El paro lanzado para el próximo 25 por la conducción amigable de la CGT no generó el revuelo mediático acostumbrado. Es verdad que la despiadada corrida cambiaria, que contó con el incalculable aporte de la Casa Rosada, tapó la decisión del acotado plenario de secretarios generales pero también porque la actitud que vienen teniendo los triunviros no parece representar un inconveniente o una preocupación para el Gobierno. Por estos días han comenzado a escucharse voces gremiales que consideran necesario adelantar el día de la huelga pero es poco probable que la mesa chica de la central obrera acepte esa modificación. En principio porque consiguieron una bocanada de oxígeno dentro de la disputa interna que vive el sindicalismo pero por otro lado, los posiciona en el armado político que por estos días aceleraron algunos gobernadores y legisladores nacionales del peronismo que se entusiasman con una oferta electoral, al menos por ahora, detrás de la figura de Roberto Lavagna. Sin embargo, no son los únicos que juegan en el universo sindical. El sector más confrontativo que se expresa en el grupo Lezica trabaja en fortalecer el espacio pugnando todavía por la unidad pero no descuida el frente político aunque sin acelerar demasiado.
La debilidad del Gobierno entusiasma al triunvirato pero no llega a un nivel como para romper con su perfil dialoguista y la mirada conservadora de la política. Un endurecimiento mayor de su postura solo será posible si la coyuntura los obliga a pesar de que ya hay hechos que naturalmente deberían provocar el cambio como es el extendido conflicto de Télam, el de los docentes que también incluye a las universidades nacionales, el despido de más de 500 empleados con represión incluida del Ministerio de Agroindustria y la posible decisión del Ministerio de Hacienda de terminar con los Entes Cooperadores que afectarán a cerca de 10 mil empleados del Estado y que puso sobre ascuas a una serie de comisiones internas de UPCN.
Sin embargo, los triunviros parecen más concentrados en continuar esquivando el reclamo de renovación de autoridades y emitir comunicados de solidaridad con los trabajadores caídos en desgracia, recibiéndolos en la sede de la central obrera pero sin presentarse en los lugares en los que se producen los conflictos. En ese sentido, el llamado al paro les permite creer que se distiende la tensión interna y, como tal, consiguen un tiempito para participar del entramado político partidario. La figura de Lavagna entusiasma a la cúpula conductora que incluye, además de gobernadores y legisladores peronistas a la que se suma la presencia de Sergio Massa que de a poco comienza a reaparecer en el escenario. No está claro si el preparativo tiene que ver con un posible final abrupto de la administración macrista o trabajan para los comicios presidenciales del próximo año. Los popes de la CGT se sienten más cómodos con este peronismo que con el kirchnerismo aunque en sus bases no ocurra exactamente lo mismo.
En el grupo Lezica, cuyos principales referentes son Ricardo Pignanelli de Smata, Pablo Biró de APLA (pilotos) y Hugo y Pablo Moyano de Camioneros, también sienten la debilidad del Gobierno que en el ámbito sindical se expresan con los fallos judiciales contra el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. El primero es el que le ordenó dejar de intervenir sindicatos y el último fue el que favoreció a Camioneros al anular la multa multimillonaria que el ministro le había aplicado a los Moyano.
Este grupo, que hasta ahora aglutina a 70 sindicatos, mantiene hacia el interior de la CGT su reclamo de unidad aunque insiste en que debe confrontar con la administración macrista para defender en los hechos a los trabajadores. En ese contexto trabajan para homogeneizar lo más posible el espacio porque entienden que en los próximos meses la conflictividad social va a incrementarse y este espacio considera que debe conducirla. Sin embargo, es en la relación con el mundo político donde hay diferencias. Algunos gremios no están conformes con la foto de Pignanelli y Moyano con Cristina Kirchner. No es que rechacen a la ex presidenta pero consideran que en este proceso de ampliación del grupo Lezica esa imagen les pone un techo. Mientras tanto preparan un plenario de secretarios generales propios donde, entre otros temas, también se discuta el camino político a seguir.