A mediados de 2004, David Bowie estaba finalizando el Reality Tour, su gira más larga y extenuante. Se lo veía y se lo escuchaba muy bien, como siempre. Su exitosa sociedad con el productor musical Tony Visconti estaba dando frutos otra vez y había planes de volver al estudio una vez que la gira hubiera terminado. Bowie parecía indestructible e incansable, un rasgo que lo caracterizó a lo largo de los 25 álbumes que componen su discografía solista. Sin embargo, una noche ocurrió lo que nadie esperaba: una repentina falta de aire le impidió terminar un concierto y tuvo que ser retirado del escenario por un guardaespaldas. Había tenido un ataque al corazón y debió ser operado de urgencia. De un momento para el otro, Bowie desapareció del ojo público. No fue sino hasta 9 años después, más precisamente el 8 de enero de 2013 (el día de su cumpleaños 66) que volvió a dar señales de vida con el video de “Where are we now?”, una balada que sirvió como adelanto del que sería su primer álbum en diez años: “The Next Day”.
A propósito del primer aniversario de su muerte, la cadena de televisión BBC2 de Londres emitió el sábado pasado David Bowie: The Last Five Years, un programa que hace foco en la última parte de su obra, tomando como punto de partida su regreso al estudio en 2011 y como punto de llegada el lanzamiento de Blackstar y su fallecimiento dos días después, el 10 de enero de 2016. A través de entrevistas y material de archivo inédito, el documental reflexiona sobre el giro autorreferencial de esta última etapa de su carrera y despliega algunas de las cualidades que vuelven a Bowie único e irrepetible: su compleja y contradictoria relación con la fama, su experiencia en Berlín y la libertad que esta ciudad le brindó a fines de los 70, su audacia experimental tanto en lo musical como en lo teatral, la imposibilidad de encasillarlo en un solo género, disciplina o personaje, su fascinación con el espacio y Major Tom y la conciencia de su propia muerte. En orden progresivo, David Bowie: The Last Five Years revisa uno por uno los proyectos artísticos en los que se involucró entre 2011 y 2016, incluyendo la grabación de sus dos últimos álbumes, la filmación de sus respectivos video-clips y el montaje del musical Lazarus, un sueño de toda su vida, musicalizado con sus propias canciones y protagonizado por Thomas Jerome Newton, el personaje que interpretó en la película de 1976 The Man Who Fell to Earth. El repentino contacto con su finitud permitió a Bowie revisar su propia obra y cerrarla como a una cinta de moebius: sin principio ni fin, tanto arriba como abajo y en permanente movimiento.