Papa Francisco

La declaración del Papa Francisco -que podría ser leída como una "respuesta" al reclamo del Primer ministro irlandés Leo Varadkar de familia migrante y abiertamente gay, de "hechos y nos palabras" ante la enorme cantidad de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica y el consabido encubrimiento por parte de la jerarquía vaticana- atrasa 30 años. Pensar que la homosexualidad es algo que debe ser "tratado" por psiquiatras contraviene el consenso científico internacional en el marco de la Organización Mundial de la Salud que desde el 17 de mayo de 1990 quitó a la homosexualidad del listado de enfermedades o desórdenes mentales.

Pretender patologizar las orientaciones sexuales va contra el marco de derechos humanos a nivel internacional y promueve información falsa que puede derivar en discursos y acciones de odio hacia el colectivo LGBTI en todo el mundo. Más aún cuando en la actualidad en diversos países y regiones se multiplican las mal llamadas "terapias de reconversión" que no son otra cosa que tortura con fachada terapéutica.

El Papa no puede ser tan irresponsable. Abrir la puerta al tratamiento psiquiátrico de las infancias LGBTI no hace otra cosa que promover el sufrimiento de millones de personas a nivel global. En lugar de ocuparse de "tratar psiquiátricamente" a la diversidad sexual, debería enfocarse en la efectiva condena de los miles de caso de abuso sexual en la institución que dirige y que aún siguen impunes, y para los cuales la única respuesta Vaticana es la oración y el perdón. El abuso sexual es un delito aberrante y debe ser penado por las leyes en cada uno de los países en los cuales se han cometido estas violaciones de derechos.

Esteban Paulón

Subsecretario de Políticas de Diversidad Sexual provincial