Tras un período largo de descrédito y repudios sociales muy diversos, la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores reciben una inyección de “esperanza” de la mano del triunfo electoral de López Obrador (53% de los votos). La coalición “Juntos Haremos Historia”, compuesta por Morena, PT (Partido del Trabajo) y PES (Partido del Encuentro Social), tiene prácticamente la mayoría simple y podría ser mayoría calificada si logra acuerdos con otras fuerzas políticas.
La Cámara de Diputados cuenta con 500 integrantes para la LXIV Legislatura, mientras la Cámara de Senadores cuenta con 128 curules que trabajarán organizados como una coalición dominada por Morena que (en un plazo récord de 4 años) se convirtió en fuerza político-legislativa mayoritaria. Tal composición cuantitativa cuenta, en lo cualitativo, con personajes muy diversos (algunos precedidos por polémicas agrias) con experiencia política muy variada. Entran ahí deportistas, miembros de la farándula y algunos políticos que saltaron de sus anteriores militancias para sumarse a la coalición y configurar, entre todos, un mosaico donde habrá que ver cuánto influye de dónde vienen en relación a dónde deben ir ahora. En todos los casos está la mano de un electorado que deberá mantenerse vigilante y participativo. López Obrador impulsa una iniciativa de “referéndum revocatorio” que bien pudiera surtir efectos sobre la participación popular, en la vigilancia de sus representantes, pronto. Para sí y para todos. Nada mal.
Una deducción simple hace pensar que todas las banderas esgrimidas durante la campaña deberán tomar lugar prioritario en la agenda inmediata: la lucha contra la corrupción, la recomposición del modelo productivo, el rescate de la producción agrícola, la defensa del poder adquisitivo, la revisión de todos los contratos privatizadores, la revisión de las “reformas” energética, educativa, laboral… y a eso hay que agregar el diseño del nuevo presupuesto para 2019 con las “políticas de austeridad” ya anunciadas, el papel del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, la creación de la Secretaría de Seguridad y el plan nuevo para la lucha contra el crimen organizado. Dicho todo en líneas gruesas.
Pero la agenda de los desafíos no es sólo un repertorio de enunciados técnico-jurídicos sino una red de problemas políticos que, además del tratamiento formal pertinente, requieren un tratamiento político que será teñido por una etapa electoral inédita y un desafío superior basado en consolidar la llamada “4a Transformación de México” luego de la Independencia (1810), la Reforma (1858-1861) y la Revolución (1910). Esta vez la mayoría legislativa emerge de una “rebelión electoral” que en las calles mantendrá vivos todos los mandatos con que impulsó, de manera inédita, a sus representantes. México no viene de una fiesta del bienestar económico ni social, México está hundido en un pantano macabro con el país endeudado como nunca, con récords de asesinatos, desplazamientos y desapariciones. Siguen sin resolverse las demandas históricas de los pueblos originarios, los 43 de Ayotzinapa y todos los crímenes contra organizaciones y movimientos sociales. Récord de periodistas asesinados, récord de fosas clandestinas con miles de víctimas no identificadas, récord de corrupción, analfabetismo, saqueo, explotación y niveles de miseria insoportables. La agenda es muy compleja.
No menos complejo es el desafío, que en materia diplomática, habrá de enfrentar el nuevo cuerpo legislativo de diputados y senadores, para recomponer nuestras relaciones internacionales, en las que México tuvo tradición solidaria con el mundo entero (España, Cuba, Argentina, Chile, Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Uruguay… toda Centroamérica) y que fue desfigurada por la subordinación a la diplomacia norteamericana. En esa agenda es prioridad la crisis humanitaria que han venido sufriendo los inmigrantes que atraviesan el país rumbo a EE.UU., es prioridad la revisión de todos los tratados establecidos con los países centroamericanos relacionados con tráfico de dogas o armas y es prioridad un plan de desarrollo económico de la región capaz de resolver la crisis de empleo que se viene padeciendo por las políticas económicas impuestas desde el norte. Si avanza en todo lo que prometió, ésta composición legislativa está llamada a ser piedra angular de la “4ª Transformación de México”, y por ahora, cuenta con una legitimidad popular y democrática que en décadas no se vio. Todo eso deberá hacerse con austeridad presupuestaria y moral anti-corrupción en lo concreto. Habrá que estar muy atentos.
* Director del Instituto de Cultura y Comunicación Universidad Nacional de Lanús.