Al Banco Central le fallaron los instrumentos, y al mercado le falló el radar. El dólar cerró la semana acumulando un aumento de un peso respecto del viernes anterior, pese a que en la plaza cambiaria se esperaba para esta semana corta que imperara cierta calma. El Banco Central salió a contrarrestar un nuevo episodio de la corrida, esta semana, con contratos de venta a futuro a plazos cortos, pero quedó de manifiesto que perdió la pulseada. La divisa estadounidense marcó nuevos récords, cerrando la semana a un valor de 30,90 pesos en el mayorista y 31,50 en el minorista, con subas aproximadas de 40 centavos en el primero y 50 en el segundo respecto del cierre del jueves.
En opinión de los especialistas, “el dólar alcanzó un valor altamente rentable en lo comercial, pero para las apetencias financieras pareciera no tener techo”. Esta dicotomía quedó expuesta por la caída persistente del precio de los bonos (ver aparte), con tasas de retorno que para los denominados en pesos ya superan el 60 por ciento (deudas provinciales) y para los títulos a largo plazo en dólares alcanzan al 11 por ciento. Pero ni aun así, con tan elevados rendimientos, logran atraer inversores, que siguen desprendiéndose de los papeles de deuda para pasar al dólar líquido.
El intento del BCRA por aplacar la suba se reflejó ayer en la agresiva política de colocación de contratos cortos de dólar futuro en las primeras dos horas de operaciones, cuando logró que la divisa cediera 17 centavos con respecto al valor de cierre mayorista de ayer. Pero la apetencia de los inversores por dolarizar sus carteras le torció el brazo, revirtiendo la caída inicial y continuando el raid alcista hasta computar en la jornada una ganancia neta de 40 centavos. Nuevamente, como en las dos jornadas previas, el esfuerzo de la autoridad monetaria había resultado escaso. Hay quienes le asignan sin embargo un éxito parcial ya que aseguran que, sin su intervención, la cotización hubiera volado a escalones mucho más elevados.
“No se esperaba este comportamiento del mercado el viernes pasado, cuando superado el salto de la semana, se pensaba que venían unos días tranquilos”, comentaban ayer en la plaza financiera. Pero son las condiciones políticas locales las que crean tensión y desconfianza, antes que los movimientos en el real brasileño o la lira turca. Las novedades en la semana fueron mostrando un permanente debilitamiento del gobierno, tanto en la evolución de la economía como en el plano de la confrontación con la oposición (desde la cual, la reaparición protagónica de Cristina Kirchner pareciera haberle atado un yunque al cuello del oficialismo). Un reconocido especialista señalaba ayer a este diario que, “a lo que más le temen los capitales del exterior, es a un escenario tipo ‘que se vayan todos’, como el de 2001”. Y son estos capitales los primeros que han emprendido la retirada, como se observa en el brusco salto en los rendimientos de los bonos soberanos. “No podría decirse que estamos en un escenario de default todavía, pero sí que entramos en zona de alto riesgo”, comentó la misma fuente, refiriéndose a la caída en el grado de confiabilidad en el cobro de los títulos de deuda.
Tampoco son buenas las noticias que van abonando la perspectiva económica a corto plazo. Los datos oficiales en materia de actividad económica señalan que la recesión no sólo se anticipó, sino que es más profunda de los esperado (informe del EMAE a junio del Indec). Tampoco es bueno el balance de resultados para el remedio monetarista a la inflación: el alza de precios continúa y promete otro salto importante del IPC cuando cierre agosto, demostrando que la suba del dólar (inflación de costos) resulta mucho más determinante que la suba de tasas (restricción de demanda).
Pero mientras los fondos extranjeros se van, liquidando sus posiciones en títulos argentinos (lo que también se observó en las acciones, ver nota aparte), los locales dolarizan su cartera pero no huyen. “El saldo de depósitos en dólares en el sistema bancario no bajó, incluso subió un poco”, informan los especialistas, indicando que quienes optan por el dólar no se llevan los activos del sistema. Ello explica la presión sobre el mercado minorista, que cerró ayer en alza por quinta jornada consecutiva. Con el cierre de 31,50 pesos de ayer (promedio de cotización en bancos que informa el Banco Central), la suba en el día fue de 50 centavos y acumuló algo más de un peso en una semana.
El ojo del Fondo
El programa económico acordado con el FMI fue firmado en junio. En él, se dispusieron diversas restricciones a la política monetaria, entre ellas fijarle un piso mínimo a las Reservas Netas del Banco Central, y un sendero de intervención decreciente de la autoridad monetaria en el mercado de dólar futuro. La política desarrollada por Luis Caputo en estos días parecería más celoso por respetar la primera restricción que la segunda. Ante la emergencia de tener que atender un nuevo episodio de la corrida, el Central no vendió reservas que hubieran reforzado la oferta mayorista, sino que salió a colocar contratos de futuro, lo cual podría estar excediendo los límites fijados en el acuerdo o arrimándolo peligrosamente al límite. Este comportamiento sugiere que existiría una autorización implícita para pasarse de la raya en este sentido, anticipando quizás algunas de las cláusulas de un futuro “waiver” (perdón o revisión de las condicionalidades). Superado el inconveniente que supondría incumplir con el Fondo, queda en pie otro: que la estrategia no está dando resultado.