Recuerda el sitio Atlas 0bscura la monumental obra de Zofia Rydet, que hace exactamente cuatro décadas, en 1978, emprendió hercúlea tarea: quería la damisela, de entonces 67 años, entrar en cada casa de Polonia y fotografiarla por dentro, con sus habitantes y sus pertenencias: documentar todos los hogares de su país de nacimiento. “Necesito fotografiar, es mi adicción; como el vodka lo es para un alcohólico”, declaró en cierta ocasión la mujer que comenzó a tomar imágenes en su madurez, en la década del 50, mientras se ganaba el pan laburando en mercerías, jugueterías y papelerías. En paralelo, lento pero seguro crecía su famita, gracias a series como Little Man o Time of Passing, llegando a recibir un premio a la excelencia de la International Federation of Photographic Art a mediados de los 70. Fue por aquel entonces, habiéndose jubilado de los haberes mundanos, que la voluntariosa Zofia decidió poner en marcha Archivo sociológico, como intituló a su proyecto de recorrer Polonia y sus moradas. “Cada casa es un reflejo de la sociedad, de la civilización, de la cultura. No hay dos personas iguales; tampoco casas repetidas”, esgrimió Rydet, que hasta su muerte en 1997, recorrió a pie o en micro centenar de villas y aldeas remotas, logrando entre 20 y 30 mil negativos de polacos/as en sus hogares: mirando fijo a la cámara, iluminados por la luz brutal del flash, rodeados de sus objetos más preciados. “Un registro simple, objetivo y auténtico de la realidad existente, tomado desde una perspectiva desapegada”, decía ella sobre los negativos que nunca reveló (de aquello se encargarían más tarde cantidad de museos por el globo). “La foto documental más simple se convierte en una gran verdad sobre el rostro humano. Mi trabajo es mi pelea contra la muerte, contra el paso del tiempo”, dijo sobre su magnánima obra la romántica Zofia.