“Tenemos algo que el enemigo no tiene: tenemos algo que vale la pena defender”. La frase fue subrayada con aplausos por el estudiantado atento que colmaba el Salón de Actos de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario a las dos y media de la madrugada. Pero no la dijo un orador de asamblea estudiantil como las que hubo allí en tiempos de transformaciones políticas, sino una proyección del actor Daniel Radcliffe en el papel de Harry Potter al final de uno de los capítulos cinematográficos de la saga.

La Maratón de Harry Potter en la Facultad de Humanidades y Artes fue una actividad de 24 horas en defensa de la Universidad pública en la que convergieron estudiantes, docentes y no docentes de dos Facultades, dos secretarías y cuatro carreras de la Universidad Nacional de Rosario. Fue organizada por diversas agrupaciones estudiantiles junto con la Secretaría estudiantil, la Secretaría de Extensión y la Maestría en Literatura para niños.

Por la mañana, estudiantes de Bellas Artes decoraron la Facultad transformándola en Hogwarts, la escuela de magia. En el Salón de Actos se proyectó la saga completa. Al mediodía, tras la presentación académica, el primer capítulo atrajo a un público de madres con niños que jugaban y se sacaban fotos en los espacios interactivos. El favorito fue el cartel de “¿Has visto a este mago?”. Muchas de estas personas nunca habían entrado antes a la Facultad, que el sábado pasado se encontró tan concurrida como Diagon Alley en su esplendor. La cafetería, a cargo de Marcelo y Cintia, estuvo activa de la mañana a la noche, cuando fue reemplazada por estudiantes de Letras con termos de café, horno microondas y pizza.

Andres Macera
La educación superior no es una mercancía sino un lugar de encuentro.

A medida que avanzaba la tarde, maduraban las edades de los protagonistas a ambos lados de la pantalla. Centenares de estudiantes de las generaciones que crecieron con los libros de Joanne K. Rowling o con las películas del niño mago recuperaban su niñez actuando la escena de ingreso al mundo mágico a través de la “Plataforma 9¾”, primorosamente recreada en un letrero azul sobre ladrillo visto. En un juego serio, posaban con el Sombrero seleccionador junto al tag “#UNRalways” y durante toda la jornada intervinieron un “pergamino” de 30 metros creando ingeniosas consignas a favor de la universidad pública con fibrones camuflados como decimonónicas plumas.

Las similitudes entre el edificio neogótico de la Facultad y Hogwarts se acentuaron al extremo durante las cuatro funciones que brindó la Camerata EM (Esencia Musical) en la magnífica biblioteca central del primer piso. En horas de la tarde, la antigua capilla lució su luz natural y su acústica para la mágica versión de “Hedwig’s Theme”, de John Williams, en un arreglo para violines, viola, violoncelo, contrabajo y clave compuesto por un estudiante de la carrera de Música, Tomás Giroud Guillet, interpretado por la orquesta de cámara dirigida por el profesor Alfredo José Crespo. Titular de la cátedra de Música de cámara de la Escuela de Música de la UNR, Crespo creó junto con los profesores Zulma Cabrera y Juan Pablo Sosa del Frade esta pequeña formación colectiva de aproximadamente 25 integrantes en la que participan las cátedras de viola, violín y contrabajo. Antes de tomar la batuta, el director explicó el concepto musical de “leit motiv”, que son pequeñas estructuras sonoras o ideas musicales que simbolizan o describen aspectos o personajes del mundo representado. “Esto es posible solamente gracias a la universidad pública”, afirmó.

En una cola a la espera del concierto, una joven producida en plan cosplay le contó a la cronista lo que significó crecer con cada uno de los siete libros a medida que se iban publicando y lo especial que se volvía cada uno gracias a aquel tiempo de espera; la entrevistada reveló un mundo Harry Potter en Rosario, que se activa cada febrero y julio con talleres de pociones y partidos de quidditch en las escuelas. Su atuendo llamativo contrastaba con los discretos colores y símbolos alusivos a la saga (mínimas contraseñas para iniciados) que lucían chicos y chicas de la UNR en algunas bufandas y remeras.

El primer capítulo atrajo a un público

de madres con niños que jugaban y se

sacaban fotos en los espacios interactivos.

La noche caía y se iban oscureciendo los personajes de las proyecciones en los rellanos de la arquitectura, donde el elfo doméstico Dobby cedía su lugar a hechiceros cada vez más aguerridos. Clara López Verrilli, licenciada en Comunicación Social y docente en Bellas artes y en Ciencia política, habló cinco breves minutos sobre Joanne K. Rowling y Virginia Woolf. En una conversación de pasillo literalmente trasnochada entre ella y la cronista, afloró una reflexión sobre la potencia que un mito creado desde la literatura popular tiene a la hora de orientar una praxis colectiva.

Porque hay que decir, al cabo de esta jornada de alegría, que para las nuevas generaciones de defensores de la Universidad como institución pública la saga de Harry Potter constituye un mito en el mejor sentido: el de una estructura narrativa simbólica que al actualizarse en su recepción ritual comunitaria opera como alegoría, como representación de la experiencia en su devenir histórico, dando identidad a los actores sociales y sentido a los actos colectivos.

Las similitudes entre el edificio neogótico

de la Facultad y Hogwarts se acentuaron al

extremo durante las funciones de la Camerata.

La educación superior en la universidad pública no es una mercancía sino un lugar de encuentro, una comunidad que da poder al pueblo a través del saber. “Cada vez que aparece el mal, desde el lado de los buenos no estás solo, estamos juntos, nos encontramos, nos fortalecemos juntos para hacerle frente”, dice Clara. “Y es ese momento de encuentro el que hace que tengas algo de magia para defenderte”, concluye.