¿Los primeros humanos acampaban? Vivían donde la naturaleza los dejaba, hacían fogatas como podían y comían lo que encontraban. Los antropólogos aseguran que los primeros homo sapiens fueron nómades que cargaban sus petates y se mandaban a mudar cuando el rincón que los alojaba ya no ofrecía sustento. Eran mochileros. No como los de ahora, que se toman el palo después de haber ahorrado en algún laburito, claro, pero mochileros al fin. Por suerte, desde ese millón de años atrás originario hasta hoy la cosa mejoró notablemente: comida en lata, carpas livianas, suero antiofídico y GPS para no perderse en la montaña. Y no sólo eso: ¡internet!
El mochilero y acampante de hoy, cuenta Florencia Servera, tiene ventajas como kits de supervivencia, instrumentos multiuso para restar peso en las mochilas, carpas que filtran los rayos ultravioletas, filtros potabilizadores de agua “del tamaño de un sorbete” y otros truquitos. “La disponibilidad de tanta información compartida en la red contribuye a que se difundan técnicas de supervivencia bastante antiguas que permiten, en un abrir y cerrar de ojos, averiguar cómo podemos hacer fuego, obtener agua y hasta asearnos”, cuenta la autora de El mochilero científico, recién publicado por Siglo XXI Ediciones. Y sí, al celu cualquiera se puede bajar un mapa topográfico súper preciso de la zona en la que plantará la carpa (eso sí, ¡hacerlo antes de quedarse sin señal!).
Para algunos, mochilear o ir de camping es lanzarse a la aventura. Dejar “la civilización” por un rato y desconectarse. Otros no pueden renunciar a las comodidades modernas. Para Servera, de 26 años y además docente que se copa investigando estas cosas para interesar a sus alumnos, lo ideal es conocer tanto las costumbres de los pueblos originarios como los recursos modernos, cosa de elegir en función del gusto de cada quien. “Saber cómo los pueblos originarios se las ingeniaban para obtener alimento, agua, refugio e incluso medicinas no sólo es útil para dar rienda suelta al instinto aventurero y la creatividad, sino también para estar preparados para afrontar imprevistos en los que lo de la mochila no alcanza o no sirve.”
En sus acampes, probó las técnicas que sugiere en el libro, porque los imprevistos abundan, advierte. “Es más, saber estas cosas puede aumentar las posibilidades de sobrevivir en situaciones más extremas en las que el rescate puede demorarse, como zonas deshabitadas o de vegetación muy densa, pérdidas en la montaña, naufragios”, anticipa. Mochilero preparado, parece, vale por dos.