Aldosivi logró su segundo triunfo consecutivo al imponerse ante un pobrísimo Lanús por 1 a 0 en La Fortaleza. La derrota marcó el final del ciclo de Ezequiel Carboni en el banco granate, ya que de los 26 partidos que dirigió tuvo una efectividad del 19,5 por ciento: sólo ganó 4, empató 13 y perdió 9. Matías Pisano, a los 14 minutos, anotó el tanto que le dio la victoria al conjunto portuario.
Con un esquema de juego un tanto confuso que dispuso a Marcelino Moreno como armador y sin un número cinco clásico, el anfitrión empezó a perder la pulseada desde el mismo pitazo inicial del árbitro Ceballos. A partir del buen pie de Pisano, Chávez y Colman, el Tiburón comenzó a construir su victoria demostrando un aceitado funcionamiento que lo llevó a una temprana apertura del marcador.
Un desborde del habilidoso Chávez por izquierda derivó en una cesión a Pisano, quien remató provocando que Sara ofreciera una floja respuesta y tuvo como consecuencia un innecesario rebote corto que terminó en la cabeza del mismo Pisano, que sólo tuvo que empujarla a la red.
Dicha conquista le otorgó a la formación marplatense la tranquilidad indispensable para dominar psicológicamente a un adversario que viene demostrando una notoria fragilidad táctica.
El cuestionado Carboni apeló a una constelación de delanteros en el segundo tiempo, pero siguió sin lograr el volumen de juego que permitiera abastecer a todos ellos, quienes finalmente terminaron superponiéndose en sus funciones.
Tal confusión estratégica favoreció a un Aldosivi bien plantado en defensa, donde sobresalieron Amor y el moreno Jefferson Mena. Sin esmerarse demasiado en agrandar el marcador, el elenco de Alvarez siempre dio la sensación de disponer de una línea de juego definida en contraposición a un “Granate” sin norte y con una alarmante falta de profundidad.
Ausente el fastidioso Acosta y con un errático Ribas, el dueño de casa casi no le hizo pasar sobresaltos al seguro Pocrnjic, quien respondió con solvencia descolgando infructuosos centros frontales que no hicieron más que poner al desnudo la absoluta carencia de ideas de un Lanús que está atravesando sin éxito una prolongada etapa de renovación.
La estruendosa silbatina con la que resultó despedido el conjunto local fue la imagen del descontento y el pésimo clima en el “Granate” y tuvo como principal apuntado a Carboni, que tras el partido decidió renunciar.