En medio de la tormenta

 

La región argentina experimenta una etapa de infamia, impunidad y encanallecimiento superlativo. Las clases dominantes juegan sus juegos de poder mientras la pobreza y la miseria crecen. En este contexto, emergen voces sugiriendo la aplicación de mano dura con las clases subalternas. Los altos niveles de violencia institucional son una muestra acabada de esto, como lo indica la represión en la ciudad de La Plata a las trabajadoras y trabajadores del astillero Río Santiago.

El actual gobierno aplica a rajatabla el ajuste y satisface las expectativas de los banqueros vernáculos y del FMI, aplicando un ajuste brutal orientado a aniquilar la educación y la salud públicas. Por ejemplo, el desfinanciamiento del sistema educativo, particularmente en las universidades nacionales, la ciencia y la tecnología.

Respecto de la salud pública, la no provisión de vacunas contra la meningitis, la dilación del pago a quienes realizan traslado de personas con discapacidad, el riesgo de suspensión de tratamientos de diálisis también por la reducción presupuestaria estatal. Además, en medio del proceso de exclusión social creciente aumenta el número de familias en situación de calle.

Entre tanto, los burócratas sindicales maniobran y guardan un silencio cómplice con la devastación social en marcha.

Nada es casualidad, el fascismo social es la patética expresión de la ideología dominante que justifica todas las aberraciones como el gatillo fácil en los suburbios. Sembrar el terror es parte de las estrategias paralizantes para neutralizar la protesta social. Mantener encarcelados y por lo tanto como rehenes a los luchadores sociales, como el militante anarquista Diego Parodi. Hostigar a las comunidades indígenas de la Patagonia, y ahora el dictamen de extradición de la Corte contra el lonko mapuche Facundo Jones Huala.

Un nefasto clima de época en el cual, aun en medio del espanto, debemos resistir, solidarios y sin claudicaciones.

Carlos A. Solero