“No da el perfil”, le dijeron a Carla Gatti y con esa frase la mandaron a su casa. La echaron del curso al que asistía desde marzo por mostrarse “muy libremente con tu pareja en las redes”. Se estaba por graduar de la primera camada de mujeres del cuartel de bomberos de Derqui, Pilar. “No se puede tener vicios”, le informaron el jefe y el subjefe a esta joven guardavidas que el lunes pasado cumplió 22. “Tengo de muy buena fuente el dato de que es drogadicta”, le dijeron a su papá, Carlos, bombero desde hace 18 años en el mismo cuerpo, cuando pidió explicaciones a sus colegas de toda la vida sobre la expulsión de su hija. La venían mirando: días atrás el hermano del jefe de bomberos le había mandado una solicitud de amistad en Facebook. Carla no lo aceptó pero como su perfil es público, se ve que igual hizo un avistaje. 

“No dije nada cuando me citaron y me dijeron todo esto. Me fui en silencio. En la calle me agarró un llanto... Nunca me imaginé eso de un amigo de la familia. Este hombre me conoce desde que nací. Vive a dos cuadras de mi casa. Llamé a mi papá para que me viniera a buscar”, revive Carla.

¿Por qué querías ser bombera?

Carla: Se dice bombero femenino. Me crié entre autobombas. Soy guardavidas. Tengo esa necesidad de ayudar al prójimo metida en mi cabeza. Pasaba las fiestas allá en el cuartel porque mi papá tenía guardias. Son los días que más trabajan y es común que las familias de los bomberos festejen ahí. Es el primer año que se hace curso con bomberos femeninos en Derqui. Éramos cinco mujeres, incluida la hija del jefe, que tenía buena relación conmigo. Cuando se enteró me mandó un mensaje indignada, pero cuando supo que su propio padre me había echado no habló más.

VICIOS

“Hablan de un protocolo que en las clases nunca enseñaron donde supuestamente dice que un bombero no puede tener vicios. Pero muchos de ellos fuman tabaco. Mi papá es fumador. He estado en mil asados: todos toman”, cuenta Carla. La dupla de jefes confunde sus prejuicios con lo que a su modo presentan como una objeción de conciencia institucional y supuestas reglas no escritas de admisión. Pero el lesboodio aquí, además de condenar una diferencia, se mezcla con otros prejuicios y llega a conclusiones delirantes. En las explicaciones que los jefes dan al padre y a la hija todo parece ir a parar a una  bolsa de “vicios”: lo que imaginan que es un consumo problemático se enlaza con la orientación sexual de la joven. Todo se corona con la frase calcada de una devolución de Recursos Humanos: “Tu entorno y tu perfil no encajan con lo que estamos buscando”.

¿Les sorprendió lo que pasó?

Carla: Al principio sentía que tenía la culpa de que me echaran. Le pedía perdón a mi papá. Como si yo lo hubiera hecho quedar mal… Mis viejos me hicieron entender que yo no había hecho nada. En mi Facebook había una foto en la que yo tenía un cigarrillo de tabaco armado. Yo ni siquiera fumo, era para la foto. Me podrían haber preguntado qué era... Pero el problema no era la foto, que era la excusa.

Carlos: En toda mi historia en Bomberos nunca había visto que se hagan juicios así sobre las personas. Pero hay otra cosa. Viví convencido de que el trabajo nuestro era salvar vidas. Entonces, ponele que fuera verdad, que mi hija hubiese tenido un problema de consumo de drogas, ¿no debería la institución darle apoyo, buscarle la vuelta, para no dejarla tirada? Se ve que todo este tiempo he vivido equivocado… Me da gracia: dijeron “su entorno y su perfil no encajaban con la institución”. La verdad que después de 18 años de estar ahí no te sabría decir cuál es el perfil de Bomberos. ¡No sabía que había uno! Si todo aquel que lo haga voluntariamente puede serlo, desde un médico a un barrendero. 

Con “perfil” querían decir “lesbianismo”. Después lo dicen con todas las letras…

Carlos: La elección sexual nunca fue un tema en casa. Otros padres cuando se enteran de que tienen una hija lesbiana pierden una hija. Yo gané una hija, que es mi nuera Nazarena. No sé, capaz hubo otros casos y se tapó. No quiero hablar de cómo se manejan otras familias. En ésta peleamos por nuestras verdades. Es lo que siempre les traté de enseñar a mis chicos.

Carla: Sorprende que sea así de repente. El 2 de junio, Día del Bombero Voluntario, hubo un almuerzo y fui con Nazarena. Estamos desde hace un año y medio. Todo el mundo la conocía. ¡Los bomberos también!

¿Cómo sigue la historia?

Carla: Hicimos la denuncia al INADI y estoy con un abogado. Lo que más me preocupaba era lo de “drogadicta” y que eso me trajera problemas para conseguir trabajo. Derqui es chico. Pero también las cosas te pueden sorprender. Cuando se enteraron de esto, porque es un micromundo el de los bomberos, me llamaron del cuartel de Garín y de San Fernando para ver si me quería acercarme a ellos.

Carlos: A mí no me ven más por el cuartel. Pero les mandaría un mensaje: ¿es tan fácil encontrar en estos momento personas que acepten jugarse la vida, sin cobrar un peso para ayudar a otros y hacer guardias nocturnas? ¿Difícil, no? Se perdieron a una chica inteligente, de fierro, talentosa y valiente. No sé a quién perjudicaron más con esto, si a mi hija o a ellos mismos.