Desde Nueva York
Diego Schwartzman sigue siendo el jugador más bajo del circuito, pero su estatura tenística creció de manera inversamente proporcional a su talla. A fuerza de victorias, el pequeño gladiador argentino se consolidó en los últimos meses dentro del top 15 del ranking mundial y se anima a soñar con clasificarse por primera vez para el Masters de fin de año, que reúne en Londres a los ocho mejores jugadores de la temporada.
“Desde hace un tiempo vengo viendo los puntos y lo que necesitaría para terminar peleando por un lugar en el Masters es repetir más o menos lo que hice el año pasado desde esta etapa en adelante”, dijo Schwartzman antes de su debut de hoy en el Abierto de Estados Unidos ante su compatriota Federico Delbonis. “Si puedo hacerlo, podré mantenerme o subir puestos en relación a donde estoy. No quedan muchos torneos, pero son cinco torneos grandes y tengo una buena oportunidad. Si me va bien y gano partidos, hay muchos puntos acumulados y seguramente estaré cerca”, explicó el número 13 del mundo, sin temor a proponerse una meta que se podía pensar inalcanzable cuando se dudaba si podía soportar el rigor del circuito con un físico tan pequeño. Apenas 170 centímetros.
Para ello, fue necesario que modificara su filosofía y se mentalizara de manera diferente a lo que había hecho hasta ese momento. “Me tuve que convencer y prepararme para rendir bien en los torneos grandes, que a esta altura son los que te cambian el ranking. Si no rendís bien ahí, el ranking no se mueve o te vas para atrás. Ese fue un poco el enfoque”, explicó la segunda raqueta argentina detrás de Juan Martín Del Potro.
Por ese motivo, con la misma velocidad con la que se mueve de un lado a otro de la pista para contrarrestar la potencia de los gigantes que abundan en el circuito, Schwartzman tuvo que cambiar también su estrategia para adaptarse a su nuevo status de jugador. “El año pasado mi objetivo era ser preclasificado en los Grand Slam para hacer una diferencia de arrancar en las dos primeras rondas evitando a los 32 mejores. Y desde ese US Open que lo logré por primera vez, lo supe aprovechar muy bien”, recordó.
También como fruto de esos buenos resultados, a los 26 años, el jugador de 1,70 metro ya no necesita chequear el ranking para armar una determinada gira o saber si puede acceder al cuadro principal de algún torneo, sino que sus preocupaciones pasan por elevar el nivel para seguir creciendo. “Ya no miro los puntos que defiendo, porque en definitiva uno termina con los puntos que hace de enero a diciembre. Cuando mantenés un ranking como el que tengo hoy, lo que te fijás es en la Race y los puntos que llevás en el año”, explicó el argentino, que está a menos de 300 unidades de colocarse entre los diez primeros de la Carrera a Londres.
“Llevo muchos más puntos que los que tenía el año pasado y eso es lo positivo. Y sé que tengo un margen para mejorar”, argumentó para alimentar su ilusión. Cuartofinalista en 2017, cuando se despidió ante el español Pablo Carreño, Schwartzman está confiado en repetir una actuación similar en el US Open. “Desde el año pasado en los torneos grandes vengo sumando y ojalá acá no sea la excepción. Un buen US Open sería llegar a la segunda semana y respetar lo que dice mi ranking, que es estar entre los 16 mejores”, remarcó el Peque.
Por si tenía alguna duda del respeto que se ganó en el circuito, ser convocado para el equipo del resto del mundo que participará de la segunda edición de la Copa Laver lo terminó de convencer. “Tengo muy buenas expectativas. Va a ser una linda experiencia, con los mejores del mundo, y la voy a disfrutar mucho. Más allá de que es una exhibición para mucha gente, es un torneo que se juega para competir y para ganar por parte de los dos equipos”, indicó Schwartzman respecto del certamen que se jugará a fines de septiembre en Chicago y del que participarán, entre otros, Roger Federer, Novak Djokovic, Alexander Zverev y Del Potro, nombres con los que el Peque pretende seguir mezclándose cada vez más.