Producción: Luciana Peker


Si la medicación no está es un faltante

Por Lucas “Fauno” Gutiérrez*

Si la medicación no está en la mano de la persona que lo necesita es un faltante. Nos quieren hacer creer que ser paciente implica perder la voz y permitir los atropellos que se lleven puesta nuestra salud y calidad de vida. Estamos en el 2017 y nos quieren seguir haciendo creer que no merecemos salud y desean hacernos caer en su estigma y prejuicio. Pero no.

Después de numerosos pedidos de reunión con las autoridades del Ministerio de Salud y de ser ignorados el martes 13 de diciembre cortamos la Avenida 9 de julio reclamando ser escuchados y que se nos brinden respuestas por los faltantes, el no tratamiento de la nueva ley de sida, la falta de preservativos y campañas de prevención. Hacía 15 años que las personas viviendo con VIH no salían a la calle. 

Al otro día del corte el director ejecutivo de la Dirección de Sida y ETS, Carlos Zala, dijo al medio Corresponsales Claves que no había faltante, que era una demora en la distribución. Mientras tanto había gente, en todo el país, sin sus antirretrovirales. A la semana siguiente, en la reunión con él y el director nacional de Epidemiología y Análisis de la Salud, Jorge San Juan, logramos que asuman que existe dicho faltante. ¿Por qué fue necesario que tengamos que insistir, cortar la calle y reclamar para que nuestro derecho al acceso de la salud sea contemplado? ¿Por qué? Es claro: porque no les interesa nuestra salud y calidad de vida. Nos pidieron paciencia. Pero no, porque mientras el tiempo corre las vidas desaparecen. Y el Estado debe asumir su responsabilidad. 

El Frente Nacional por la Salud de las personas con VIH reúne organizaciones y civiles que buscan una respuesta urgente. El viernes 6 de enero tuvimos la segunda asamblea para dialogar lo que se hablaría en la reunión con autoridades ministeriales a realizarse el 10 de enero. Además de la respuesta urgente sobre medicación y reactivos para medir nuestro estado se acordó comenzar el diálogo tan necesarios con otros ministerios. Hay que hablar de vivienda digna, pobreza, derechos laborales, educación sexual integral y tantas áreas que orbitan en torno al VIH y sida. No somos solamente cuerpos que necesitan una pastilla (que aún hoy sigue faltando en varios hospitales), eso es para asegurar nuestra vida. Existen varios factores que hacen de la calidad de vida digna de las personas. Y vamos por todos.

El Frente invita a todxs quienes deseen integrar este grupo de diálogo y acción (búsquennos en Facebook para novedades). La salud de las personas viviendo con VIH y sida es un tema de todxs, positivxs y negativxs. Necesitamos visibilizar, accionar, dialogar sobre otras situaciones de salud en emergencia (tuberculosis, hepatitis, etc.), y todo esto lo tenemos que hacer con presencia y viva voz ante un Estado que nos prefiere sumisxs, muertxs. Acá estamos, acá vamos a estar. 

* Periodista, activista y puto.


El gobierno pretende convertir los clubes de fútbol en sociedades anónimas

Por Verónica Moreira*

Comencé una investigación sobre prácticas y representaciones de los hinchas de fútbol en 1998 y fui descubriendo distintas dimensiones del deporte más popular de nuestro país. El aguante, que refiere a la exposición de la valentía en enfrentamientos físicos contra rivales circunstanciales (hinchas de otros equipos, fuerzas de seguridad). También desarrollé una investigación sobre las maneras de hacer política en los clubes de fútbol. Encontré múltiples vínculos entre los ámbitos de la política tradicional y la política en el deporte. Como el formato jurídico de los clubes de fútbol en Argentina es el de la asociación civil, en estas instituciones con regularidad los socios participan de procesos políticos electorales para elegir a sus directivos. Los clubes, además, desarrollan una cotidianidad signada por el despliegue de deportes amateurs y actividades sociales y culturales. Por eso se dice que en Argentina los clubes son “clubes sociales y deportivos”. Precisamente, la discusión sobre este punto es central pues el actual Gobierno nacional pretende convertir las asociaciones civiles deportivas en sociedades anónimas implicando la eliminación de las actividades no rentables y la ausencia de la participación de los afiliados en eventos democráticos. 

* Investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Gino Germani y docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.


Se culpa a los migrantes en momentos preeleccionarios

Por Brenda Canelo*

La inmigración es un hecho de importancia sustancial en Argentina, lo cual se ha plasmado en sus censos de población, en nuestra Constitución, en los relatos que conforman nuestro más sentido ser nacional y en la vida cotidiana. El Estado argentino adhirió a tratados internacionales que velan por los derechos de las personas migrantes y elaboró la Ley Nacional de Migraciones N° 25.871 que es considerada un ejemplo a nivel mundial. 

La centralidad política, pero especialmente humana, de la cuestión, me llevó a dedicarme por más de quince años a estudiar el modo en que las políticas públicas permiten u obstaculizan el acceso a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la documentación y a la vida social y política a las personas migrantes y refugiadas que residen en nuestro país. Volqué los resultados de mis trabajos en artículos académicos y congresos, clases universitarias, informes y sugerencias para organismos internacionales y nacionales, capacitaciones para agentes estatales, y colaboraciones requeridas por migrantes. 

Todo esto me ha permitido observar una progresiva tendencia política y mediática a culpabilizar a los inmigrantes por problemas sociales y económicos estructurales, particularmente, en momentos preeleccionarios. Esto es inseparable del ataque al financiamiento público de quienes, cumpliendo altos estándares de exigencia académica, estudiamos el accionar estatal respecto de los migrantes y nos preocupamos por contribuir a pensar soberanamente qué país somos y cuál queremos ser.

* Doctora en Ciencias Antropológicas, Investigadora del Conicet con sede en el Instituto de Ciencias Antropólogicas y docente de la UBA.


Investigar es indispensable para una sociedad más justa

Por María Mercedes Liska *

Hace quince años me dedico a indagar sobre prácticas musicales junto a otros y otras investigadoras dentro de un área de estudios culturales que ha crecido mucho en los últimos veinte años. La música popular genera actividades colectivas que ocupan un lugar muy importante en la vida social. En la experiencia de observación y análisis fui encontrando un aporte que puede sintetizarse en atender en su conjunto a las desigualdades sociales, materiales y simbólicas. Analizar actividades sociales concretas permite ver cómo se expresan estas situaciones en lo cotidiano. Sobre la base de esta motivación me concentré en las experiencias de las mujeres con la música y su esfuerzo individual y grupal por romper las barreras que históricamente restringieron su realización artística y su creatividad y, también, su profesionalización y obtención de recursos económicos. Quizá menos visible ha sido que la lucha que se viene librando desde el activismo de género ha ido repercutiendo de manera gravitante en el reconocimiento y la ampliación de posibilidades para las mujeres en el desempeño de diferentes trabajos en producción musical y gestión de espacios culturales. A la vez, los movimientos y las políticas estatales sobre diversidad de género y sexual de los últimos años también han incidido en visibilizar a las mujeres como un conjunto social mucho más heterogéneo de lo que suele considerarse que constituye un punto de partida fundamental para ampliar el margen de autonomía, respeto y derechos de todas.

Investigar implica acompañar e incidir en los procesos de democratización cultural. La investigación social es un trabajo ni más ni menos importante que otros, pero es una actividad indispensable para pensar una sociedad más justa.

* Doctora en Ciencias Sociales, magister en Comunicación y Cultura; profesora de Artes en Música e investigadora del Conicet.


El conservadurismo antiintelectual

Por Silvia Elizalde*

Los recientes ataques a las Ciencias Sociales y, en especial, a ciertas investigaciones que abordan cuestiones vinculadas con la cultura de masas, el género y la sexualidad deben ser leídos como parte de una perspectiva que solo mide la producción científica con criterios de utilidad, cuantificación o transferencia inmediata y tangible a bienes o servicios. Esos criterios no son, necesariamente, aplicables a indagaciones que bucean en las tramas de sentido que mueven a los/as sujetos a desplegar ciertas acciones, adoptar ciertas creencias o crear ciertos mundos de representación, identidad y pertenencia. De hecho, experiencias históricas ya nos han mostrado que el conservadurismo suele venir acompañado de un anti intelectualismo exacerbado, ya sea bajo la forma de embates a la educación pública como del desprecio a ciertos/as intelectuales, temas de indagación y modos de producción de conocimiento como excusas para justificar el ajuste y la desinversión. 

Las injurias contra algunos y algunas colegas investigadores/as del Conicet están en esta línea,  a lo que se le suma una saña especial contra quienes trabajan tópicos asociados al género y la sexualidad. Dar voz a ciertos testimonios sobre la intimidad sexual de las mujeres, demostrar la expansión de experiencias eróticas reñidas con la moral y las buenas costumbres del heterosexismo y el patriarcado o etnografiar –como hago desde hace varios años– un universo de prácticas femeninas que combinan una dimensión desafiante a los modelos hegemónicos de corporalidad, belleza y erotismo con una creciente conciencia empoderadora, antiviolencia y antisexismo, puede resultar insoportable para las ideologías políticas centradas en el refuerzo de una imagen de sociedad ordenada (de manera elitista), armónica (es decir, con conflictos negados o apaciguados con represión) y moralmente irreprochable.

En lo personal, no fui –por azar– blanco del hostigamiento de los trolls de pacotilla que están dispersos en las redes pues también formo parte de una nueva generación de investigadoras interesadas en echar luz sobre los cambios culturales que se están produciendo en el campo de las identidades, expresiones y prácticas de género y sexualidad, con foco en las mujeres, desde miradas profundamente transdisciplinarias e, incluso, poco ortodoxas.

A nosotras nos apasiona investigar científicamente. Y no tenga duda de que lo seguiremos haciendo.

* Investigadora adjunta del Conicet, con sede en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras, de la UBA.


Mostrar a mujeres gozando es un ejercicio de resistencia

Por Malvina Silba*

Desde el año 2004 me dedico a investigar la relación que establecen las y los jóvenes de clases populares con la cumbia. Primero los acompañé a bailar a locales del conurbano tratando de comprender qué significaba para ellos la música, qué cosas les permitía hacer (bailar, seducir, pelearse, etcétera). Entendí que allí se construían modelos de masculinidad y feminidad, algunas veces hegemónicos; otras, disidentes. Estos jóvenes utilizaban el espacio del baile para experimentar una libertad y un goce que raramente encontraban en su vida cotidiana, fuertemente marcada por las restricciones materiales y simbólicas que su posición de clase, edad y género les imponía. Más tarde, decidí acercarme a los músicos y productores que piensan y hacen la cumbia, muchos de ellos jóvenes que comparten el origen social con sus públicos (clases populares y medias bajas). Mi interés es mostrarlos en tanto productores de su propia música, en un cruce complejo y siempre desigual con el mercado de la cultura. En ambas instancias, quise enfocarme en las desigualdades de clase y cultura y en brindar herramientas que permitan desarmar las prácticas discriminatorias sobre estos colectivos juveniles. La cumbia es considerada, a pesar de diversas apropiaciones por parte de las clases medias y altas como “música de negros”, esa que hacen y bailan aquellos que no tienen recursos para otra cosa, porque “la cabeza no les da para más”.

También abordo investigaciones sobre cómo es la experiencia educativa de los/as jóvenes que se reconocen como LGBT en la escuela secundaria porteña. En los últimos años, centré mi indagación sobre los/las jóvenes trans dado que es el grupo con mayor desigualdad educativa.

En otras palabras, analizo cómo es la escuela para estos/as jóvenes en un escenario contradictorio. Mientras somos parte de una cotidianidad donde las sexualidades tienen lugar bajo parámetros más amplios con fuerte presencia del feminismo, movimiento de mujeres (por ejemplo, Ni Una Menos o el Frente por la ESI) y las leyes –que ahora– promueven el cuidado de la salud sexual, la denuncia de trata, habilita nuevos casamientos, permite el cambio de nombre según la autopercepción y posibilita el ingreso de la educación sexual también advertimos la persistencia de la violencia género, el aumento de los feminicidios y travesticidios, las muertes de mujeres por abortos o el hostigamiento según la forma de vivir la sexualidad.

La escuela también es un ámbito paradójico. Para muchos/as de estos/as jóvenes, un lugar privilegiado para decir quiénes son. No obstante, la desigualdad es un hecho constante. Desde el chiste hasta la exclusión sistemática. Es indudable que la escuela enseña una jerarquía diferencial de las sexualidades y eso vulnera a todo el estudiantado.

En un contexto político donde la implementación de la Ley de Educación Sexual está en riesgo, el Programa Nuestra Escuela se está cerrando, se veta la Ley de Embarazo y Trombofilia, el ataque a la investigación es una arista más de las dimensiones que adquiere la palabra ajuste: ajuste económico, ajuste a la ciencia y ajuste en los derechos de la ciudadanía.

Mostrar a mujeres y varones jóvenes y pobres gozando y creando puede ser en sí mismo un ejercicio de resistencia, una forma de respuesta a la estigmatización. Y también una posición política que disputa los sentidos hegemónicos sobre el lugar que cada uno debería ocupar en la sociedad y los roles asignados según el statu quo: ricos felices y pobres sufrientes. Los ataques recibidos por muchxs de nosotros en las últimas semana, vía redes sociales, demuestra, la magnitud del prejuicio y del odio de clase y la importancia de continuar indagando sobre estos temas si queremos una sociedad más justa e igualitaria.

* Socióloga y doctora en Ciencias Sociales, investigadora Conicet y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata. 


El recorte en ciencia afecta el avance del movimiento de mujeres

Por Carolina Spataro*

Estudio hace años el vínculo que establecen las mujeres con la música que escuchan, con los libros que leen, con lo que miran. En un primer momento trabajé sobre cumbia, luego sobre música romántica y más recientemente sobre 50 sombras de Grey, objetos que convocan a miles de mujeres en el mundo y que, a su vez, son subestimados por cierta posición bienpensante que ve allí sólo falta de gusto y expresiones de violencia de género. Sin embargo, en las experiencias que las mujeres construyen con la cultura de masas es posible estudiar los modos en los que ellas se hacen un lugar en una sociedad que recorta sus márgenes de acción; así como las maneras en las que la cultura de masas motoriza caminos de transformación personal. Sí, muchas mujeres encuentran caminos de autonomía reflexionando al son de la música que les gusta, al ritmo de una lectura que las conmueve, mirando a la heroína de la telenovela de la tarde.

Investigar sobre la vida de estas mujeres, que no salen a la calle a reivindicar sus derechos, que no se nuclean en partidos políticos ni se definen feministas es, de algún modo, estudiar a mujeres anónimas que muestran que su vida cotidiana se ve afectada profundamente por la desigualdad de género, así como también dar cuenta de los márgenes de acción que construyen con lo que tienen a mano y conocen.

Y estos caminos de autonomía no son menos válidos que los de las mujeres que se organizan políticamente ni van en contra mano. Sin ir más lejos, Ni Una Menos no surge por casualidad sino de un colectivo heterogéneo compuesto por integrantes del movimiento feminista al que se sumaron miles de mujeres anónimas a los que esas demandas le hicieron sentido porque las venían tramitando en su vida privada y un grupo de investigaciones financiadas por Conicet que alimentaron dichas reflexiones en los medios, en la calle y en las universidades. El recorte en Ciencia y Tecnología desarma esa sinergia y afecta al avance del movimiento de mujeres.

* Doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA).