Esta semana China lanzó una hoja de ruta para su batalla contra la pobreza extrema, que espera erradicar para el centenario del Partido Comunista gobernante. Justo acabo de regresar de allí para un estudio sobre el tema y de visitar, en Shanghai, la casa hoy museo donde el 1º de julio de 1921 sesionó en la clandestinidad el 1° Congreso del PCCh (tanta, que lo corrieron de ahí y debió terminar en una barcaza), del que participaron los dos líderes principales Chen Duxiu y Li Dazhao y un joven Mao Zedong. El actual gobierno de Xi Jinping, a quien no pocos ven como un nuevo Mao, ratificó en esa guía que buscará eliminar la situación de pobreza absoluta en la que, según sus cálculos, viven 30 de los 1380 millones de habitantes de China.
El Banco Mundial reconoce que la tarea ha sido notable. Más de 600 millones de personas (la mitad de la población) salieron de pobres en estas décadas, “reducción récord en la historia humana y que puede ofrecer lecciones útiles a otros países en desarrollo”, dijo Bert Hofman, a cargo en el organismo para ese país. En los registros del BM, la tasa de pobreza china bajó de 17,2 por ciento en 2010 a 3,1 por ciento en 2017. Y, por lejos, hizo el mayor aporte a la baja mundial de pobres. Tanto que sin él quizá hubiera subido estos años de frenesí neoliberal global.
Lin Hua, investigadora del Instituto Latinoamericano de la Asamblea de Ciencias Sociales (CASS) dijo a Cash que en cada uno de los cinco últimos años hubo un recorte de 10 millones de pobres promedio. Así, con el ritmo actual de actividad económica, en esta etapa llamada de “Nueva Normalidad”, con un PIB creciendo menos que las altísimas tasas de expansión de las primeras tres décadas a partir de 1978 (inicio de la reforma y apertura de Deng Xiaoping) pero sin embargo en torno a 6-7 por ciento anual y con más énfasis en el mercado interno que en exportaciones e inversiones, la reducción de pobreza total es de 50 millones de pobres menos cada lustro. A nivel oficial, manejan cifras más altas: habrían salido de pobres en los últimos años 68 millones. Y la tasa total bajó de 10,2 por ciento en 2012 a 3,1 por ciento en 2017. De acuerdo con la Oficina del Grupo Dirigente de Reducción de Pobreza y Desarrollo del Consejo de Estado, se trata de 13 millones de personas.
La guía mencionada enfatiza que se cumplirá la tarea concentrada sobre todo en áreas rurales para construir una “sociedad moderadamente próspera”, una de las metas de Xi y de sus antecesores en el poder. El director de la Oficina, Liu Yongfu, opinó que esta política “demostrará la superioridad” del modelo chino de “socialismo con peculiaridades chinas” sobre los liberal–democráticos occidentales, y que las metas de 2030 anunciadas por la ONU y no cumplidas por casi ningún país salvo China se alcanzarán “10 años antes”.
“Se garantizará comida, vivienda y educación primaria de nueva años (el primer ciclo obligatorio en China) a las familias y chicos pobres. También atención médica y condiciones de vida básicas deberán ser garantizadas”, dice la hoja de ruta. Y menciona específicamente las regiones de Tíbet, las prefecturas autónomas de Liangshan Yi y de Nujiang Lisu ubicadas respectivamente en las provincias de Sichuan y de Yunnan, todas áreas del centro y el suroeste del país muy montañosas, remotas de los centros urbanos que más se desarrollaron en el área costera.
Para nuestra investigación, de la cual publicó algunos adelantos la revista “Dang Dai”, viajamos a algunas de esas regiones como a las de Qinhai, Gansu y Xinjiang, también al Oeste. Y entrevistamos a profesores de la CASS y de universidades como las de Beijing Normal, de Estudios Laborales de la misma capital, de Shanghai, los institutos de Desarrollo Rural y de Distribución de la Renta o la Academia de Estudios de China Contemporánea y el Mundo.
Wan Haiyuan y Li Xu, dos especialistas, coincidieron en que tras muchos años de tarea, la principal lección fue girar de la ayuda directa o subsidios a familias pobres (aún existen en algunos casos) a “políticas de capacitación y entrenamiento laboral” para individuos o comunidades rurales. Junto con los profesores Gao Bo y Hu Binchuan enfatizaron el “enfoque integral y multidisciplinario” del plan, que espera tener otro salto en la erradicación más amplia posible de la pobreza para 2049, cuando el triunfo de la Revolución y la instalación de la República Popular cumplan un siglo de vida. Esto significa que el programa articula temas de salud, educación, empleo, infraestructura, finanzas y desarrollo industrial. Entre muchos ejemplos, ofrecieron los casos de producciones rurales alejadas que necesitaban aprender a superar la mera labor de subsistencia y producir excedentes para el mercado, así como la construcción de obras para poder colocarlos allí; la producción e instalación de dispositivos de paneles solares en sus hogares pero también con un plus para vender; la siembra y cosecha con fines propios y para la venta de productos orgánicos (con un sofisticado dispositivo de ventas online, furor en China) u oficios que van desde guías turísticos a peluqueros o criadores de patos. Ministerios, organismos, cuadros partidarios, estudiantes y empresas estatales y privadas (como Heng Da y Tai Pu, de suministros eléctricos y agroquímicos respectivamente, ambas trabajando en la provincia sureña de Guizhou) están involucrados en una tarea cuya premisa quizá más sintética sea la del viejo refrán de “mejor enseñar a pescar que regalar pescado”.
Wan describió cuatro características del plan y sus desafíos: la definición de la línea de pobreza (para el BM, 1,90 dólares por día por persona; o 1,25 dólar en caso de pobreza extrema), el ritmo de crecimiento económico más lento en China, la cuestión presupuestaria en ese contexto y el desequilibrio entre costa e interior. Otro académico habló de otro asunto por el cual mermaron los subsidios directos: casos de corrupción en especial a escala de los municipios.
Xi, en su libro Up and Out of Poverty cuenta la experiencia de la provincia sureña de Fujian, la misma de la que han venido la mayoría de inmigrantes chinos a Argentina y la que el actual líder gobernó entre 1999 y 2002. Señala la necesidad de “tomar el desarrollo económico como tarea central”, “llevar adelante el espíritu de perseverancia” y “librar la pobreza de la mente de cada uno para poder aliviarla”.
El profesor de la Shanghai University Guo Changgan (director del centro binacional CIMI que esa institución firmó con el Conicet y que aquí dirige el sociólogo Fortunato Mallimaci) defendió la tarea del gobierno central en las zonas remotas, donde viven algunas de las más de 50 etnias minoritarias. “En Occidente a veces critican el avance del chino mandarín en esas comunidades, pero no es imposición. ¿Cómo podrían progresar si no saben chino o saldrían de pobres? ¿dónde trabajarían?”, indica.
Desde 2013, se creó inclusive el Día Nacional de lucha contra la pobreza: el 17 de octubre. Casualmente, el día principal en el calendario del peronismo, tema que sabían algunos de los entrevistados conocedores de Argentina y de América latina.