Silvia Muñoz, la mamá de uno de los niños que denunciaron en la Justicia por supuesto abuso sexual al cura párroco de la pequeña localidad entrerriana de Lucas González, Juan Diego Escobar Gaviria, contó a PáginaI12 que el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puiggari, la visitó en su casa el 3 de enero. “Me ofreció plata para cubrir los gastos de la psicóloga de mi hijo y me dijo que lo que hacía el cura era típico de pedófilo manipulador”, dijo la mujer. Precisó que grabó toda la conversación, y que entregará el audio a la fiscalía de Nogoyá que investiga los hechos. La familia de Silvia viene siendo hostigada por pobladores que defiende al sacerdote. La mujer reveló que el lunes su perro fue atacado a balazos por desconocidos que intentaron, además, ahorcarlo. La Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico repudió la agresión a la que calificó como “actos de carácter mafioso”, para silenciar las denuncias y reclamó que no queden impunes.
En declaraciones a una FM local, Puiggari no desmintió ni ratificó los dichos de Silvia, pero cuestionó que sus palabras hayan trascendido. “Es una conversación privada, por lo cual yo entiendo por lo menos para mí ética, que no debo revelar lo que se habló en esa conversación privada”, afirmó.
Lucas González tiene menos de 5000 habitantes. Está ubicada en el centro de la provincia, en el departamento de Nogoyá, a 130 kilómetros de Paraná. Escobar Gaviria es un conocido cura sanador en Entre Ríos. Estaba a cargo de la parroquia San Lucas Evangelista. Llegó de Colombia, su país de origen, 12 años atrás. “Uno de los primeros chicos que bautizó fue a mi hijo”, dice Silvia, con pena. El cura tenía un fuerte enfrentamiento con el intendente local, Luis Hanemann, por lo que quienes lo defienden –y hay parte de la población que todavía lo apoya– creen que detrás de las acusaciones en su contra hay una maniobra política. Silvia lo desmiente.
La causa se abrió a fines de octubre, a partir de la denuncia de dos monjas de la congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros San José, adonde cursaba el hijo menor de Silvia. Las religiosas fueron a la justicia de Nogoyá, después de conocer el relato del niño, de 11 años, y con la venia de Puiggari, a quien pusieron antes al tanto. El chico le contó primero a su madre que el sacerdote “lo llevaba a su pieza, lo encerraba ahí, lo acostaba en la cama de él, le metía las manos dentro del pantalón, lo manoseaba. Fueron cuatro o cinco veces. En otras oportunidades le tocaba sus partes íntimas y se tocaba él también”, dijo la mujer a este diario. “Yo le cuento a la maestra de mi hijo y ella a las monjas, que hacen la presentación en la Justicia”, recordó Silvia. A partir de ese primer testimonio aparecieron tres víctimas más, otro chico de 12 años, uno de 18 –que declaró que sufrió abusos durante 6 años de parte del sacerdote– y otro de 20. La causa está en manos del fiscal Federico Uriburu, de Nogoyá. Todos tienen como denominador común que fueron monaguillos de Escobar Gaviria. “Tenía unos sesenta monaguillos a cargo. Debe de haber muchas víctimas más, en todos estos años”, evaluó la mujer. Según contó, el Arzobispado de Paraná abrió su propia investigación del caso y mandó a dos emisarios para interrogarla.
Silvia es empleada doméstica, su marido trabaja en una cooperativa. Tienen otros dos hijos mayores, un varón de 20 años y una adolescente de 17. “Hace cinco años mi marido tuvo un accidente de tránsito, con una mala maniobra, en el que murieron tres personas, entre ellas una beba de 7 meses. Al ser un pueblo chico, nos empezaron a hostigar. Siempre fuimos de ir a misa. El cura nos empezó a defender. Se peleó con medio Lucas González por defender a mi marido, siempre dijo que fue un accidente, nos ayudó a levantar la cabeza, a sentirnos contenidos. Casi seis meses estuvimos llorando por ese accidente. Y nos dijo que mandáramos a nuestro hijo de 6 años para que fuera monaguillo. Fue un tiempo y después dejó. Pero volvió en 2015. La iglesia queda a tres cuadras de casa. Un día me dijo que se quedara a dormir. Y se empezó a quedar a dormir los fines de semana. Se quedaba los viernes, sábados y domingos. Les daba para jugar computadora, tablet, jugaban al fútbol. Si mi chiquito no quería ir, lo mandaba a buscar insistentemente, si no iba lo retaba delante de todos en la misa. El 24 de octubre me contó de los abusos. Se lo había contado a un amigo, y él le dijo que tenía que hablarlo con su mamá”, relató Silvia. “Se aprovechó siempre de chicos en situación de vulnerabilidad. Hay otras dos víctimas, que todavía no se presentaron en la Justicia, a uno su mamá lo maltrataba mucho, y otro perdió a la mamá por un cáncer”, asegura Silvia.
El arzobispo de Paraná visitó a su familia el 3 de enero. “Me vino a ver Puiggari a mi casa. Vino a querer cubrir los gastos de la psicóloga. Yo me negué. No quiero que anden diciendo que yo quiero sacarle plata a la Iglesia. Me dijo que lo que hacía el cura era típico de pedófilo manipulador”, precisó, usando las palabras que dice, usó monseñor Puiggari.