Fue largo el camino, con sus curvas, atajos y retenes, pero finalmente se llegó. Hoy, cuando el reloj marque las nueve, el rock estará premiando al rock en el Teatro Gran Rivadavia (Rivadavia 8636), a través de una estatuilla cuyo nombre impacta directo en los orígenes del movimiento: “Mariposas de madera”. Impulsado por un poeta y periodista que vio todo (Miguel Grinberg), la juntada también prevé, además del homenaje a aquellos músicos que ya no están, un concierto memorable del que formarán parte quienes se tocaron todo durante los casi sesenta años que lleva de vida el movimiento. “Hay que resaltar que es la primera vez que se hará un evento de esta naturaleza, en el que las distinciones no las otorga ningún sector del negocio de la música cuyo avance ha dificultado la evolución de cosas originales, y de buen gusto. Por eso estamos ante una idea noble de Grinberg”, comienza Litto Nebbia, uno de los partícipes necesarios del encuentro. Una idea noble que pudo plasmarse no sin dificultades: comenzó a transitar hace cuatro años, cuando una mariposa multicolor tallada en madera por la artista Marité García (pareja de Pablo Fogo, sobrino de Miguel Abuelo) circuló en medio de “Arte del encuentro”, reunión poética que coordinaba el mismo Grinberg. Y luego se replicó por treinta y cinco, cuando al poeta le dio por pensarla como premio para los precursores del rock hecho en la Argentina.
El siguiente paso, imprescindible, fue que también se engancharan los músicos. Fueron dos amigos eternos (León Gieco y Aníbal Forcada) quienes le dieron un segundo impulso (abortado en su momento); y fue Rodolfo García el que iba a poner el lugar para que el rock se premiara a sí mismo: la remozada Perla de Once. Pero el cierre intempestivo del lugar fue otro de los retenes que congeló por segunda vez la iniciativa. “No era fácil. Se trataba de un osado plan de acción donde el rock premiaba al rock, sin intermediarios discográficos, sin marcas patrocinantes y sin mercaderes de la música comercial”, cuenta el alma pater del encuentro, que finalmente pudo concretarse gracias al empeño de dos productores medio mecenas como Jorge “Monitor” Rodríguez y Charly Fuentes. “No sé si alcanzará esta humilde formulación para saldar el daño inmenso que las discográficas nacionales y transnacionales le han infligido a nuestra música, hasta el punto de morderse y envenenarse la cola con la autodestrucción del negocio”, sostiene Miguel Cantilo, que no podrá ser parte del concierto junto a su par Jorge Durietz, pero enviará un video para estar presente. “Pero espero que al menos opere como un reconocimiento a nuestro rock, que fue uno de los más desarrollados del planeta en su momento. El rock, creo yo, es una expresión artística que merece una consideración fuera de los límites miserables del marketing y la música comercial”, dice.
Durietz se las arreglará solo entonces para tocar la bellísima canción “Que sea el sol” porque, según el guitarrista, armoniza intelectual y musicalmente con el espíritu del premio y del evento. “Creo que el festival es una muy buena idea, ya que reúne una gran cantidad de músicos que en su momento, y sin tener real conciencia de lo que pasaba, formaban parte de la gestación de un género que, más allá de lo musical, implicaba un original movimiento cultural único en América por su magnitud y características”, dice la otra pata de Pedro y Pablo, cuya voz se mezclará con las de León Gieco, Nito Mestre, Raúl Porchetto, Rodolfo García, Alma y Vida, Ricardo Soulé, Edelmiro Molinari, Willy Quiroga, El Reloj, Kubero Díaz, Alejandro Medina, Claudia Puyó, José Luis Fernández, María Rosa Yorio y Emilio del Guercio, entre las de otros y otras. “La clave del encuentro es su finalidad de recordar, sobre todo para las generaciones más jóvenes, el ideario y el sistema de valores con que se inició el rock argentino en las década del sesenta y del setenta”, manifiesta Del Guercio ante PáginaI12. El ex bajista, cantante y compositor de Almendra y Aquelarre tiene previsto juntarse con Héctor Starc y Rodolfo García (más Lito Vitale como invitado) para tocar tres o cuatro temas de esa banda impresionante que fue Aquelarre.
Esta juntada específica tendrá como fin, también, homenajear al ex tecladista de la agrupación Hugo González Neira, fallecido en julio de 2016. De la misma manera, el resto de los convidados al encuentro rendirán culto a otros músicos que ya no están físicamente, pero perduran a través de sus canciones o intervenciones en esta larga historia: Luis Alberto Spinetta, Pappo Napolitano, Tanguito, Pajarito Zaguri, Oscar Moro, Rubén Basoalto, Willy Gardi, Alejandro de Michele, Juan Espósito, Luis Valenti y, por supuesto, la musa del nombre del premio que se les entregará a ellos: Miguel “Abuelo” Peralta. “Tengo recuerdos de Miguel en las plazas, cuando era artesano. Recuerdo una Navidad que fuimos juntos a Rosario a visitar a mis padres y ya desde ese tiempo era un tipo con espíritu artístico. Por lo tanto, reconocer esta distinción con el título de una de sus canciones es un reconocimiento que se le hace, sin duda”, apuntala Nebbia. El ex Gatos prevé hacer dos canciones al piano “que se le ocurran en el momento”. En tanto, Willy Quiroga, otro de los partícipes, también se anotará con dos temas de la primera época de Vox Dei: “Azúcar Amargo” y la preciosa “Tan solo un hombre”
“Esto es algo grandioso porque al principio nos veíamos seguido, pero a medida que el tiempo transcurrió dejamos de hacerlo. Así que coincidir en un evento como éste nos da la oportunidad de darnos un abrazo”, asevera el bajista y cantante de Vox Dei, que recuerda a Abuelo como un grande. “Que se haya elegido una de sus canciones como nombre para este premio es bien merecido, porque todo lo que hizo fue de muchísimo nivel, buen gusto y una locura muy especial”. Del Guercio, que también conoció a Miguel en sus inicios, pone énfasis en su locura, pero le cambia el tono. “Era un tipo muy loco para mi sensibilidad, y en algún grado esa locura me inspiraba temor. Si bien es verdad que los artistas llevamos algo de locura, en mi caso ésta pasa por otro lado”, admite el bajista. “Igual, reconozco a Miguel como un artista talentoso y un gran cantante... nos saludábamos con afecto y respeto, aunque nunca tuvimos afinidad personal”, señala.
–¿Qué opina que se haya optado por el nombre “Mariposas de Madera” para mencionar al premio?
Emilio del Guercio: –Me parece muy bien, porque tiene un alto valor simbólico, dado que es un premio que proviene de quienes compartimos la trinchera. Es muy gratificante.
Durietz, por su parte, además de reivindicar a Abuelo por su genialidad y talento (“era un artista difícil de encontrar en esta vida”) también enfatiza en la canción por su valor simbólico. “‘Mariposas de Madera’ simboliza el anhelo y esperanza de unión, tolerancia y amor entre los seres humanos”, sostiene él. Aún más significativo lo es para su coequiper Cantilo, quien compartió largos ratos de su vida junto a Abuelo, sobre todo en la hermosa y hippona Ibiza de fines de los setenta del siglo pasado. “Su canción es quizá el símbolo de libertad más inspirado. Más aún que ‘La Balsa’, ‘El anillo del Capitán Beto’, ‘Peperina’ o tantos otros que sobrevuelan el rock. Y lo pienso así porque sintetiza la mirada poética de Abuelo con sencillez, sin eufemismos ni pretensiones. Una mariposa de madera es algo tan bello como una de alas de agua y está siempre aludiendo a la capacidad de volar, pesada o livianamente, que tiene el ser humano. Aunque con Miguel Abuelo, es cierto, no puedo ser objetivo... fue uno de mis más admirados colegas, un artista en todo el sentido, un buscador de verdades infatigable y un amigo y cómplice de aventuras callejeras en los ardientes veranos de Ibiza.”
Quien no piensa igual es José Luis Fernández, el ex bajista de La Máquina de Hacer Pájaros, que también tocará en el concierto. “No sé si ‘Mariposas de madera’ es el nombre más adecuado para el premio, pero fue una idea de Miguel Grinberg y bienvenida sea. Digo esto porque no sé si es la canción más representativa del rock argentino, pero seguro es una excusa para que suceda y esto es siempre bueno”. Fernández va a tocar bajo y guitarra en algunos temas de PorSuiGieco, en cuyo disco publicado en 1976 participó como invitado, y también en alguna pieza de La Máquina junto al guitarrista de aquella agrupación: Gustavo Bazterrica. “Todo reconocimiento es reconfortante, sobre todo en nuestra actividad que siempre resultó ardua en este país, por diferentes motivos”, dice Fernández. “Al principio durante la dictadura, por razones obvias, y ahora en medio de esta explosión mediática que reparte música basura para todos lados. En este contexto, el rock siempre es algo difícil de hacer y difícil para subsistir. Lo mejor de este evento va a ser poder pasar una hermosa velada con amigos y público del mismo palo”
–¿Qué piensa del premio en sí, más allá del concierto?
José Luis Fernández: –Sin duda, los premios siempre son un mimo para el que hace algo, así que lo festejo de muy buen grado y me gusta también que se recuerde a los que ya no están, porque fueron parte de un movimiento que cada vez es más difícil mantener vivo, pero que nos ha marcado a todos a lo largo del tiempo.
Por su parte, Miguel Cantilo que, al igual que Claudio Gabis (ver aparte) no estará presente físicamente en la velada (“Desafortunadamente las condiciones laborales de mi país, como en otras décadas, me obliga a salir a buscarme la vida por el planeta”, dice), ha enviado un video con la canción “Día de sol”, cuyo título remite al espíritu poético y luminoso de las canciones de Miguel. “La intención es que se proyecte y que Jorge (Durietz) la complemente en vivo”, espera Cantilo, que está en España terminando la grabación de su vigésimo octavo disco, a publicar en la Argentina en noviembre. “Un premio es siempre un gesto de aliento, aunque a veces los haya contaminados por intereses comerciales o políticos, lo cual evidentemente no sucede en este caso. Me parece bien, aunque no sea indispensable. Pero si fue idea de Miguel Grinberg la suscribo, porque es una de las pocas personas que he conocido que no alberga dobleces, ni sospechas de ocultos intereses egocéntricos. Es un titán de nuestra cultura ‘Roll and Rock’, como supo llamarla en su momento”, define Cantilo, dándole un perfil circular al tridente concierto-premio-homenaje.