Royal Bank of Scotland llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos por el que pagará una multa de 4900 millones de dólares, la más elevada impuesta hasta la fecha a una única entidad por mala conducta durante la crisis financiera, para zanjar las reclamaciones que acusaban al banco de haber engañado a los inversores con la suscripción y emisión de valores respaldados por hipotecas residenciales entre 2005 y 2008.