Desde Nueva York
Lo repite ante cada consulta y lo demuestra a cada paso: Juan Martín del Potro disfruta del Abierto de tenis de Estados Unidos en Nueva York como no lo hace en ningún otro sitio del mundo.
Cobijado por un público que lo adora, afirmado sobre la superficie a la que mejor se adapta y motivado por su mejor posición histórica en el ranking mundial, Del Potro sabe que está frente a una oportunidad enorme, siempre que su muñeca operada le responda como pretende.
“Me siento bien y estoy en buena forma”, consideró Del Potro ante la prensa internacional que lo abordó en plena pista del flamante estadio Louis Armstrong durante el “media day”. Y como una verdadera estrella, luego habló para las televisoras internacionales y se dio un sentido abrazo con Daniela Hantuchova, la ex tenista eslovaca que ahora es presentadora de la cadena Prime.
“Como todos saben, este es mi torneo favorito del Tour y siempre tengo muchas expectativas de jugar en Nueva York. Estoy muy emocionado de comenzar y trataré de disfrutar como siempre lo hice en este torneo. Después veré si puedo llegar lejos”, afirmó el “Gigante Amable”, como lo presentaron en las pantallas gigantes durante el sorteo desarrollado en el Brookfield Place, un complejo de galerías ubicado frente al World Trade Center y a orillas del río Hudson.
Caminando por las entrañas del estadio Arthur Ashe para ir desde la sala de jugadores a entrenarse a una cancha auxiliar o para practicar en el estadio Louis Armstrong, donde hoy debutará ante el local Donald Young en el cierre de la jornada nocturna, el argentino se topa con una gigantografía con su imagen, como la de todos los campeones que algunas vez celebraron en el US Open.
Cuando sale, cientos de aficionados lo abordan para una foto o un autógrafo: la rutina se repite cada vez, con Del Potro firmando decenas de las pelotas gigantes que la marca de su raqueta vende como pan caliente a 45 dólares en los puestos del Corona Park, una camiseta o simplemente un papel arrugado.
La sonrisa la mantiene siempre, incluso mientras practica: durante unos games que jugó en el Armstrong ante Andy Murray, su posible rival en la tercera ronda, una dejada del británico terminó con Del Potro del otro lado del campo, bromeando con el ex número uno del mundo por lo que había sucedido, mientras Judy, la madre del escocés, seguía los movimientos de su hijo desde la última fila del estadio.
Pero no todo es tenis para Del Potro en Nueva York. En la noche del sábado se dio el gusto de fotografiarse con Bruce Springsteen tras el concierto que “The Boss” brindó el teatro Walter Kerr de Broadway. Desde que lo entrenaba Franco Davín, Del Potro es fanático del veterano músico estadounidense y ya había disfrutado de su música en Wembley en 2013 y unos meses después en el estadio GEBA de Buenos Aires. Por aquellos años, ver un DVD de “The Boss” era la cábala preferida del argentino después de ganar un partido.
En ese ambiente ideal, Del Potro está buscando a un aliado que necesitará si pretende llegar lejos en Flushing Meadows: su revés a dos manos, que lo disfrutó en Roland Garros y en Wimbledon, pero que las recurrentes molestias en la muñeca no se lo permitieron pegar pleno en Cincinnati, además, de obligarlo a tomarse una pausa en Toronto.
“Vengo en un día a día”, contó Del Potro sobre el estado de su muñeca operada. “Venía pegando de una manera y ahora tuve que aflojar un poco, que igual es algo normal dentro de todo lo que me ha pasado.
Espero en estos días de preparación recuperar ese revés más que aceptable que estaba teniendo y que me dio resultados en París y en Wimbledon”, remarcó el argentino. En los entrenamientos pareció encontrarlo, ya que lo probó el sábado ante Murray y ayer insistió mucho con ese golpe, tanto cruzado como paralelo, en su práctica matutina con su compatriota Diego
Schwartzman. “Lo está pegando bien”, le dijo a la agencia dpa su entrenador, Sebastián Prieto, para reforzar esa percepción.
Con ese panorama, la ilusión de repetir, al menos, una semifinal como el año pasado ante Rafael Nadal no parece utópica. Dos primeras rondas en teoría accesibles, un posible cruce en la tercera ronda ante un Murray sin ritmo y un eventual choque en cuartos ante Grigor Dimitrov o Stanislas Wawrinka se asoman en el horizonte. Para un Del Potro pleno de confianza y optimismo, no lucen como escollos insalvables.