“En mi teatro hay obras muy diferentes pero siempre destinadas a un público popular”, dice Ricardo Halac, uno de los dramaturgos argentinos emergentes en la década del 60. Precisamente, fue a partir de 1961 que, con el estreno de Soledad para cuatro pasó a escribir para televisión y a lograr notoriedad. “Hoy se rompió el circuito de cuando yo empecé a estrenar”, cuenta en la entrevista con PáginaI12. El dramaturgo explica que por entonces los productores de televisión iban al teatro independiente a descubrir actores para los teleteatros que se emitían todos los días. Una vez que el actor se convertía en figura, recién ahí pasaba al circuito del teatro comercial, donde se peleaban por tener actores convocantes. Finalmente, esos intérpretes daban a conocer al dramaturgo. “Todo eso se terminó”, explica Halac y acota: “hoy hay muy pocas ficciones y ya no hay telenovelas, las importan de Turquía”.
Halac, que acaba de estrenar Barrera baja, su última obra, bajo la dirección de Lizardo Laphitz, destaca entre el gran público de los 60 y 70, a otros que exigían buen teatro, los provenientes de la comunidad judía y los que tenían ideas de izquierda: “A estos últimos en particular no les interesaban las cuestiones de la pareja sino que querían ver una obra optimista y de tema social porque estaban convencidos de que el mundo iba hacia el socialismo”, sostiene. El dramaturgo se lamenta de que todo haya cambiado y lo dice también en referencia a los condicionantes de hoy para estrenar: “obras de pocos personajes, jóvenes mayormente y con poca escenografía”.
En cuanto a Barrera baja, Halac afirma: “A los más jóvenes esta historia les plantea problemas porque no conocen lo que sucedió en el país”. La pieza se desarrolla en pleno gobierno menemista, en un country donde se da el reencuentro entre José, un ex montonero, y su hija Irina, criada por su madre para encajar en el modelo neoliberal. Entre los dos y contando también con la presencia de la ex mujer del protagonista más un personal de seguridad también ex montonero, se produce una evocación crítica de los años de la lucha armada. Actúan Ariel Leyra, Adriana Bernardotti, Tamara Liberati y Alejandro Holm.
“Los jóvenes creíamos tener la vida por delante pero de pronto se nos bajó una barrera”, dice Halac en referencia al golpe de Onganía de 1966. Por entonces, el dramaturgo que trabajaba en el diario El mundo y que, en la redacción, imaginaba adónde habría estado el escritorio usado por Roberto Arlt, quedó en la calle, cuando Onganía cerró el diario. “Decían de Illia que era una tortuga, pero no había ni desocupación ni deuda externa”, reflexiona el autor y compara “en cambio Onganía era un cangrejo: con él la Argentina empezó a ir para atrás”.
–¿Qué dice esta obra sobre la lucha armada?
–Vi entrar a muchos jóvenes, esperanzados en las organizaciones armadas. Lo que se buscaba conseguir era bueno pero la gente no los apoyó. Este tema está escondido bajo la alfombra pero no se puede ignorar. Lo que me gustaría es que se generase un debate.
–¿Cómo es el personaje de José?
–Es un sobreviviente de aquel momento que una vez pasado el tiempo de estar guardado quiere intervenir en el destino de su hija. Ella, aunque lo valora, sabe que no quiere repetir la historia de sus padres. Pero José sabe hacia dónde va el mundo. La clase política es reemplazada por la clase empresarial. Poco antes del final, José dice “hay una voz que recorre el mundo: ¡esto no puede seguir!”. Y yo estoy de acuerdo.
–¿Qué es lo que lo lleva a escribir teatro?
–Me interesan los ideales. Y como me parece que hay muchas cosas que están mal contadas creo que sería sano hablar sobre estos hechos. Para escribir una obra hay que tener grandes esperanzas.
–¿En dónde pone sus expectativas?
–En estos días hay un episodio muy esperanzador: la lucha de las mujeres para lograr que el aborto deje de ser un tabú, una lucha que no está perdida porque la concientización de la gente ya llegará con el tiempo. Yo creo que detrás de una bandera pueden ir otras. Siempre hay un sector de la sociedad que hace punta y comienza la lucha: antes fueron los obreros, luego fueron los estudiantes y ahora son las mujeres las que hacen proa.
* Barrera baja, en El método Kairos (El Salvador 4530), jueves a las 21.