Comedia sacra con canciones o musical cómico-religioso, así podría calificarse Divino Amore, estreno de Alfredo Arias, director y autor de la pieza interpretada por Alejandra Radano, María Merlino, Carlos Casella y Marcos Montes, que subirá a escena en el Teatro de la Ribera de Pedro de Mendoza al 1800. La obra, ya estrenada en 2007 en París, con Marilú Marini, Sandra Guida y la misma Radano, rescata un recuerdo de Alfredo Arias de los años 60: una compañía italiana que, en un sótano próximo al Vaticano ponía en escena misterios y fragmentos de vidas de santos desde una estética bizarra, algo que, en realidad, los mismos artistas ignoraban. La obra trata, entonces, de homenajear a todos aquellos que, “por accidente o por decisión, se ponen por fuera de las convenciones”, según ratifica el propio director quien, según afirma, espera no subirse nunca al pedestal de lo solemne y lo institucionalizado.
Desde 2001, Arias y Radano llevan estrenados una decena de espectáculos en colaboración. Su encuentro sucedió el mismo año en que la actriz y cantante revistaba en el elenco de Chicago, cuando audicionó para Concha bonita el espectáculo que Arias estrenaría al año siguiente, en el cual asumió el personaje de una mujer que se reencuentra con su ex marido poco después de que él decidiera cambiarse de sexo. Desde esa puesta, Radano se transformó en la intérprete fetiche del director asentado en París desde mediados de los 70 al frente del mítico Grupo TSE. En la entrevista con PáginaI12, Arias y Radano hablan de este espectáculo que podría definirse con una frase que dice uno de los personajes: “aceptar la sombra del otro, ese es el divino amor”. Dicho éste en referencia a la penumbrosa situación social que asumen quienes viven diferentes formas de la marginalidad, uno de los asuntos que Arias siempre elige para desarrollar en sus espectáculos.
Así como para escribir su exitosa Familia de artistas Kado Kostzer y el mismo Arias se inspiraron en Lida Martinoli, prestigiosa bailarina clásica que devino en actriz de extravagantes veladas familiares, así de estimulante resultó el recuerdo de la trup italiana D’Origlia-Palmi para la creación de este Divino Amore. “Yo tengo una línea de maestros que fueron precursores de mi forma fantasmagórica de hacer teatro”, dice el director quien admite que lo entusiasma “ todo aquello que no termina de cuajar, lo que permanece inacabado, lo que no pudo ser”. Así entonces, unos diez años después de haber visto a aquella ex bailarina del Colón, Arias llegó de la mano de un amigo al reducto romano donde pudo presenciar un curioso formato de espectáculo de tema religioso y moralizante que reunía tanto a adeptos a su credo como a intelectuales y artistas —el propio Pasolini, uno de ellos— junto a quienes entraban solamente para reírse a carcajadas. “Hay mucha gente que hace mal teatro”, reflexiona Arias, “pero pocos lo hacen mal tan a fondo que terminan rompiendo todos los límites”. Según observa el director, fue a partir de experiencias teatrales como esas, que aprendió a sintetizar imágenes poéticas, a darle una carnadura escénica particular. Es por eso que, con esta obra, Arias está homenajeando a algunos de los maestros que fueron “fuente de inspiración de lo absurdo y lo maravilloso, que dejaron una marca indeleble en mi vida”.
En esta oportunidad, Radano interpreta a Salomé, a la Reina Disco y a la mismísima Virgen. ¿Cómo es para la actriz trabajar con Arias? Ella afirma: “es fascinante y extremo, porque su universo es inagotable”. También subraya que Arias le inculcó la misma disciplina que ella hoy considera una verdadera aliada para el ensayo y la investigación constante, “más una forma de pensar el teatro y de sobrepasar los propios límites”. De sí mismo, el director admite que sabe otorgarle una ideología al proyecto que tiene entre manos y que le entusiasma crear un lenguaje que abreva en la plástica, el cine, la fotografía, la moda y la literatura. “Con esta variedad de elementos fui haciendo mi propio tapiz volante”, explica el director. De la totalidad de su obra, Radano piensa que “tiene una lógica absoluta, una continuidad tal que se podría pensar que una obra contiene a la otra”. Según Arias, “Divino Amore está lista para ser descifrada en un teatro que enmarca a esta obra como si fuera un salón de fiestas popular”.
Divino amore, Teatro de la Ribera, viernes, a las 20, y sábados y domingos, a las 19.