River venció 3-0 a Racing en el Monumental, y avanzó a los cuartos de final de la Copa Libertadores, donde lo espera Independiente. Es la primera vez que el conjunto de Núñez elimina al de Avellaneda de un torneo internacional.
El choque entre el Millonario y la Academia era el que más expectativas generaba entre las llaves de octavos de final. Y lo mucho que se esperaba no se plasmó en el partido de ida. Porque los dirigidos por Eduardo Coudet llegaban con poco rodaje, y porque los 11 de Gallardo, con un par de partidos más, debieron cambiar de planes en el Cilindro por la expulsión de Ponzio. Además, para qué arriesgar todo si quedaban 90 minutos. Esos mismos que se jugaron este miércoles y a los que ambos llegaron con otras actualidades: Racing entonado por su buen andar en la Superliga, y River sufriendo su falta de gol y plagado de ausencias de peso. Como condimento extra, la polémica por la inclusión de Bruno Zuculini, que llegó a Racing a pedirle a la Conmebol que le diera por ganado el partido que terminó sin goles en el Cilindro.
Había clima de final en las tribunas del Monumental, y lo hubo en el terreno de juego. El local trataba de suplir la ausencia de un cinco natural como Ponzio, con un mediocampo para ocupar los espacios y no desordenarse. La visita, atento a esos movimientos para descubrir los huecos para provocar el desequilibrio ofensivo. Con esas tesituras habían tenido un par de aproximaciones cada uno, hasta que el Monumental explotó con el gol de Pratto, quien fusiló a Arias entrando solo por el medio del área, tras una gran combinación en ofensiva.
Al mover del medio, Racing tuvo el empate, pero River tiene a Armani, quien mandó el remate al córner. A la Academia le costaba manejar la pelota, algo que el local hacía con naturalidad, sobre todo desde los pies de Quintero, que siempre elegía bien entre la descarga corta o esas cortadas punzantes que caracterizan al colombiano.
Era más sólido el local, y lo que le faltaba para abultar el marcador se lo facilitó Racing, que jugando muy mal una pelota parada, le sirvió un contragolpe que River ejecutó según los manuales y que el pibe Palacios no desaprovechó para que el resultado reflejase la superioridad del Millonario en la primera etapa, que pudo haber aumentado la diferencia hasta hacerla goleada.
En el complemento, Coudet intentó darle más juego a su equipo con el ingreso de Pol Fernández. El Chacho consiguió el objetivo aunque más por la tranquilidad de River, que por méritos de la Academia. El Millonario jugaba el segundo tiempo como aquel torero que sabe que la faena terminó, y que sólo falta que se cumpla el tiempo para dar rienda suelta al festejo.
Y el correr de los minutos hasta el final fue una fiesta de River, así en las tribunas como en el campo de juego. El local se dedicaba a cerrar los espacios en el campo propio, a buscar que circulara la pelota y a aprovechar alguna ocasión de contragolpe. Racing era impotencia, nervios y un conjunto sin ideas. Por eso no extrañó que River llegara al tercero con un golazo de Borré, que selló la superioridad que River insinuó en Avellaneda pero que concretó en su cancha, para transformarse en el rival de Independiente en los cuartos de final.