La frase de Doña Rosita es como un presagio: “La esperanza me persigue, me ronda, me muerde; como un lobo moribundo que apretara sus dientes por última vez”. A 82 años del fusilamiento del poeta, el legado de Federico García Lorca (1898–1936), más de 5.000 archivos que fueron trasladados en cajas numeradas desde la Residencia de Estudiantes de Madrid, llegó al centro que lleva su nombre, situado en el centro histórico de Granada. La unificación en un mismo espacio de los manuscritos del poeta, las fotografías, las cartas que envió y recibió, su biblioteca personal integrada por 445 ejemplares de gran valor, muchos dedicados y con dibujos originales, convierte al Centro Lorca, que cuenta con una superficie total de 4.700 metros cuadrados, en un excepcional archivo organizado en torno a la conservación y el cuidado de los materiales de un valor incalculable para investigadores y profesionales que estudien la obra del autor de Poeta en Nueva York.
Entre los ejemplares de la biblioteca personal se pueden encontrar nueve ediciones de Romancero Gitano; libros de miembros de la Generación del 27 como Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda y Emilio Prados, y también ediciones de poetas clásicos grecorromanos y españoles, como Garcilaso de la Vega y Luis de Góngora. El legado del poeta y dramaturgo contiene un archivo fotográfico con más de 900 fotografías, que ya fueron catalogadas, así como un material musical, que incluye partituras autógrafas de García Lorca y otras más de 300 coleccionadas por él. El fondo de la correspondencia es voluminoso: incluye cartas escritas por él a su familia, algo más de mil cartas recibidas por él escritas por familiares y amigos –entre las que se incluyen las de Salvador Dalí (1904–1989), correspondencia que fue publicada en Querido Salvador, Querido Lorquito (2013), del periodista Víctor Fernández, donde se condensa una relación que el propio Dalí definiría como “un amor erótico y trágico por el hecho de no poderlo compartir”–, así como cartas entre terceros, sobre todo su hermano Francisco y otros familiares y amigos. Se destacan, además, un puñado de curiosidades: algunos documentos económicos y administrativos como recibos de cobro de los derechos de autor; documentos personales como pasaportes, cartillas bancarias o invitaciones a conferencias; tarjetas de visita variopintas; programas de mano de representaciones a las que acudió García Lorca, recortes de prensa; y carteles de teatro de gran tamaño.
Laura García Lorca (Nueva York, 1953), sobrina nieta del poeta, está convencida de que el Centro Federico García Lorca, inaugurado en julio de 2015, “puede ocupar un lugar de excelencia internacional en todas las facetas en las que él trabajó, con especial hincapié en la literatura”. Para la sobrina nieta del escritor “la maravilla de estas cajas es que contienen muchas historias, eso no tiene fin, porque cada persona que se acerca, sea quien sea, tiene una mirada nueva”. A Laura, conocedora de este legado con el que se ha criado desde niña, le llama la atención las cartas, especialmente la “viveza” de los trazos caligráficos de su tío abuelo: “Da la sensación de que está recién escrito... Lo lees y puedes oírle”. Las palabras, agrega Laura, parecieran no estar en las páginas, sino tener “una existencia propia”, como si Federico hubiera podido adelantarse a los acontecimientos. La historia del legado de Lorca comenzó en agosto de 1936, después del fusilamiento del autor de La casa de Bernarda Alba, cuando la familia asumió la responsabilidad de cuidar y preservar los materiales. En los años 80 crearon una fundación que lleva el nombre del poeta y dramaturgo y gracias a la cual fue posible “ordenar, catalogar y difundir esos papeles”, que quedaron depositados en la Residencia de Estudiantes de Madrid. “Mi padre y mis tías se dedicaron a recopilar todo lo que estaba disperso por el mundo, esa labor fue la más importante”, reconoce Laura.
La llegada de toda la documentación a Granada habilita una suerte de balance sobre los claroscuros de los últimos años. “He sentido que el que Lorca tuviera familia era como un estorbo, cuando lo único que hemos hecho ha sido poner a disposición de todos el legado”, confiesa la sobrina nieta de Lorca. “A mí me resulta raro que ahí se interprete que ha habido algún tipo de bloqueo, como sí hubo durante el franquismo, cuando quisieron justificar el crimen. Mi familia tuvo especial cuidado en que no pudieran llevar a Lorca a su terreno y que no pudieran suavizar el crimen”. Para que no quede margen para las dudas, la sobrina reafirma las razones del asesinato del autor de Yerma: “El crimen fue fundamentalmente por motivos políticos y sobre todo sociales”.