¿Hay algo que no quepa en el infinito?

 

Nueve noches se unió a mi madre al prudente Zeus. Nueve noches, la señora de las colinas de Eleuter, fue llevada por el obstinado dios a su lecho divino. Nueve orgasmos inmortales nos engendraron.

Yo, musa.

Yo, Kleio.

Yo, Clío.

Clío, Clío, Clío, la reina de la historia.

Clío, Clío, Clío, la reina del flow.

A los nueve meses, nueve niñas nacimos, de nueve pujos sobrenaturales. Todas dadas a luz en la más alta cumbre del nevado Olimpo. Todas de igual pensamiento. Todas con un mismo corazón, todas exentas de dolores. Todas en un crepúsculo poetizado, atadas al cuello de una canción o de una ráfaga.

Clío, Clío, Clío, papiro y capsa,

Clío, Clío, Clío, la reina del twist.

Yo, musa y sin embargo.

Noche sobre noche, olor sobre olor.

Sobrevuelo el tiempo como un pámpano en el aire, muy despierta, con invitados en estado de boda y de desastre, con rubios furibundos y morenos de fuego lento.

Yo, musa,

en la gran fiesta del lenguaje,

en la infinita riqueza abandonada.

Yo, musa.

Laurel y trompeta heroica.

Yo hálito y alquimia.

Dicen que soy yo quien más se parece a mi madre. Ser musa. Ser hija de la memoria. Que por mi madre se nombren tantas cosas, mente, mención, mentir. Mentir porque existió Mnemosine. Perdurar en el recuerdo porque nací yo. Mi verdadero talento junta seriamente unos nueve planetas. Marte, Venus, Tierra, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón.

Yo, hija de una técnica.

Yo, musa de la luna.

Yo, prosambanomenos.

Yo, hipodorio.

Yo La.

La musa.

Primer furor.

Yo salgo de la bañera, bebo algo, doy vueltas en la cama, me acaricio suavemente, activo la ingeniería. Recuerdo a la poetiza algo rubia, algo mayor, algo untada con salsa de frutilla, comiéndose el clítoris de la historia como si saciara el hambre de toda una generación.

Clío, Clío, Clío, la que ofrece la gloria,

Clío, Clío, Clío, la reina del swing.

Yo, volátil.

Yo con el recuerdo en la mano. No se pierden los temblores porque yo los recojo. No envejece el pasado porque yo lo nombro. Razones suficientes para comprender que mis labios son demasiado fuertes para callar la historia. Y si mis labios fueran demasiado pequeños también podría.

Afortunadamente en el mundo están los sueños,

y las mujeres,

y los hombres.

Las cosas, incluso.

La poesía.

Yo, musa.

Yo, métrica.

Yo, ritmo.

Yo, forma.

Yo, fondo.

Zeus toma a Apolo.

Apolo toma mi yo.

Yo tomo al Poeta.

Yo recojo el primer recuerdo, lo llevo en brazos sobre el cisne blanco, atravieso el río del olvido, inicio los misterios, pongo en juego la inspiración.

Yo alquimia.

Yo hálito que orbita.

Yo oro filosófico.

Yo parte ígnea,

parte magnética hacia donde tienden todas las partes.

Yo, musa,

la que nombra,

la que alaba,

la coleccionista de suspiros últimos,

la que guarda agujeros,

intersticios,

la que pueda agruparlos,

federarlos,

convertirlos en el otro poder,

salvarlos del anonimato.

 

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