Mientras viajaba desde el aeropuerto hacia el centro de Atenas fantaseaba con lo primero que iba a encontrarme al salir de la estación en la plaza Syntagma: la majestuosa Acrópolis, el templo de Zeus Olímpico, el Teatro de Dioniso y sus fantasmas orgiásticos. Nada que ver: “¡Insurrección queer!”, en desprolija tinta violeta, fue la primera imagen. La capital griega es hoy una olla a presión anarcoqueer a punto de estallar. “Atenas es la nueva Berlín”, vociferaba otra pared, evocando las revueltas sociales berlinesas de la década del 80. En Atenas no hay, literalmente, un espacio en blanco. Todos los muros de están pintados con grafitis, del piso al techo, rugiendo consignas como “Prostitutas, butchs, divas y putas al poder”, “Feminismo anticolonial”, “Siempre queer, siempre antifascista”, “No a las fronteras, no al control, solidaridad”, “Locales y migrantes contra el fascismo”, “Apoya a tu trabajadora sexual local”, “Feminismo queer contra las fronteras”, “Migrar no es un crimen”. Enseguida resonó la voz de las Political Fatties: “Comé lo que se te dé la gana y si alguien intenta aleccionarte sobre tu peso, comételo también. Ser gorda es una posición política, e incluso dentro de la comunidad del Activismo Gordo se reproducen las mismas estéticas problemáticas: cuerpos blancos, sin pelo o celulitis, cuerpos que solo realizan un tipo específico de feminidad. Es hora de dirigirse al elefante en la habitación: la gordura no es divertida, ni una señal de fracaso, y definitivamente no es repugnante. La gordofobia lo es. ¡Únete a nosotras!”.

LA GORDURA ES POLÍTICA

La obsesión por el orden cósmico y corporal que buscaban los filósofos hace más de 2500 años parece haber perdido la batalla en la capital griega. Cualquier formato comunicacional es bienvenido en el discurso sarcástico y activista de las Political Fatties, un grupo de feminidades queer activistas contra la gordofobia que ya conocía a través de la difusión activa que hacen en sus redes pero, sobre todo, gracias a Gorda!, el fanzine que aquí en argentina editó Laura Contrera contra el capitalismo magro. “¿Quién se identifica con un hipopótamo? Yo sé que yo sí”, declaran en su página de Facebook y se le cagan de risa a un planeta obsesionado por las calorías. 

Colectivo con base en Grecia y Alemania, a las Fatties la integran Foteini Kakari, Hodan Warsame, Vasiliki Lazaridou y Sofia Apostolidou, que además de fundar el grupo también dirige el sello de música queer Fytini y la banda feminista Ta Troktika. Seriedad, absurdo y sarcasmo político operan como herramientas imprescindibles en sus apariciones públicas, eventos, lecturas y escritos, que se reflejan desde sus vestimentas coloridas, holgadas y libertarias, la agudeza de sus intervenciones, baños de purpurina en los que enfundan sus cuerpos para brillar en las calles y en su performances, hasta el lenguaje específico que utilizan en sus publicaciones y redes, combinando el discurso académico con la ira y la broma en sus panfletos, la presencia en congresos universitarios o grafiteadas en la vía pública, mixturando la risa subversiva con la política del cuerpo y por los cuerpos, explorando también las intersecciones entre la gordura y la familia griega, las sexualidades, la negritud, la migración y el colonialismo, con foco en una pregunta que demanda una insurrección contra los mandatos como respuesta: “¿Qué pasaría si las personas gordas dejamos de disculparnos por nuestra existencia?”. 

Desde que puse un pie en Atenas estoy alucinando. ¿Qué está pasando en la ciudad?

–La verdad es que… ¡no sabemos! Nosotras mismas lo reflexionamos a diario, como colectivo e individualmente y durante mucho tiempo.

Parecería haber muchas alianzas entre grupos queer, feministas y  anarquistas.

–Hay un momento de origen del activismo queer griego que podría ubicarse dentro de espacios comunitarios anarquistas pero todavía no tenemos claro cuál es el significado de los vínculos porque existe una distancia consciente entre las dos comunidades, basada en la falta de enfoque interseccional de gran parte del discurso anarquista griego.

¿Y cómo conecta ahí el activismo queer contra la gordofobia?

–Depende mucho de las experiencias de la gente. Las personas delgadas a menudo van desde “esto es ridículo, hacé una dieta”, hasta “no tenés que preocuparte por nada, todas las mujeres están siendo siempre vigiladas”. Usualmente ni siquiera respondemos a lo primero, y a lo segundo (si nos sentimos bien) generalmente respondemos que sí, que eso es cierto, pero hay un conjunto particular de luchas que tienen que ver con ser gorda y ser femenina, y esto necesita ser comprendido de manera específica. 

¿Qué tan fuerte es acá la cultura mediática, la industria de la dieta y la medicina tradicional en su persecución a la gordura?

–Grecia es un espacio muy particular, el activismo de la grasa de Estados Unidos o el Reino Unido no se aplican aquí de la misma manera. 

¿En qué sentido?

–Esto proviene de la complicada relación que la Grecia moderna tiene con Occidente. Creemos que aunque ciertas feminidades gordas son tratadas con un tipo de orgullo nostálgico por una Grecia “tradicional” perdida, son simultáneamente odiadas y ridiculizadas porque representan el fracaso de la Grecia moderna para vivir su fantasía de pertenecer (e inspirar) a Occidente. 

¿Y cuál es el camino más eficaz para erradicar el odio según sus experiencias? 

–Comunidad, comunidad, comunidad. En el momento en que las feminidades dejan de enemistarse y empiezan a hablar, sucede la magia. Pero también diciéndoles a tus parientes en las cenas familiares que cierren la boca cuando discuten ansiosamente sobre cuánto peso has ganado o perdido en las últimas vacaciones.

¿Cómo reaccionan las personas gordas frente al colectivo?

–Generalmente responden con vacilación, alegría, lágrimas de alegría (¡ha habido mucho de eso!) y, a veces, hostilidad. Cuando pasaron toda su vida pensando que deben sentirse mal por ser como son, se requiere un gran ajuste para comenzar a ver las cosas de otra manera. Y esta es la razón por la que estamos aquí, ¡para reajustarnos las unas a las otras! Estamos muy contentas de ver otros grupos que también organizan eventos contra la gordofobia en Grecia.

¿Cuáles son los medios más eficaces para difundir sus ideas y acciones?

–Publicamos nuestro primer fanzine en 2017 junto a Queer Ink, titulado Gordas: aspectos de la obesidad como identidad política, que es un reflejo de nuestras presentaciones iniciales en los paneles de discusión que realizamos en universidades, centros o locales, y está escrito en griego e inglés. También organizamos la primera (¡hasta donde sabemos!) proyección de películas y panel de discusión sobre políticas de la gordura en Outview, el festival internacional de cine lgbtiq de Atenas que se celebra todos los años desde 2007.

Y también poniendo el cuerpo.

–Claro, organizamos una serie de eventos de peformance/construcción comunitaria en Grecia y Países Bajos, en donde cubrimos nuestra grasa en purpurina y discutimos colectivamente sobre belleza y el dolor que sigue de cerca a nuestras corporeidades. También participamos con nuestros trabajos y acciones en la última Marcha del Orgullo de Creta. El estigma de la gordura no es un problema que pueda resolverse mediante soluciones internas basadas en la autoestima. Ese estigma es una fuerza exterior y debemos combatirla. Además creemos que las discusiones y acciones anti-gordofobia no pueden ocurrir a menos que se combinen con discusiones sobre racismo, colonialismo, transmisoginia, discapacidad y clasismo y por esta razón, ya sea individualmente, en base a nuestras experiencias e identidades, o colectivamente, estamos en diálogo constante con grupos, como Ok2BeFat o Adipositivity, y con todo activismo que trabaje las intersecciones que se dan gordura, negritud, racismo, colonialismo y sexualidades gordas, entre otras.

Vi que en las redes tuvo mucha repercusión el evento de “Las políticas del volumen”.

–Sí, fue un simposio muy intenso de un día en la Universidad de Ámsterdam que realizamos este año, en donde activistas de la gordura, académicos, artistas y lectores de tarot se reunieron para discutir y presentar sus trabajos, reflexiones y discusiones. Hubo charlas, debates, análisis de piropos, proyecciones, frases, situaciones cotidianas y performances frente al espejo para trabajar sobre el propio reflejo. ¡Fue un sueño hecho realidad para nosotras, estar en un espacio con tantas personas gordas talentosas y maravillosas!

HUMOR GRASO

Las Fatties apuntan directamente a romper con los mitos y estereotipos sobre la gordura, con la permanente negación ajena a usar ropas provocativas o ajustadas, las prohibiciones de bailar eróticamente o de exhibir el cuerpo, pero también denuncian sobre la falta de talles de accesorios y juguetes sexuales para gente gorda, viralizan revistas digitales como Cuerpos ingobernables o documentales sobre Nana Chatzi, una mujer trans emblemática que vivió en la ciudad griega de Thessaloniki y falleció hace unos años dejando un enorme legado. Sus redes abundan en memes que declaran entre la risa y la lucha las más variadas consignas: “Sigamos glorificando la obesidad y esparciendo la homosexualidad”, “Chicas gordas, caderas gordas. Y puños gordos, para engordar labios”, “La gente gorda, a vos, no te debe una mierda”, fotos en las que se las ve posando junto a stencils escritos en un elegante griego y su traducción al inglés: “Somos gordas, no vamos a perder peso, nosotras comemos fascistas y comemos patrones”, y frases compartidas, como la de la música, DJ y artivista Tika: “Somos todo lo que este mundo odia. Gorda. Negra. Mujer. Sin disculpas, sin vergüenza. Vete a la mierda. Nos amamos a nosotras mismas” y que finalizan siempre con la maravillosa advertencia: “Ahora has abierto nuestro apetito”. 

¿Hasta dónde el humor funciona como herramienta de combate?

–Creemos que es importante cuidar de quién está haciendo la broma y quién se está riendo con ella. Hacemos bromas porque es una herramienta poderosa que nos permite enfrentar experiencias difíciles y crear un vínculo con nuestra audiencia, pero no aceptamos para nada la idea del humor graso que hace reír a las personas delgadas a expensas de las personas gordas.

¿En qué están trabajando ahora?

–¡Qué buena pregunta! Definitivamente queremos hacer más debates, especialmente en Grecia, donde nos fuimos dando cuenta de que nuestras compañeras gordas y gordos realmente necesitan un espacio para sentirse seguros, abordar y reconocer su dolor incluso antes de que comiencen a desmantelarlo. También estamos trabajando en nuestro segundo fanzine, que incluirá nuevas reflexiones. ¡Y atención, que dentro de poco podría haber una serie de podcasts!

Hace años que la crisis económica, social y política aumenta en el país a la par de su endeudamiento estrafalario con el FMI, cuya última “operación rescate” roza los 9 billones de euros y ninguna solución para sus habitantes. Ante repetidos actos fallidos de un Estado ineficaz, una parte importante de la población ha definitivamente abandonado la esperanza en la vía estatalista para la resolución de las problemáticas sociales, culturales e individuales. Así surgió en Atenas un amplio abanico de grupos activistas de diferentes posturas. Sus acciones pueden ser pacifistas, como es el caso de las Political Fatties con sus pintadas, performances, marchas, conferencias, hasta otros grupos más extremos, como el Group of People’s Fighters o Conspiracy of Fire Cells, que adhieren a enfrentamientos armados contra las fuerzas represivas o la utilización de la violencia, como estallidos de bombas en automóviles de funcionarios públicos, cartas bomba dirigida a ciertos representantes del Estado, atentados a concesionarias de autos de alta gama, amenazas a bancos, o sabotaje de marcas de alimentos, como el realizado a Coca Cola hace poco más de un año, en el que se llevó a cabo un boicot en supermercados para contaminar la bebida y obligar a la empresa a retirar sus productos del mercado En el extremo opuesto, partidos neonazis y de ultra derecha como el Golden Dawn, acusados de actuar en connivencia con la policía griega, intentan ocupar bancas en el Senado sembrando odio y violencia, incluyendo vejaciones físicas y verbales contra toda diversidad poblacional. “¿No es este el tiempo de la revolución?”, se le escucha decir a un anarquista treintañero, café en mano, en un bar: “Es ahora o nunca. Si no hacemos algo ya, esto jamás va a cambiar”.

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