El fútbol argentino empezó a caminar por la banquina tras la brusca devaluación. Depende del rubro que se mida, el club que deba dólares o no, el que pueda transferir jugadores al exterior y el tamaño de cada institución, habrá aquellos que la pasarán mal o peor. Es una cuestión de clases sociales, como en la vida misma. Sería inapropiado comparar a Boca, que recibe ingresos importantes en divisas de tres sponsors (Qatar Airways, Axion y Axe), con cualquier competidor mediano, incluso algún grande de la Superliga. En la elite también hay otras diferencias. River se endeudó en 18,8 millones a principios de año para reforzar su plantel y apeló a un fideicomiso que quedó stand by para conseguir liquidez en billetes verdes. San Lorenzo, en cambio, fue el que menos gastó. Aun con esa disparidad, no es descabellado pensar que un pase a Europa salve la economía de un año, o incluso la obtención de la Copa Libertadores. Cuatro equipos de la AFA llegaron a los cuartos de final. El campeón cobrará 6 millones y el subcampeón 3. No está mal. Lo que sí está mal –o al menos parece muy incierto– es qué ocurrirá con el millonario contrato en pesos por los derechos de televisión. A valores de hoy, si se dolarizara el monto resultaría más bajo que el del Fútbol para Todos. Aquel representaba 1634 millones de pesos en 2015 –unos 181,5 millones de dólares con la cotización a 9 pesos– y ahora los 3600 de Fox y Turner apenas llegan a 94,7 millones de la divisa que cerró la semana a 38 por unidad.
El contrato de la TV está sujeto a un ajuste semestral, que se define por la indexación del mismo o los aumentos en el abono básico del cable. “Cuando suba deberemos hacer cuentas y nos van a tener que arreglar. El proceso es lento, pero se cobrará más”, le dice Luis Chebel, el vicepresidente de Lanús, a PáginaI12. La devaluación pronunciada licuó la mejora en moneda nacional que recibieron los clubes de las dos compañías de EE.UU. después de rescindir el contrato anterior con el Estado. Fox y Turner se beneficiaron. Ahora gastarán menos dólares, pero los dirigentes argentinos ya tomaron nota y reclamarán más dinero.
Por la depreciación del peso, las instituciones perderán poder de compra porque vendieron los derechos de TV en esa moneda. Pero además, volverían a perder si no renegociaran los contratos dolarizados que tienen con los mejores jugadores de cada plantel. “La Corte sostiene que en épocas de alta inflación tiene que haber cláusulas de reajuste”, le comenta el abogado Mario Schmoisman –ex asesor letrado de la AFA durante un par de décadas– a este cronista. Muchos convenios volverán a ser revisados, como se desprende de las palabras del tesorero de San Lorenzo Leonardo Lipera: “En algunos contratos hemos puesto un tope al dólar de cerca de 28 pesos, muy por debajo de los 39,77 promedio que cerró la jornada”, decía el jueves pasado cuando la divisa tocó los 42 pesos.
Hay clubes que deben dólares pero también son acreedores en la misma moneda. River compró a Lucas Pratto en casi 14 millones y debe seguir pagándolo en cuotas, aunque tiene acreencias en la misma divisa. A Marcelo Saracchi lo transfirió en junio último después de utilizarlo treinta partidos durante nueve meses. Su ganancia neta ascendió a 9 millones de dólares, entre lo que le abonó al Defensor Sporting de Uruguay y lo que recibió por la venta al Leipzig alemán. Independiente es otro caso semejante. Todavía debe dólares por los pases de Silvio Romero al América de México y Fernando Gaibor al Emelec de Ecuador –es el jugador que más caro pagó en su historia–, pero no terminó de cobrar las ventas de Ezequiel Barco al Atlanta United de EE.UU. y Nicolás Tagliafico al Ajax de Holanda. La del delantero fue la segunda más grande después de la transferencia de Sergio Agüero.
Boca ha sido más comprador que vendedor en el mercado de pases. Pero tiene contratos dolarizados con sponsors que lo colocan al tope en ese rubro: Qatar Airways acordó pagarle 7 millones anuales, Axion otros 3,5 millones y Axe 2 millones. La novedad más curiosa en ingresos no convencionales para el fútbol argentino provino de Argentinos Juniors. Si en Europa es bastante común lo que se llama naming (venderle el nombre del estadio a una empresa), en nuestro país era un negocio inexplorado. Ahora la cancha de La Paternal se llama Autocrédito Diego Armando Maradona.
La compañía lo anunció así: “Con la misión de fomentar la cultura del ahorro y la visión de continuar siendo líder a nivel nacional de la marca, Autocrédito SA, administradora de planes de capitalización con más de 30 años en el mercado, se convierte en el nuevo socio estratégico principal de la Asociación Atlética Argentinos Juniors”. A cambio el club recibirá dos millones de dólares que se terminarán de saldar cuando concluya el mandato del actual presidente, Cristian Malaspina, en diciembre del año que viene.
El dirigente mencionó cómo mermó un ingreso que –depende del club de que se trate–, puede ser vital para la economía de una institución. “El 30 por ciento de lo que recauda Argentinos es producto de la cuota social y en el último año hemos notado que ha subido mucho el nivel de morosidad.” Esta situación se repitió en otras entidades. Ricardo Carloni, vicepresidente de Rosario Central, la ratificó con un dato: “Hace casi un año teníamos más de sesenta mil socios y hoy son 58 mil”.
Pese a que la devaluación sin anestesia afectará más a los clubes de menores ingresos –se reproduce a escala del fútbol lo que sucede con millones de hogares–, el deporte más popular de los argentinos siempre encontrará una forma de reinventarse, aun cuando la crisis castigue sus tesorerías. Bajarán las recaudaciones, los aportes por cuotas societarias, se paralizarán obras, no habrá acceso al crédito para mejoras, pero un pase salvador, un premio en una Copa internacional o un sponsor providencial, llegarán para tapar un agujero. No es esta la peor etapa económica y financiera en la larga historia del fútbol argentino. Pero podría serlo. Cuando la Superliga acaba de autorizar un aumento en el precio de las entradas que las llevó hasta 400 pesos, la peor amenaza sobre la actividad proviene desde el gobierno nacional y no es la insignificancia a que quedó reducida la moneda nacional. Porque hay algunas instituciones que se benefician con la devaluación por sus ingresos en dólares.
La amenaza es que el presidente Mauricio Macri no desistió en su cruzada para instalar las sociedades anónimas deportivas en los clubes. Si no fue más explícito en su propósito es porque no le da el piné para resolver otras cuestiones más importantes de la economía nacional. El 20 de julio de 2019 se cumplirán veinte años de su intento frustrado por imponerlas en una asamblea extraordinaria de la AFA que terminó con un resultado lapidario para él: cuarenta votos contra uno. Hoy volvería a perder por paliza si la decisión se tomara en el mismo escenario, porque socios e hinchas están mejor organizados que antes, no hay concursos y quiebras por decenas como en los años 90 y se afianzó la idea colectiva de que las instituciones son un patrimonio centenario que no está en venta al mejor postor.