Las ciencias sociales están de luto, murió Samir Amin, el destacado economista y cientista social franco-egipcio que, más que nadie, luchó por un Tercer Mundo y una América Latina independiente, no subordinada a los países hegemónicos centrales, empresas trasnacionales y elites económicas y financieras. Aunque no formó parte del grupo de teóricos latinoamericanos que a finales de los años ‘60 y principios de los ‘70 elaboraron la teoría de la dependencia, lo cierto es que muchos de sus aportes complementaron y a veces superaron los planteamientos de aquellos.

Como se sabe, la teoría de la dependencia, en su versión marxista, atribuye el subdesarrollo de los países de la llamada periferia, al carácter histórico y subordinado de dependencia de sus economías de los países centrales, pero, sobre todo, a la sobreexplotación del trabajo en estos países, que posibilidad la transferencia de cuotas de plusvalía más altas. Para Amin, esto se da a escala mundial, como parte de un sistema de acumulación que reproduce un patrón de dependencia para ciertos países que los imposibilita aspirar al desarrollo o salir del subdesarrollo.

Un estudio pionero en este campo es La Acumulación a Escala Mundial: Critica a la Teoría del Desarrollo, libro publicado en 1970 (francés) y en 1974 (español), donde Amin caracteriza la formación y desarrollo subordinado del capitalismo en los países periféricos, y los mecanismos de transferencia de excedente económico a los países centrales, incluyendo ajustes particulares de las cuentas externas y rol de la periferia en la economía mundial. 

En Latinoamérica, un trabajo destacado de Samir Amin fue Cuestión Campesina y el Capitalismo, escrito junto a Kostas Vergopoulos, en 1974, que sirvió de base para el análisis de los problemas que genera el desarrollo del capitalismo en la agricultura, las tesis sobre las vías del desarrollo propuesto a partir de la experiencia en Rusia, y las formas de obtención del producto social de las economías campesinas, caso particular de la renta de la tierra.

Otro trabajo pionero fue la llamada Teoría de la Desconexión (1989), cuando, por el otro lado, se estaba bendiciendo el llamado Consenso de Washington. La tesis de la desconexión busca, ante todo, que los países periféricos ejerzan el control del proceso de acumulación interna, que les permita un desarrollo más autónomo, no sujeto a la dinámica e intereses económicos, sociales y culturales de los centros; más aún, al interés de las élites económicas y empresas multinacionales. Este control de la dinámica de acumulación interna, no debe recaer en las élites nacionales aliadas con el capital transnacional, sino en una gran alianza de las fuerzas y movimientos populares, que supere los enfoques tradicionales del desarrollo.

La desconexión implica la vigencia de un modelo de desarrollo de tipo socialista (visto como un futuro al construir) pero que abra un amplio espacio de participación política y social, reconociendo independencias y autonomías ancestrales legítimas de pueblos y comunidades. Hay mucho que aprender de Samir Amin, por tanto, sus aportes a la teoría del desarrollo desde dentro de un mundo global, deben ser tema de análisis y discusiones en Universidades y organizaciones sociales y populares diversas.

* Periodista y analista político hondureño.

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