El gobierno de Barack Obama decidió terminar con el tratamiento preferencial de los inmigrantes y refugiados cubanos –conocida como la política de ‘pies secos, pies mojados’ (de 1995)–, que reciben un visado y permiso de trabajo automáticamente al llegar a Estados Unidos.

La medida podría dejar a los inmigrantes de Cuba al mismo nivel que a los demás de América Latina. A cambio, la isla aceptará a cubanos que envíe deportados EE.UU., algo a lo que La Habana siempre se ha negado. Esta decisión, que Donald Trump podrá revocar, cambia radicalmente la relación entre Estados Unidos y Cuba, y supone un durísimo golpe para el ala más dura del exilio cubano en Miami.

Según adelantó un funcionario de la administración de Obama, la medida, que se hizo oficial ayer, pone fin de forma inmediata a la política adoptada en 1995 y que devuelve a Cuba a los cubanos que intercepta en el mar, pero admite en Estados Unidos a los que logran tocar tierra.

El fin de esa política era un reclamo que mantenía desde hace mucho tiempo el gobierno de Raúl Castro para avanzar en la política de normalización de las relaciones bilaterales que los viejos enemigos comenzaron en diciembre de 2014. La política es una enmienda a la Ley de Ajuste Cubano de 1966, que otorga autoridad al Secretario de Justicia de Estados Unidos para permitir que los cubanos que entraron en el país, tanto legal como ilegalmente, obtengan la residencia permanente un año después de su llegada. Aunque solo el Congreso puede acabar con esa ley, se trata de una legislación que da mucha flexibilidad al Secretario de Justicia para aplicarla, por lo que no está claro aún cómo pretende manejar la situación el gobierno de Obama.

El cambio en esta política se produce solo una semana antes de que Obama ceda el poder el próximo 20 de enero al presidente electo, Donald Trump, quien ha amenazado con poner fin al restablecimiento diplomático iniciado por Obama a no ser que el gobierno cubano firme con él “un acuerdo mejor”.