“Teníamos muchos puntos de cercanía emotiva y después, desde lo estrictamente musical, unas melodías increíbles.” Así plantea el pianista y compositor Diego Schissi la motivación para acercarse a la obra de Mariano Mores, a quien homenajeó en 2017 con una serie de conciertos en la Usina del Arte, plasmados en el cd Tanguera, que volverá a presentar junto a su quinteto esta noche a las 21 en los viernes “de gala” de la Academia Tango Club (Beruti 4643). “Al principio fue una sorpresa la propuesta porque el quinteto se había armado con la idea de hacer música propia, pero rápidamente encontramos una memoria colectiva en torno a la música de Mores”, explica el pianista, mientras evoca algunos de los hitos más significativos de la leyenda tanguera en su itinerario personal: un disco de Julio Sosa con varios clásicos que escuchaba de pibe, una versión de “Gricel” hecha por Luis Alberto Spinetta, la versión de “Luces de mi ciudad” de Feliz domingo para la juventud.
“En menos de seis meses teníamos todo hecho. En estas cosas lo más sensible es cómo ubicarse, desde qué lugar hacerlo. Para mí el evangelio acá era la melodía. Oscurecer su belleza era un crimen, todos los arreglos tienden a poner por delante eso, aunque con diferentes tratamientos musicales”, repasa Schissi sobre el procedimiento con el que trabajó junto a sus músicos. “Algunos arreglos van al estilo de tema y variaciones, como ‘Tanguera’, que a medida que se va repitiendo va sufriendo distintas intervenciones, igual que en la tradición clásica, otros que directamente cambian el carácter, como ‘En esta tarde gris’, donde buscamos sacarlo de esa cosa melancólica y arrebatada y llevarlo a otro carácter”, explica.
Al hablar de su trabajo sobre la obra de Mores, algunos críticos musicales lo describen como una “deconstrucción”. Al propio Schissi no le disgusta la definición, pues entiende que hicieron un trabajo de disección, selección y reordenamiento de sus elementos musicales, incorporándoles otros nuevos y pasándolos por el tamiz del estilo de su propio Quinteto. “Me parece que cualquier recreación en un punto tiene que ver con eso. Hay varias maneras de encarar un arreglo. Estos son los que yo llamaría “arreglos compositivos”, donde vos tomás los materiales musicales, con una discresionalidad como si fueras un compositor. Obviamente el autor es mariano Mores, pero nosotros decimos, ‘este elemento lo voy a dejar’. Por ejemplo, la melodía. Ahí es donde la deconstrucción tiene sentido. Desarmamos para armar. Entonces ‘mirá la armonía qué interesante, o el ritmo, pero lo voy a cambiar. La orquestación original no me sirve”.
Así, de ese trabajo surgieron cosas interesantes, como la aplicación de formatos y texturas musicales bien lejanas al recuerdo que dejó Mores. Si el Diego Schissi Quinteto está muy alejado de la fastuosa orquesta que Mores ponía como su ideal (esa misma que su nieto Gabriel recreó en la final del último Mudnial de Tango), esto se agudiza en versiones como la que proponen de “Uno”, que se limita a la guitarra y el bandoneón. “Ahí se nos mezclaba la evocación que te propone el mismo tema con otras evocaciones de otros grupos y los recursos propios, entonces, ¿cómo sería si un dúo como, no sé, Arias-Montes tocara esta canción?”, propone. “Y siempre se trata de ver estos proyectos como un todo, que haya cierta unidad de criterio en el procedimiento y a la vez que haya variedad”, observa el pianista.
La propuesta original, surgida desde la Usina del Arte, era replicar la experiencia en tres fechas. En cada una fecha el Quinteto invitó a una cantante distinta (Lidia Borda, Nadia Larcher y Micaela Vita). Y como cada concierto se registró, al disco llegaron las mejores tomas de cada versión y al menos un tema cantado por cada una de las invitadas (hay dos de Borda).
“Esa posibilidad de tocar tres veces el mismo repertorio permitió al disco madurar y ser finalmente posible. Sino era un proyecto descabellado: hacer los arreglos en muy poco tiempo, ensayarlos en menos tiempo y grabar todo en una toma”. El resultado, sin embargo, es tan prolijo que cuando aparecen los aplausos grabados, causa sorpresa al oyente.
–¿Por qué sólo cantantes mujeres?
–En realidad tiene que ver con afinidad. Eran personas con las que habíamos tenido contacto. Con Lidia era histórico. Con Nadia y Micaela más reciente. No fue deliberado, pero a la vez tengo que decir que nunca entendí a la gente que dice que el tango tiene que ser cantado por hombres. Nunca entendí eso, no me llegó como una verdad. Entonces para mí son grandes cantantes y listo. Quedó políticamente correcto, pero no fue pensado así. Lidia es una can-tante de tango, pero a la vez no- sotros no sé si hacemos tango tampoco. De alguna manera se nos van algunas mezclas inesperadas de voces, como la de Nadia, que ensayando nos tiró “¿puedo poner la eye catamarqueña?” ¡Y dale! Entonces entre Mores, el arreglo que no es el original y una voz que no es “del tango”, sale esto. Y cuando hacés este tipo de proyectos, la carta que te jugás es esa, decir: “generamos esto, no sé si será de su agrado, pero somos nosotros, podemos hacer esto, escúchenlo”.