Las imágenes en la pantalla lo deslumbraban, aún cuando los televisores Led y las transmisiones en alta definición habitaban en un futuro que por entonces parecía de fantasía. Es que ese imparable futbolista compacto, a veces vestido de celeste y blanco y otras de azul, le generaba un magnetismo hipnótico. No era para menos, tenía 12 años y el fútbol ya era lo suyo. Julen Gurrero miraba en Bizkaia las pinturas que Diego Maradona enmarcaba en México. Su primer flashback del fútbol argentino fue en la consagración azteca. “Recuerdo sentarme a ver ese equipo y todo lo que entonces despertaba Maradona”, cuenta. No tanto tiempo después, el astro vasco que recién asomaba en el Athletic  Club y el genio del fútbol mundial se encontraron en un cancha. Fue el 4 de octubre de 1992, cuando Maradona debutó con la camiseta del Sevilla en el antiguo estadio San Mamés, en Bilbao, después de una sanción de 15 meses. Guerrero atesora una fotografía de aquella jornada.

“Estoy pendiente del fútbol de todo el mundo, miro todo lo que puedo y también le pongo atención al torneo argentino. Es una liga interesante, súper competitiva y con mucha pasión por el modo en que las aficiones se vuelcan a los estadios. Nunca tuve la oportunidad de ir a Argentina, pero es un país que me gustaría visitar para conocerlo y ver partidos”.

Mundialista en 1994 (año en el que fue reconocido como el mejor jugador de la Liga) y 1998, Enganche charló con el hombre que hoy dirige los seleccionados Sub 15 y Sub 16 y colabora con los Sub 17, 19 y 21 de España sobre el contrapunto entre el fútbol europeo y sudamericano, su fidelidad por los colores rojo y blanco que nunca quiso dejar mientras pateó una pelota y acerca de Bielsa, Simeone y Messi.

Antes del choque de los octavos de final en Rusia entre la Argentina y Francia, Guerrero había puesto la lupa sobre el seleccionado en su columna del diario El Correo Vasco: “En Argentina es muy complicado acertar la alineación y, sobre todo, la propuesta futbolística de Sampaoli. Lo que no es entendible es que Dybala siga sin tener oportunidad de jugar desde el inicio o que tenga muchos más minutos al lado de Messi. Los buenos jugadores se entienden con la mirada y Dybala descargaría a Messi de llevar él solo el peso ofensivo del encuentro”. Con esa visión exponía de forma sintética su concepción del juego. Desde ese mismo espacio postularía algunos días después que “las federaciones también tienen que ir construyendo un estilo, unos objetivos e ir formando a sus futuros internacionales absolutos desde las categorías inferiores”.

 

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En este sentido, sobre la tarea que realiza en los seleccionados juveniles puntualiza al otro lado del teléfono que su prioridad es “estar cerca de los chavales en una etapa clave, porque son el futuro y hay que ayudarles a que progresen”. Asume que es un desafío agregarles recursos porque “vienen muy bien preparados de sus clubes”, además de “con el hambre de saber lo que es la selección”. “Entienden que deben subirse a ese tren y agarrarse bien para no volver a bajarse”, asegura desde su experiencia de haber llegado a los equipos nacionales a los 15 años y continuar el camino hasta formar parte de dos Copas del Mundo.   

–¿Existe todavía una diferencia entre el fútbol europeo y el sudamericano?

–Me parece que hay sellos que se mantienen. El jugador sudamericano es muy competitivo y aguerrido. A los futbolistas de allí se los sigue reconociendo por un estilo de juego determinado y una forma de ser en sus equipos. 

–La mayoría de los jugadores de Brasil, Argentina y Uruguay actúan en Europa, ¿cómo influye eso?

–Seguramente eso haya hecho que se adaptaran a un estilo más europeo, pero mantienen una esencia que los caracteriza.

–¿Por qué los últimos Mundiales fueron dominados por los seleccionados de Europa?

–Es posible que el fútbol europeo haya crecido más de prisa y de modo sostenido. Europa logró hacerse con las mejores ligas y no cabe duda que eso al final hace que el futbolista europeo y por tanto sus selecciones mejoren. Tal vez antes en la forma de competir el futbolista sudamericano podía estar por encima pero eso ya no es así. En muchos países de Europa se trabaja muy bien la base desde hace muchos años y eso está dando sus frutos.

–El fútbol de hace 20 años, ¿era muy distinto al actual?

–La aparición de los campos de hierba artificial puede ser parte de la explicación a los cambios que se dieron en el juego. A mí me tocó llegar arriba después de haber jugado mucho en canchas de tierra, arena, barro, muy diferente a las posibilidades que existe ahora. Antes había muchos desplazamientos en largo y centros al área, algo que ya por lo general no se busca.

Al poco tiempo de irrumpir en la escena del fútbol español, Guerrero se convirtió en una de las figuras de la Liga. En su primera temporada actuó en 37 partidos y marcó diez goles, y a la siguiente los festejos ya fueron 18. Conforme su talento deslumbraba y cosechaba elogios, los clubes más poderosos comenzaron a fijase en él, tanto que el Real Madrid fue a buscarlo con la disposición de que el propio futbolista pusiese los números de un eventual contrato. Pero la pertenencia pudo más y nunca quiso irse del Athletic. Tal es su ligazón con el club que su nombre se barajó para las elecciones presidenciales del año próximo, candidatura que debió ceder por su cargo al frente de los juveniles españoles.  

–¿Qué significó no haber cambiado nunca de camiseta?

–El Athletic es un club especial, único en el mundo. Se nace con esa camiseta puesta, yo llegué con 8 años y pasé por todas las categorías hasta debutar a los 18 con la ilusión de permanecer ahí para hacer algo importante: es un reto bonito para los que hemos nacido allí. Fue algo que siempre lo tuve claro y me ayudó mucho tanto cariño de la gente. El Athletic siempre fue algo muy especial para mí, y lo sigue siendo.

–¿Cómo fue aquel paso de Marcelo Bielsa por allí?

–Dejó una huella, sobre todo en el primer año, que fue impresionante al llegar a la final de la Europa League y de la Copa del Rey. Logró plasmar un fútbol alegre y atrevido, siempre iba por el rival sin importar quién fuese. Pero también fue un fútbol de mucho desgaste y posiblemente en el segundo año se pagó un poco. Pero a la gente le quedó mucho aprecio por él. No cabe duda que resultó un ciclo exitoso y en especial cuando se puede ver claramente lo que le cuesta al Athletic el último tiempo llegar a finales. La ilusión que hubo en Bilbao marcó mucho a los aficionados y a las nuevas generaciones, para que los más chicos quieran seguir poniéndose esa camiseta.

El rosarino no es el único entrenador argentino al que destaca, también pone en alta consideración a Diego Simeone, ese con el que tuvo un histórico cruce escrito con sangre que todavía le recuerdan al Cholo cuando pasa por Bilbao. “Prefiero no hablar de ese personaje. Fue intencionado, si no hubiese sido imposible hacerme el agujero que me hizo. Bajó el pie con fuerza a propósito”, se quejaba entonces el emblemático jugador vasco. Al tirarse a barrer por detrás, recibió un pisotón del número 14 del Atlético de Madrid que le provocó un corte y sutura de tres puntos cuando un tapón se enterró en su muslo derecho. Pero más de dos décadas después, los recelos quedan de lado: “Es algo totalmente olvidado, aunque desagradable, son lances del juego y prefiero recordar las cosas bonitas”.

Para Guerrero, la gestión de Simeone como técnico es de una influencia de proporciones. “Logró hacer de un equipo irregular, que tenía un año bueno y otro malo, otro que ahora puede pelear por todo”, asegura. Y reconoce “un carácter muy competitivo y muy ganador que le ha contagiado al club”. “Para mí, a pesar del poderío del Real Madrid y el Barcelona, el Atlético de Madrid les puede pelear perfectamente; y ese es el mayor éxito de Simeone, haber logrado que el club pueda aspirar a cualquier título y que nadie quiere enfrentarlo”, completa.

Con una pegada prodigiosa, indistintamente de que fuese con la pierna derecha o la izquierda, está dentro del grupo de menos de 80 futbolistas que logró superar los 100 goles en la primera división de España. El Real Madrid, desde la insistencia de Jorge Valdano, estuvo dispuesto a pagar su clausula de recisión en 1995 y también lo buscó el Barcelona. Desde Italia, el poderoso Milán también intentó tentarlo. Pero Guerrero no quiso dejar nunca el Athletic, ni aun cuando aparecía relegado (entre septiembre de 2002 y enero de 2006 solo jugó un partido como titular en la Liga), y el club reconoció esa fidelidad con un contrato de diez años como futbolista que se extendía de por vida cuando se retirase, un acuerdo que luego cedió en su alejamiento del club. Entre los contratos que pudo haber firmado y la pensión que luego desestimó pudo haber embolsado varias decenas de millones de dólares. Está claro que el dinero no fue lo que alimentó su carrera deportiva y que su fidelidad al club de Bilbao fue inquebrantable.   

Formó parte de una generación intermedia en la selección española, la que hizo de puente entre La Furia y la multicampeona que entre 2008 y 2012 ganó dos Eurocopas y un Mundial. Guerrero tiene distinta consideración de cada uno de esos tres títulos conseguidos en la última década: “Lo más difícil fue lo de 2008 porque fue el logro que abrió el camino. Con un gran estilo, Luis Aragonés convenció a los futbolistas de que se podía ganar, cuando España llevaba tiempo sin poder pasar de los cuartos de final y sólo tenía en el recuerdo el título europeo de 1964. Después de eso llegó la gran liberación del equipo; entonces ganó el Mundial, que fue lo máximo, y volvió a quedarse con el europeo con una suficiencia extraordinaria, tal vez en su máxima expresión”.  Y continuó: “España tuvo cuatro años impresionantes; es una racha difícil de repetir. Ahora España va a un torneo sabiendo que puede ganarlo, todos así lo piensan; parte como favorito porque tiene grandes jugadores y esa confianza que le dieron los títulos”, reflexiona.

–¿Qué es Lionel Messi?

–Pues, magia. Siempre se espera algo distinto de él, porque se disfruta de sus goles, de sus pases, de sus asistencias. Su imaginación es inagotable. Después de lo que le sucedió en el Mundial con Argentina, que no estuvo a la altura de lo que se esperaba, ha iniciado la Liga fantásticamente, lo que demuestra que en el Barça hay Messi para rato.

 

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