¿Puede una película de zombies ser a la vez un drama familiar y una crítica social? Sin ser el primer ejemplo de ello (ya La noche de los muertos vivos, de 1968, contenía referencias a la guerra de Vietnam), Invasión zombie sí es el más reciente. La película de Yeong Sang-ho es un caso testigo de lo que puede suceder cuando alguien con talento y aspiraciones artísticas aborda el formato de género en un país en el que el género se consume febrilmente, tal como sucede en Corea. Con más de 10 millones de entradas vendidas en su país, Invasión zombie (cuyo título original es el mucho más neutro Tren a Busán) resultó la película más vista de 2016, así como uno de los catorce “tanques” de la historia. Conviene tener en cuenta un dato: la población total de Corea del Sur es de 50 millones de habitantes, por lo cual más del 20 por ciento del total fue a ver la película de Yeong. Presentada en la sección Medianoche de Cannes 2016, Invasión zombie es también un éxito mundial, con 100 millones de dólares recaudados hasta el momento en el mundo entero.
Invasión zombie es la primera película de acción real del muy joven Yeong Sang-ho (n. 1978). Sumamente precoz, antes este Licenciado en Arte Occidental había dirigido varios cortos y largometrajes de animación para adultos. Muy para adultos, podría decirse. Su mundo, al que en ocasiones ha reflejado de forma autobiográfica, es oscuro. Dirigió su primer corto a los 19 años, y a los 24 ya había fundado su propia compañía de producción. Sus dos últimos cortos antes de pasar al largo anduvieron por festivales, y su primer largo saltó a la Quincena de Realizadores de Cannes. Se trata de The King of Pigs, de 2011, cuento sobre el reencuentro de dos exalumnos de secundaria severamente bulleados por sus compañeros, que descubrirán un secreto oscuro de aquel tiempo. Yeong reveló que la historia tiene tanto que ver con la suya que lloró al escribirla. Con ella ganó el Premio al Mejor Director en su país. Su siguiente largometraje fue The Fake (2013), sobre un pastor evangelista que intenta estafar a unos pobladores, y su enfrentamiento con el borracho del pueblo.
En The Window (2012), corto de 30 minutos, reaparece el tema del abuso, esta vez en el ejército, con Yeong inspirándose otra vez en su propia experiencia para escribirlo. Poco antes de Invasión zombie, Yeong completó su primera película (animada) de muertos vivos, que estrenó inmediatamente después de la otra. Se trata de Seoul Station, que en la última edición del Festival de Mar del Plata pudo verse en doblete junto con Train to Busan. En Seoul Station, que es mucho más negra que Invasión zombie, hordas de muertos vivos se cruzan por la calle con manifestaciones en favor de la democratización de Corea del Sur.
–¿Qué lo llevó a filmar una película de zombies?
–Esta la rodé a continuación de Seoul Station y surgió de la idea que tuve mientras hacía aqualla, sobre qué pasaría si una persona infectada sube al tren bala que va a Busan, cargado de pasajeros. En cuanto a Seoul Station, que fue la primera, la idea la tuve al ver a la gente sin techo que vive allí. Viven como en un mundo distinto al nuestro, no los vemos. Me pregunté si la gente se daría cuenta de algo en caso de que de repente uno de ellos apareciera dando vueltas por la estación con sólo medio rostro.
–¿Le interesa el cine de zombies?
–Me gustan algunas películas del género, como la versión de Amanecer de los muertos, de Zack Snyder, o Guerra mundial Z. Pero para Invasión zombie, más que las de zombies tuve como referencia películas como Vuelo 93 y Capitán Phillips, por su trabajo sobre incidentes dramáticos en espacios cerrados, que es la premisa de Invasión zombie. También busqué agregar un toque del clima de películas como La niebla (no la de John Carpenter sino la que está basada en un relato de Stephen King, que transcurre casi toda en un supermercado) y La carretera (sobre la novela de Cormac McCarthy). Son películas de clima apocalíptico y yo quería transmitir ese clima, sobre todo a través de la relación entre padre e hija.
–La película confronta dos clases de actitudes: están los que buscan salvarse sacrificando a los demás y los que, por el contrario, comprenden que la unión hace la fuerza, tal como dice el dicho.
–Sí, pero no se trata de que unos sean héroes y los otros villanos. Los que buscan salvarse a cualquier precio lo hacen porque tienen miedo y los que se juntan para defenderse lo hacen para salvar a sus familias.
–Usted pone el acento en lo que sucede cuando alguno de los personajes se convierte en zombie.
–Pierden la conciencia y la racionalidad, y esto es algo muy triste. Esto queda claro de entrada, cuando durante una conversación telefónica la madre del protagonista de pronto se transforma y se pone a gritar e insultar. Me acuerdo del miedo que me dio cuando, en la película coreana La esposa del buen abogado, un hombre con un cáncer terminal se ponía a maldecir a su familia. Me dio miedo de que en una situación semejante algo así pudiera pasarme a mí.
–Y en cuanto a la figura del zombie, ¿hay algo que le interese en particular?
–Es una figura especial. Solo, no tiene poder. El poder se lo da el grupo, la horda. Eso le da un carácter de metáfora social. En Seoul Station, los zombies son todos desposeídos. Aquí intentan tomar el vagón donde viajan algunos pasajeros social y económicamente poderosos.
–En el comienzo de la película, los noticieros de televisión informan que todo está bajo control, cuando en verdad la epidemia zombie no hace más que extenderse.
–Así funcionan los medios hoy en día en mi país. Es un pequeño toque realista.
–Es su primera película con actores. ¿Cómo le resultó?
–Por suerte, conté con un equipo técnico integrado por fans de mis películas de animación, que me facilitaron mucho las cosas. En cuanto a la dirección de actores, alguna experiencia tenía, ya que el cine de animación se hace con actores que doblan las partes de los personajes. No es lo mismo, pero implica un trabajo de dirección. Y hay que tener en cuenta que cuando uno hace animación tiene que diversificarse en un montón de tareas, además de dirigir: dibujar, pintar, componer, editar. Aquí se trató sólo de dirigir. Francamente, el rodaje de Invasión zombie me resultó una excursión placentera.
–¿El paso al cine de acción real es definitivo? ¿No va a volver a dirigir animación?
–De ninguna manera. No pienso abandonar la animación. Concibo a la animación como un modo de cine más personal, en la medida en que el realizador lo hace casi solo. Lo que me pregunto es si el público va a acompañar mis películas de animación tal como ha acompañado ésta.
–¿Por qué esta vez accedió a un final esperanzador?
–Creo que el final es abierto. En tal caso, la cuestión que plantea es la de la transmisión de la generación de los padres a la de los hijos. Qué mundo les dejamos. Es la misma pregunta que se hace La carretera.
Traducción e introducción: Horacio Bernades.