El goce de un hombre al final de un análisis. En el hombre el goce fálico se hace posible con una llamativa pobreza. De por sí el goce fálico es un goce muy limitado, pero salvo quienes lo padecen, muy pocos pueden imaginar cuánto. Incluso quienes lo viven en carne propia suelen negar lo poco que tienen de acceso a un placer que valga la pena, responsabilizando a los otros o sus circunstancias. Como lo ha planteado Miller, la posición subjetiva del neurótico se manifiesta en el registro de la justificación, su relación al Otro implica una estrategia donde tienen lugar las excusas. En ese acto quiebra la posibilidad de replantearse su posición. Analizarse implica decidir dejar de lado esa pasión por la justificación, dejar de echarle la culpa al Otro, aunque el mismo se presente bajo la figura del destino. Frente a esto, en el obsesivo, hay una voluntad de justificación, mientras tanto su deseo se presenta vacilante con relación al goce.

Este es el cambio que puede lograr un análisis: una articulación posible entre el deseo y el goce. Lo que mueve al sujeto al final de un análisis es un deseo que no se escabulle frente a la posibilidad de un goce, tanto del propio como el del partenaire.

*Psicoanalista en Buenos Aires, Miembro de la EOL. Fragmento escogido por el autor, también del libro Una mujer y un hombre después del análisis, editado por GRAMA.