La cuenta es muy directa y práctica y se mide en las raciones, en las ollas, y no precisamente en las que da el Gobierno sobre los paradores, que es una cifra fija y que no responde a la realidad. Una cuenta mucho más efectiva que cualquier estadística tiene el rudimento terminante de lo casero: “Hace dos años bajábamos 15 paquetes de fideos, el año pasado 25 y ahora 40”, cuentan, literalmente, Jorgelina di Iorio y Mónica Farías, de la Asamblea Plaza Dorrego, nacida en San Telmo en los arrebatos asamblearios vecinales de la crisis de 2001. La Dorrego es una de tantas organizaciones que pone el cuerpo por noción y por empatía, y en cuya Olla los domingos se junta una bocha de sin techo para comer al mediodía, además de otras actividades culturales y de acompañamiento y seguimiento que realizan. “Usábamos 80 a 100 bandejas por domingo, equivalentes a un plato, ahora entre 200 y 220 –cuenta Jorgelina–. Hasta el 2016 muy poca gente de hoteles venía a buscar comida en tupper para llevar, eran cinco o seis. Ahora vienen 15 y a veces más. Un tupper lo traen ellos y se lo llevan y alcanza para dos personas”.
El Indec, claro, no llega a esa población por una cuestión muy simple: no tienen domicilio o, si lo tienen, lo perdieron por cuestiones tan económicas como subjetivas (la familia la/lo expulsó, o hubo una decisión de abandonarla, o perdió la casa porque no puede pagar y no tiene red para cobijarse o la red que tiene ya no da abasto, o la tiene pero migró por necesidad), personas que para las estadísticas no cuentan.
Más estadísticas de fideos y ollas que revelan no solo el tremendo problema de vivir en la calle sino que ahora, desde hace un año o dos, ese tremendo problema se ha dramatizado por su pavoroso incremento. Frida es un espacio para mujeres sin discriminación (cis, trans, lesbianas, travestis, hijos e hijas si los tuvieren) en situación de calle, autogestionado por Proyecto 7 y NTD (Notan Distintas). Abierta las 24 horas, Frida da espacio para dormir y para comer pero también para acompañar en las necesidades y en los objetivos de vida, para que los alcancen o los encuentren.
A Frida, dice Florencia Montes Páez, coordinadora del espacio, “en diciembre de 2015 se sumaba una mujer cada cuatro días; ahora se suman tres mujeres por día”.
Horacio Avila vivió siete años en la calle, y junto a otros compañeros de situación impulsó y creó en el 2000 la ong Proyecto 7. Además de gestionar con NTD el espacio Frida, abrió el Monteagudo, para varones, y el CICG (Centro de Integración Che Guevara), donde organizan actividades de desarrollo y esparcimiento para quienes se encuentran en situación de calle. Proyecto 7 desarrolla su actividad territorial específica en la zona sur porteña. Y con el bagaje de Avila, convoca a objetivos más amplios (ver frazadazo).
Hacia el oeste de la ciudad, en barrio de Monte Castro, Cecilia y Jonatan de AcciónPSC (Acción por Personas en Situación de Calle), impulsan recorridas y acompañamientos de personas en situación de calle. Como la Asamblea de Plaza Dorrego, AcciónPSC está formado con la base de vecinos que decidieron reunirse más recientemente con un objetivo. Dos veces por semana, salen a repartir raciones de comida que preparan ellos mismos, frazadas y demás y toman nota de necesidades. Lo distribuyen en recorrida por puntos prefijados donde saben que encuentran a personas en situación de calle y que estas personas ya saben que ellos pasarán. “En 2017 preparábamos 10 raciones –relata Cecilia–. Ahora hubo una explosión de gente. Estamos preparando unas 40 raciones.”
El reciente informe de la Auditoría General de la Ciudad sobre los paradores cierra el círculo sobre la disfuncionalidad de la acción social del Gobierno. De la red existente de 27 (hogares, paradores y centros), el Gobierno administra directamente tres paradores y dos centros. De estos espacios, el informe apunta que “falta personal profesional para cubrir las tareas de atención de los servicios psico-sociales y seguimiento sanitario de la población alojada. No se sabe qué cantidad se requiere. El relevamiento anual 2015 no incluye a la población en paradores y centros según ordena la ley N° 3706. No realiza un registro eficiente de la población que ingresa y egresa. Los legajos con incompletos. No hay articulación con otros Ministerios: Educación, Salud, Secretaria de Tercera Edad, IVC. Problemas de infraestructura edilicia. No hay control respecto a la compra de comida, al reparto, la calidad, ni sobre el almacenamiento de alimentos.