra para que el tipo de cambio opere por debajo de los 20 pesos.
El investigador libanés Nassim Nicholas Taleb llama cisne negro al tipo de eventos que no estaban entre los escenarios planificados. Los tres criterios que emplea el especialista en finanzas de la Universidad de Nueva York para definir esta clase de acontecimientos son simples. Se trata de un suceso que toma a todos por sorpresa, provoca un fuerte impacto y se lo pretende racionalizar en retrospectiva como si pudiera haber sido esperado. Los consultores y economistas ahora se encuentran en esta última etapa: la de intentar ver los datos y las señales que daban advertencias sobre la posibilidad de una crisis financiera este año.
El principal elemento (señal) para revisar en retrospectiva podría ser la obsesión de los grandes fondos de inversión del exterior por irse de las Lebac a partir de abril. No hubo forma de convencerlos de quedarse en estas letras ni siquiera subiendo la tasa de interés. Los fondos del exterior que en ese momento se sacaron las Lebac de encima son los mismos que en agosto dijeron basta de títulos de la deuda argentina en moneda extranjera. Es lo que provocó que el lunes pasado el riesgo país supere los 745 puntos básicos (récord en más de tres años). Estos inversores no vendieron Lebac sólo porque la bicicleta financiera había dejado de ser atractiva. Los fondos se decidieron a salir de los activos con riesgo argentino (en pesos o en dólares, con tasas altas o tasas bajas) y empezaron con las letras. Ahora parece obvio. La señal estaba ahí. Pero la clave del cisne negro es que nadie la relaciona hasta que el suceso ocurre.
La improvisación es uno de los puntos que colmó la paciencia de los inversores globales con el país. Los últimos 30 días dieron una muestra clara de los niveles de descoordinación de la política económica, principalmente en el frente monetario y cambiario. El Banco Central anunció una subasta de divisas por 100 millones de dólares diarios hasta octubre. Cuando se dio cuenta que las reservas estaban cayendo más rápido de lo que creía bajó la cifra a 75 y luego 50 millones. Las reservas siguieron desplomándose y directamente anunció la eliminación de las subastas hasta nuevo aviso. Al día siguiente de ese anuncio hubo un torbellino por la depreciación de la lira turca y el mega vencimiento de Lebac y salió a subastar cifras récord de divisas en el año. El miércoles pasado llegó a vender 781 millones de dólares.
El Central juega al misterio y la estrategia por el momento no funciona. Un día parece que dejará flotar el dólar dejando que el mercado defina su precio para no perder reservas. Al otro día pierde una cifra récord de divisas por intervenir no una sino tres veces en una jornada. El grado de nerviosismo del mercado va en aumento en la medida que se hacen anuncios contradictorios. El Central acumuló una pérdida de reservas de 8600 millones de dólares desde finales de junio y la cifra se ubica cerca de 3500 millones sólo en agosto. La mayoría de los analistas se convencieron de que si el dólar tiene que llegar a 40 pesos es mejor que pase sin seguir derrochando divisas de las arcas del Central. No tiene sentido repetir lo que pasó desde abril. La autoridad monetaria quiso evitar que el dólar suba de 20 a 30 pesos y el resultado fue que la devaluación ocurrió de todas formas con 20 mil millones de dólares menos en las reservas.