Vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la fiesta. No ha sido la noche de San Juan pero casi: el Gobierno convirtió un simple cambio de gabinete en un show de fin de semana. Como en la canción de Joan Manuel Serrat, del divertimento, en unas horas más, solo quedará la resaca. Mauricio Macri puede o no estrenar su nuevo un nuevo gabinete que igual la eventual novedad se verá opacada por el verdadero escrutinio. Un escrutinio doble: el de los mercados financieros, inmediato, y el de la ciudadanía, que tiene otros ritmos.
La prueba de fuego estará en cabeza del Presidente y del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. El Gobierno planeaba anoche arrancar el lunes presentando un paquete de medidas de ajuste como paso necesario para que Dujovne pueda emprender viaje a los Estados Unidos, negociar con Fondo Monetario Internacional y pedir los adelantos que la semana pasada dieron por ciertos primero Macri y luego su jefe de Gabinete Marcos Peña. Desde las 10 el dolarómetro reflejará el impacto financiero de sus anuncios.
Hasta la medianoche del domingo 2, las medidas que trascendían a partir de los funcionarios del Gobierno eran muy pocas. La principal en materia de recaudación era una posible modificación en el sistema de retenciones a las exportaciones. Macri había definido a las retenciones como “un impuesto poco inteligente”. El punto clave es que, tras varios tiros en el pie como el librecambio total y absoluto y la pulverización de toda regulación financiera, el Gobierno no tiene otra herramienta a mano para bajar a cero la expectativa de déficit fiscal en 2019, hoy de 1,3 por ciento del Producto Bruto Interno. Según los analistas financieros, ése será uno de los temas que observarán empresarios y especuladores, quienes a su vez le pondrán un ojo a los ojos de Christine Lagarde, la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional. Déficit cero significa que el Estado no recurrirá para sus gastos a las (pocas) divisas adicionales de que disponga a menos que previamente cierre sus cuentas. El único déficit aceptado por los acreedores es el que genera el pago de intereses por la megadeuda tomada desde el 10 de diciembre de 2015. El déficit cero en el funcionamiento estatal supone que todo dólar sobrante irá a satisfacer los compromisos externos. Y como a la Argentina le faltan dólares porque salen más divisas de las que entran, a Macri no le quedaría otro camino que recurrir al poco inteligente impuesto de las retenciones.
Si al final da su bendición, el Presidente puede sentirse acompañado por un funcionario a quien nadie tildaría de populista. Aplicó retenciones el conservador Adalbert Krieger Vasena en 1955, durante la Revolución Libertadora que tumbó a Juan Perón, y volvió a implantarlas el mismo Krieger Vasena durante la Revolución Argentina que tumbó a Arturo Illia. Para más datos históricos, hacer click en esta nota de 2007: <https://bit.ly/2PwzXi6>.
El problema de Macri es que se embanderó en la pelea contra las retenciones desde el 2008, cuando a partir de la resolución 125 de Martín Lousteau los sectores aristocráticos lograron hacer creer a buena parte de la clase media que el principio de propiedad estaba en juego. Por eso, Elisa Carrió mediante, estableció un cronograma para bajar las retenciones a la soja un 0,5 por ciento mensual hasta 2020 y ya en los primeros días de gestión eliminó las retenciones para trigo, girasol, maíz, carnes y productos de pesca.
“El campo va a ganar más y parte del dinero que se resigna por retenciones se va a recuperar con más impuestos a las ganancias”, se exaltó durante un acto en Pergamino el 14 de diciembre de 2015 la gobernadora María Eugenia Vidal. “¡Llegó el día!”, exclamó un Macri jubiloso. El 12 de febrero de 2016, el Presidente anunció en San Juan la eliminación total de las retenciones a la actividad minera. También vaticinó que la inflación continuaría al menos por dos años. Desde el fin profetizado ya pasaron siete meses.
Guiño
Al mismo tiempo, el Gobierno preparó el terreno de la posible suba de retenciones con sus aliados del sector financiero internacional, que en este caso están representados en el puñado de firmas globales que exportan cereales desde la Argentina. Hubo un guiño importante del que informó PáginaI12 el miércoles pasado. Por decreto, Macri le ordenó al Ministerio de Agroindustria que admita un recurso interpuesto por Molinos Río de la Plata contra una resolución del ONCCA del 21 de julio de 2008. Molinos exporta granos desde que fue comprada por el grupo Pérez Companc. La ONCCA es la sigla de la ya disuelta Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario, en 2008 bajo la jefatura de Ricardo Echegaray. Echegaray aplicó la llamada Ley Martínez Raymonda, en homenaje al diputado, ya fallecido, que redactó el proyecto de lo que sería la ley 26.351 promulgada en enero de 2008 por Cristina Fernández de Kirchner. Quien nutrió ese proyecto fue el ex presidente de la Junta Nacional de Granos bajo Raúl Alfonsín, Alberto Ferrari Etcheberry. Ni Martínez Raymonda ni Ferrari eran kirchneristas pero habían observado un problema: por un simple papelito llamado Declaración Jurada de Venta al Exterior un exportador de granos podía decir que tenía vendida una cantidad equis de toneladas de soja para embarcar en una determinada fecha futura. El embarque real podía producirse en cualquier momento porque la fecha podía prorrogarse. Cuando el 7 de noviembre de 2007 las retenciones subieron del 27 al 35 por ciento, la Secretaría de Agricultura no había cerrado a tiempo el registro de DJVE y durante casi dos meses había recibido declaraciones de exportadores que tenían el dato. Por la Ley Martínez Raymonda, la declaración solo podría presentarse si el exportador probaba que efectivamente había comprado antes el grano al productor.
El guiño de Macri a Molinos-Pérez Companc representa un intento de atrasar la historia más de 10 años y castigar de nuevo no solo al Estado sino a los productores. Si el sistema retrocede, el exportador se quedaría otra vez con un impuesto que de hecho retiene aunque el chacarero lo haya pagado.
“Si hay retenciones, que los grandes no sufran”, sería el mensaje oficial. Un mensaje con riesgos políticos: el FMI puede bendecir el conjunto de medidas pero el Gobierno podría verse obligado a explicar ese costado asimétrico a sus votantes en el interior de la provincia de Buenos Aires y en Córdoba, dos zonas electoralmente muy rentables para Cambiemos.
Gas
No es la única bomba colocada por Macri y su equipo que Macri y su equipo deberán desmontar. Mañana se realizarán las nuevas audiencias públicas por el gas.
En esta misma edición el jurista Marcos Rebasa, director de Observatorio de Tarifas de la Umet, explica por qué el Gobierno montó lo que llama “farsa del gas”. La farsa se habría debido a que el valor del gas no tenía atraso alguno a fines del 2015. El domingo (click en <https://bit.ly/2NcZM9k>) PáginaI12 publicó que para mañana la distribuidora Metrogás viene preparando un pedido de aumento de un 94 por ciento y Gas Natural Fenosa un pedido de 200 por ciento. El Gobierno fijó la política de incrementar los valores según el precio internacional del petróleo, y además los dolarizó. El cuadro tarifario será recompuesto en medio de un compromiso de dureza fiscal reacio a los subsidios.
La única (y muy módica) señal expansiva tendrá en cuenta que el acuerdo firmado con el Fondo abarcaba la posibilidad de aplicar un gasto adicional en políticas sociales de un 0,2 por ciento del PBI en 2019 y 2020 y de hasta 13.500 millones de pesos en 2018. Funcionarios de Hacienda y de Desarrollo Social (donde su titular Carolina Stanley no vio nunca en duda su permanencia en la danza de nombres del fin de semana) estudiaban un refuerzo de la Asignación Universal por Hijo. Podría ser un bono que quizás se anuncie hoy dentro del paquete económico de urgencia. Los cuatro millones de beneficiarios y beneficiarias de la AUH. El monto sin aumento ya había sido establecido para septiembre en 1684 pesos y 5491 pesos por hijo discapacitado. Los valores iban a ser de 2190 y 7139, respectivamente, para La Pampa, Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y el partido bonaerense de Patagones.
Es un paliativo pequeño. Agustín Salvia, director del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, dijo antes de la última disparada del dólar y la inflación que la indigencia podría pasar a afectar a uno de cada diez argentinos. “La indigencia estructural en la Argentina, por lo menos en los últimos diez años, ronda entre el 5 y el 6 por ciento: dos millones de habitantes no llegan a cubrir la canasta básica alimentaria”.
“Uno de cada tres hogares tienen prestaciones o programas de transferencias sociales”, informó Salvia, pero aunque hayan aumentado esos programas el 62 por ciento de los hogares del país tienen al menos una carencia, y el 38,5 por ciento dos carencias o más.
“Pensemos que la Argentina que viene no es una Argentina fácil, y lo que viene es una versión ampliada de esto”, pronosticó el investigador de una universidad a la que el Gobierno no puede formularle reproches: formó a Macri como ingeniero y a Vidal como politóloga.
Lanzada a mostrarse sensible, Vidal protagonizó un blooper. Se hizo filmar charlando con una supuesta vecina de los alrededores de La Plata (City Bell, que pronunció “cítibel”). Tras relatar que a su mamá le tiraron la puerta abajo, la vecina informa que la noticia “ya salió en los diarios”, de modo que el equipo de Vidal debió saberlo. Problemas de vivir en una base. O de no leer los diarios.
Macri fue el impulsor de la disparada del dólar, el miércoles jueves 29 de agosto, cuando dijo: “La última semana hemos tenido nuevas expresiones de falta de confianza en los mercados, específicamente sobre nuestra capacidad de lograr financiamiento en el 2019”.
Ya es 3 de septiembre. “Se despertó el bien y el mal/ la zorra pobre al portal/ la zorra rica al rosal/ y el avaro a las divisas.” A las 10 abre el dólar.