El jueves, cuando la corrida cambiaria había lanzado la cotización del dólar en el mercado mayorista hacia las alturas de los 41,60 pesos, el alza diaria más fuerte de los 32 meses de economía macrista, el Banco Central subastó 330 millones de dólares. El precio promedio de la entrega de esos billetes verdes fue de 38,7102 pesos por unidad, con un precio mínimo adjudicado de 37,0300 pesos. ¿Qué entidad financiera tuvo la fortuna de haber comprado dólares de las reservas internacionales a ese precio? No fue una operación aislada. Un día antes, cuando el Banco Central vendió 300 millones de dólares a 31,6396 pesos promedio, el tipo de cambio mayorista cerró a 34,00. El quebranto fue por 708 millones de pesos. En total, sumando todas las subastas diarias de dólares que comenzó a realizar el Banco Central a partir del acuerdo con el FMI, la pérdida directa acumulada es de 512,4 millones de pesos, por la diferencia del precio de esas ventas de reservas y la cotización de cierre del billete verde en el mercado mayorista de cada día de operaciones. Las reservas internacionales rifadas a precio ganga suman 6051 millones de dólares, desde la primera convocatoria el 21 de junio pasado. El quebranto teórico es mucho más abultado cuando se realiza la cuenta entre cuál sería hoy el monto en pesos de esos dólares liquidados a un precio barato. La pérdida es de 66.561 millones de pesos. Esas reservas fueron entregadas a un precio promedio de 29 pesos, cuando la cotización del dólar cotiza a 40 pesos por unidad. Esta brecha en las cotizaciones aplicada a esa cantidad de reservas vendidas explica ese monto teórico de quebranto patrimonial del Banco Central.
Esas intervenciones no fueron efectivas para frenar la corrida cambiaria, además exacerbaron la crisis al incrementar la fragilidad financiera de la economía macrista por la pérdida de reservas. La envergadura de la crisis tiene dinámica propia, pero la ineptitud en su administración y/o en facilitar negocios para los amigos la ha acelerado.
El saldo de esas ventas de dólares es un pésimo registro para las cuentas públicas, liquidaciones realizadas por un Banco Central manejado por un mesadinerista, que por un milagro no precisado se lo considera un genio de las finanzas. Luis Caputo, mencionado amigablemente “Toto” en crónicas laudatoria de su persona y gestión, es probable que pueda volver a trabajar en el sector privado por retribución de los fabulosos negocios que entregó a bancos internacionales con la emisión desaforada de bonos de la deuda, y a financistas y cambistas en general con el regalo de dólares a precios baratos.
El partido
El cálculo del quebranto fue realizado relevando día a día el monto subastado, el precio promedio adjudicado y el cierre del dólar mayorista. Casi todo el quebranto está concentrado en el mes que acaba de terminar, cuando se intensificó la corrida cambiaria y la participación en el mercado de la mesa de dinero del Banco Central, donde Caputo está presente durante casi toda la jornada financiera. Las licitaciones de dólares del FMI comenzaron el 21 de junio pasado y la convocatoria es comunicada diariamente por el Banco Central a través de la plataforma SIOPEL del Mercado Abierto Electrónico. El mecanismo de subastas fue detallado en un comunicado del BCRA y tiene los siguientes pasos:
- Las subastas se llevan a cabo a las 13:00 horas. Cada subasta permanece abierta durante 3 minutos. Esa condición fue alterada en las últimas ruedas: se realizan más de una por día y la última se concreta minutos antes del cierre con el objetivo de marcar una cotización final más baja que la que estaba siendo transada en el mercado.
- Los participantes pueden expresar su interés con hasta tres posturas cada uno, con un monto mínimo de 1 millón de dólares cada una y en incrementos de 1 millón de dólares.
- Las posturas no pueden alterarse en monto o precio una vez incluidas en el sistema.
- Las indicaciones de precio deben ser expresadas como la cantidad de pesos a ser pagados por cada dólar recibido con hasta tres decimales.
- El monto a colocar en cada subasta es adjudicado por precio, de mayor a menor hasta lograr el monto determinado.
- Las órdenes son adjudicadas al precio ofertado por cada una.
- Las órdenes que hayan sido presentadas al menor precio aceptado pueden quedar sujetas a prorrateo. El BCRA anuncia el precio promedio ponderado adjudicado, el precio mínimo de adjudicación, y el monto total adjudicado en cada subasta.
Gol a favor (de él)
El jugador de la Champions que dejó esa liga para jugar en el torneo local, según la descripción de Caputo que realizó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, acumula varias movidas financieras que ponen en duda sus habilidades para defender el arco argentino. Como se mencionó al comienzo, la subasta del jueves último merecería una explicación de las autoridades del Central. La diferencia entre el precio promedio y el mínimo fue de 4,5 por ciento, cuando en las últimas licitaciones no superaba el 0,2 por ciento, observó el economista Sergio Chouza, para preguntarse: “¿A qué banco le regalaron la diferencia?”.
Cuestionado por haber ocultado en su declaración jurada su vínculo con firmas offshore (Noctua Partners) que intervinieron en negocios de deuda argentina, siendo él secretario de Finanzas, Caputo es un jugador que mostró que sabe cómo cuidar el patrimonio propio. Participó en la operatoria del dólar futuro en el gobierno anterior y supo beneficiarse cuando en su gobierno se aplicó la megadevaluación de diciembre de 2015. También lo hizo cuando vendió su posición personal de Lebac para pasarse a dólares, justo antes de otra fuerte devaluación, como reveló el periodista Alejandro Bercovich en el programa Brotes Verdes, de C5N. La información documentada indica que, en noviembre de 2017, Caputo tenía Lebac por 8,5 millones de pesos y que en enero no las renovó, cuando el dólar cotizaba a 19 pesos y poco después comenzó la carrera alcista del billete verde.
El macrismo explícito lo considera el Messi de las finanzas, sin aclarar que lo es para las propias. Es sorprendente como analistas replican ese desmesurado elogio cuando se debe encontrar en su gestión, primero como secretario de Finanzas y después como presidente del Banco Central, una de las principales causas del naufragio de la economía macrista.
Gol en contra
Caputo es el responsable de liderar un ciclo de endeudamiento externo vertiginoso, que supera el desplegado durante la última dictadura militar. Pactó ocho emisiones de bonos por un total de 43.687 millones de dólares, de abril de 2016 a enero de 2018, con un grupo de doce bancos internacionales, privilegiando al HSBC y al Deutsche Bank en la distribución de ese negocio. Sumando las comisiones formales y la venta directa de esos bonos a una cotización por debajo de la del mercado, ese grupo de entidades embolsaron, por lo menos, 610 millones de dólares. En ese paquete de bonos está incluido el insólito a 100 años por 2750 millones de dólares, en el cual participó en la suscripción original Noctua, la offshore vinculada a Caputo.
La última colocación fue en enero pasado por 9000 millones de dólares. En su momento se presentó como una operación brillante porque Caputo adelantaba así el ingreso de recursos y tenía cerrado el 80 por ciento del plan financiero del año, como informó la red de admiradores de “Toto”. La realidad fue que esa operación tuvo como resultado la clausura del grifo de dólares de Wall Street, porque bancos y fondos de inversión se saturaron de bonos argentinos, y se precipitó la crisis.
Cuando en marzo Caputo volvió a Nueva York a pasar la gorra, le informaron que no había ni un dólar más para Argentina y que si quería más dólares el destino era tocar las puertas del FMI. Con una visión asombrosa, les dijo que esa no era una opción viable políticamente e innecesaria financieramente. A los pocos meses, el gobierno se abrazó en forma desesperada al Fondo. Como secretario de Finanzas dejó además la mecha encendida de la Bomba Letes en dólares.
Fue enviado al Banco Central para reemplazar a Federico “Yo no me quiero ir” Sturzenegger con el objetivo de contener la corrida cambiaria y de desarmar la Bomba Lebac. Ni una ni otra misión ha conseguido, mientras continúa rifando reservas internacionales, ahora alimentadas por el endeudamiento con el Fondo Monetario. Al quebranto acumulado con las subastas de esos dólares le debe sumar el de las operaciones pactadas en dólar futuro (ver aparte), que en agosto fue abultadísimo. En el mercado se estima que el Central tenía vencimientos por unos 2000 millones de dólares de contratos a futuro a fin del mes que terminó. En algunas semanas se conocerán las pérdidas por esas operaciones que se pactaron a un precio bastante más bajo que el cierre de fin de mes.
Sin formación para diseñar una política monetaria, cambiaria y financiera consistente, Caputo se dedica a coordinar la mesa de dinero del Banco Central. Para tratar de domar la paridad cambiaria subió la tasa de interés hasta el 60 por ciento anual y aplicó tres alzas de encajes bancarios (el dinero que las entidades deben inmovilizar). La última fue de 5 puntos (unos 100 mil millones de pesos) que estará en vigencia a partir de mañana, permitiendo que su integración sea con instrumentos de deuda de corto plazo del Banco Central (Leliq a 7 días o Nobac a 1 año). De esa forma esa diseñando un sistema de encajes remunerados (ya lo había facilitado con los títulos Bote, para encajes en pesos, y con las Letes, para encajes en dólares), alimentando otra fuente de expansión monetaria, o sea una nueva bomba con mecha final en la paridad cambiaria.
Arco vacío
El aumento de la tasa de interés de referencia a niveles elevadísimo dispara la de descuento de documentos al 100 por ciento y por pago en cuotas con tarjetas de dólares al 120 por ciento anual. Esas tasas tendrán como consecuencia un incremento de la morosidad de empresas e individuos con el sistema financiero. Son tasas que ahogan el circuito de la actividad económica hasta arrojar a la desesperación a empresarios, como el que tuvo una descarga desencajada, que se conoció a través de un video que se viralizó, angustia expresada en forma solitaria, con lo que no puede ser confundido con un escrache, ante un Caputo impasible que cenaba en un restaurante.
Rifar reservas a precio ganga sin poder controlar la suba del dólar, además de entregar gran parte de ellas a una cotización más baja que el cierre en el segmento mayorista, acumular quebrantos del BCRA con operaciones de dólar futuro, liderar el vertiginoso endeudamiento externo que colocó a la economía argentina nuevamente en la puertas de un default, y colocar la tasa de interés en las nubes arrojando a la economía real hacia el colapso. Este es el partido que está jugando Caputo enviando la economía al descenso.