Alfredo Casero tiene razón: en este país nadie debe pedir flan porque se convirtió en un lujo. Comprar los ingredientes para hacer un flan en casa, es decir un flan Casero, acompañó básicamente el incremento del índice de precios al consumidor desde que Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre de 2015, e incluso lo superó. Cuesta un 115 por ciento más, porcentaje en el que no se actualizó ningún ingreso fijo. Y ponerle dulce de leche ya es cosa de los que aparecen en la lista de Forbes. El cálculo es sobre los ingredientes. Sumarle el gas de la cocción y la electricidad necesaria para enfriarlo, tarifazos mediante, sería obsceno.
“Lo que intentó Casero, supongo, es ridiculizar las demandas populares diciendo que no se puede pedir flan cuando hay necesidades más urgentes”, analizó a pedido de este diario el economista Eduardo Hecker, ex presidente del Banco Ciudad y de la Comisión Nacional de Valores. “El problema de Macri es que, si es cierto que hubo un incendio, la casa no se le quemó ayer sino hace 32 meses. ¿En 32 meses no hizo nada y recién ahora le estarían pidiendo injustamente un flan? Si uno es benigno con Casero, su sketch viene a ser el reconocimiento de que Macri no manejó bien la situación económica. Y ese reconocimiento proviene de alguien que apoya al Gobierno.”
Al día siguiente de que Casero hizo su escena delante del animador Alejandro Fantino y explicó a los gritos que la casa se incendió y los chicos igual piden flan, el Presidente se dejó fotografiar comiendo un flancito. Lo mismo hizo el intendente de La Plata, Julio Garro. Y un video mostró que muchos legisladores de Cambiemos, después de una reunión con Macri, se acomodaron para la foto al grito de “Queremos flan”. Cualquiera tiene derecho a revivir la edad del pavo. O tal vez no. El ex diputado Claudio Lozano dijo a PáginaI12: “O Macri es tan energúmeno que no se dio cuenta de lo que Casero quiso decir, o mandó un mensaje muy claro para que incluso Casero lo anote: el flan es solo para los ricos”.
Mariano de Miguel, otro economista, director del Instituto de Estadística de los Trabajadores de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, admitió que le resultaba difícil entender qué quiso decir Casero. Sin embargo aventuró lo siguiente: “Supongo que quiso marcar una pretensión exagerada del pueblo argentino de pedir postre cuando la situación heredada sería a su juicio muy grave. Encima Macri le hizo un guiño comiendo flan. No sé si Macri quiso decir que se come a quienes protestan o que come aquello que a los demás se les niega. Pero lo importante es que el flan tiene componentes alimenticios, como leche y huevos, que estuvieron entre las mayores víctimas de la inflación desde fin de 2015. El postre típico de los argentinos subió incluso más que la inflación computada desde el primer día de Gobierno de Macri. Y pegó más en los sectores que menos tienen porque los hogares de menores ingresos gastan proporcionalmente más dinero en alimentos”.
Números
Una receta posible de flan casero incluye estos ingredientes: un litro de leche, media docena de huevos y 200 gramos de azúcar. La versión VIP podría incluir 200 gramos de dulce de leche.
En diciembre de 2015 Precios Cuidados tenía en oferta el litro de leche entera a 10 pesos en las dos primeras marcas, La Serenísima y Sancor.
El dulce de leche Casanto de 400 gramos podía conseguirse, caminando, a 17,10 pesos.
El azúcar blanca de Ledesma podía comprarse a 10,50 el kilo.
Los huevos costaban 10 pesos la media docena.
Las cosas cambiaron.
El dulce de leche Casanto de 400 gramos cuesta hoy 27,99 pesos.
La leche entera La Serenísima vale en Wal Mart 24,90 el sachet de litro.
También en Wal Mart, un kilo de azúcar Ledesma se consigue en oferta a 22,80.
Los seis huevos cuestan 18.
Los ingredientes para hacer un flan cuando asumió Macri costaban 22 pesos. Con los 200 gramos de dulce de leche llegaban a 30 pesos.
Los ingredientes de un flan casero hoy cuestan 47,4 pesos. Si le agregan 200 gramos de dulce de leche el precio trepa a 61,4 pesos.
O sea que los ingredientes subieron un 115,4 por ciento. Y con dulce de leche, 104,6.
La inflación medida en la ciudad de Buenos Aires llegó, según publicó este diario, 112,5 por ciento.
El flan casero siguió sus pasos y la superó en unos puntos. Los ricos que pueden darse el gusto del dulce de leche le ganaron a la inflación, aunque no tanto como quienes apostaron al dólar.
Si algún funcionario recusa estos datos debería acudir a Juan José Aranguren y Javier Iguacel, los dos ministros de Energía de la Administración Macri. La elaboración tomó en cuenta los ingredientes. No incluyó la cocción a baño maría (que insume gas) ni el enfriado (que requiere kilowatts por el uso de la heladera).
Regodeo
“El Gobierno, como Casero, siente cierto regodeo”, opinó Arnaldo Bocco, ex director del Banco Central y actual director del Observatorio de Deuda de la Umet. “Es como si dijera: ‘Si estamos haciendo el ajuste, ¿por qué vamos a distribuir ingresos cuando procuramos precisamente bajar el gasto? Si damos flan tendremos que subir retenciones o cobrarles los impuestos a los que blanquearon’.”
El consultor Raúl Timerman afirmó que “la mejor respuesta fue la de Graciela Fernández Meijide cuando dijo que mucha gente no pide flan, pide pan”. Añadió Timerman: “Me parece que el Gobierno no está haciendo nada para paliar en la información que la gente recibe sobre la situación económica y el deterioro del salario real. Cada vez que el dólar sube un punto el salario real baja un punto. La Justicia y los medios que acompañan a los funcionarios judiciales hacen la tarea dándole aparatosidad a cosas que son de una absoluta rutina, como un allanamiento 90 días después de haber sido anunciado. El Gobierno está desorientado. Lamentablemente la oposición también está desorientada y no encuentra un camino. La disputa entre Cristina y Pichetto en el Senado lo único que hizo fue desconcertar a la gente que trata de hallar algún punto de encuentro para construir algo que se acerque a una alternativa para el 2019”.
“Lo que Casero intentó decir es que mientras se incendia la casa los chicos insisten en comer cosas ricas aunque no haya plata ni para estar en la calle”, interpretó el analista y consultor Hugo Haime. “Los que salieron a la calle en Congreso el 21 de agosto a gritar ‘Queremos flan’ entendieron, quizás, que antes el kirchnerismo era el que se quedaba con los flanes. Enrique Pinti dijo que Casero no se daba cuenta de que la gente reclama porque no llega a fin de mes. Un drama. Por eso, entre Pinti y Casero me quedo con Pinti.”
Escenario
“El planteo de que aparezcan provocadores como Casero con su ‘queremos flan’ evidentemente apunta no a tapar el sol con las manos, cosa que es imposible, sino a correr la preocupación desde la economía hacia la política”, dijo el director del Centro de Estudios de Opinión Pública Roberto Bacman sobre el oficialismo. “Buscan poner en el centro la figura de Cristina. Cristina está dentro del tablero tanto para los que la odian como para los que la aman. Su imagen no tiene términos medios. El ‘Queremos flan’, que incluso se convirtió en movilización callejera, quiere decir, desde el Gobierno, que más allá de la economía busca instalar el ‘No queremos a Cristina’. Pero los indicadores son duros. El dólar sigue batiendo récords, el próximo índice de inflación puede llegar al 4 por ciento, la caída industrial se profundiza y la Argentina se aproxima a un escenario de estanflación, inflación con recesión. Esto preocupa a un gran sector de la sociedad. Y otro sector también preocupado y a la vez reticente a un regreso de Cristina, percibe que en un contexto de persecución y de mala economía la ex presidenta puede estabilizar una imagen más alta y tiene dentro del peronismo la mayor intención de voto. Es verdad que no le alcanza pero también es verdad que ésta es la situación que hoy hay en la Argentina. Cambiemos quiere aprovechar la causa de Cristina para volver a antagonizar con ella y tensar a la sociedad como si la elección fuera ya. El flan esconde una alegoría mala e irrespetuosa pero que muestra al PRO jugándose el todo por el todo frente a una elección de 2019 que le va a resultar muy difícil.”
Jerarquías
La investigadora y profesora de la Universidad de Buenos Aires Mabel Thwaites Rey también aceptó dar su visión. “El personaje que hace Casero apunta a incentivar al segmento de la sociedad que piensa en términos de idolatrar a los de arriba, envidiar a los de al lado y odiar con todo su corazón a los de abajo”, dijo. “Apunta a la idea de una sociedad jerárquica, bien ordenada en función de esos parámetros. Muchos quieren pertenecer a esa sociedad, así sea que les toque estar abajo o siendo ese otro de los otros que piden mano dura. Oportunistas como Casero, Alejandro Rozitchner o Fernando Iglesias siempre los hubo y los habrá. Tiene rédito para ellos militar en ese campo donde son menos los personajes pensantes que en el campo donde los pensantes somos muchos más.”
Hecker mencionó que el caso le llamaba la atención “por lo irritativo, porque que la imagen del flan no es la idea del caviar ni la del viaje a Miami”. Al contrario: “Remite a una necesidad más o menos elemental. El flan está más cerca del pan que de un lujo superfluo. Encima después de Casero Macri se come un flan. ¿Qué quiso decir, que otros no pueden comer flan pero él sí? Supongamos que el padre, para Casero, sea Macri. Dice que no puede dar flan porque la casa está incendiada. Pero él sí come plan mientras sonríe. Es otra profundización de la llamada grieta. Casero se solaza y Macri le hace de segunda voz. Eso para no hablar del disparate que supone comparar la economía de un país con la de un hogar. Nada más lejos de la realidad. Pura simplificación”.
Para Lozano, “ya cuesta creer el viejo argumento oficial de que todo lo que pasa es resultado de la herencia recibida: ciertamente no son los problemas que dejó el Gobierno anterior los que Macri ha solucionado sino que tenemos nuevos problemas generados por su propia política”. Dijo que “en el marco del golpe distributivo brutal que supone el año 2018 con una inflación que ya tiene como piso el 35 por ciento y salarios y jubilaciones actualizados al 20 y en el marco de un endeudamiento que nos hipoteca por generaciones, es inaceptable transformar en capricho la demanda popular”.
El problema, para Lozano, es que “Macri está haciendo estallar las bases mismas del régimen democrático argentino”. Y explicó: “Sin discusión parlamentaria estableció un acuerdo con el Fondo que coloca a los argentinos de acá al 2020 en una situación de ajuste perpetuo. Sin discusión parlamentaria, puso a las fuerzas de seguridad bajo el Comando Sur de los Estados Unidos para controlar la situación que se producirá en la reunión del G-20. Sin discusión parlamentaria aceptó la incorporación de bases del Comando Sur en el Norte, en Jujuy, en el Nordeste en Posadas, arriba de Vaca Muerta en Neuquén y en Ushuaia. Sin discusión parlamentaria modificó la Ley de Defensa para permitir la entrada de las Fuerzas Armadas en el conflicto interno. Todo esto está pasando. No forma parte de la ficción. Es una realidad y no deja lugar para ironías como la de Casero, que además debiera darse cuenta de que la aparición posterior a su frase de Macri comiendo flan tiene solo dos interpretaciones”.
“La Argentina es un país que vive en la incertidumbre”, dijo Raúl Timerman. “El 100 por ciento de sus habitantes piensa que el 50 por ciento está equivocado y no sabe qué hacer para que piense diferente. El Gobierno está ante una situación que no sabe si puede resolver y la oposición está ante una situación que tampoco sabe si puede resolver. Son incógnitas en un mar de desesperanza. No hay bronca en la gente. Hay en algunos una terrible desilusión, en otros desesperanza y, en general, tristeza.”
El escritor y experto en comunicación Gastón Garriga dijo que “las metáforas y comparaciones triviales –el país como un consorcio ampliado o los niños pidiendo flan en pleno desastre–, persiguen el fin de naturalizar la desigualdad y velar el conflicto”. Afirmó que “cualquiera que tenga hijos, se interese o no por la política, entiende lo que significa que te pidan cosas que no están a tu alcance y el dolor que genera”. Y concluyó: “Lo que no te dicen es que el flan de tu hijo se lo está comiendo el hijo de uno que compró dólares a 20 y los vende a 31 o el de hijo de uno que ahora exporta sin retenciones”.