La muerte de Ismael Ramírez, el niño de 13 años asesinado de un balazo en el pecho en el marco de un intento de saqueo en Chaco generó una bola de mentiras, desinformación y prejuicios, tanto en medios de comunicación como en redes sociales, que fue alimentada por funcionarios y legisladores del oficialismo. Ayer toda la familia de Ismael, sumada a su maestra y a dirigentes políticos de la provincia salieron a desmentir esas versiones, repudiar la actitud del macrismo y contar como era la vida del niño hasta su asesinato. “No quiero más masacre”, lamentó la madre del niño, que reclamó justicia y recordó que su hijo era un buen chico que “jugaba al básquet y venía a la casa”. “No solamente hacía eso: también ayudaba a la gente del comedor del barrio Matadero. En todas las copas de leche que había él estaba”, relató. “Paren con la matanza de nuestro pueblo”, exclamó su tía, María Romero.
Mientras la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se encargó durante la noche del martes y el día de ayer de vincular los distintos episodios de saqueos con “referentes del kirchnerismo”, desde el entorno familiar de Ismael explicaron cómo ocurrieron los hechos que terminaron con su asesinato. En un texto titulado “Dejen de mentir sobre mi hermano” –que fue publicado por La Garganta Poderosa– Daniel Ramírez lo describió como un niño “que siempre ayudaba y nos hacía divertir con su ingenio, aunque a veces se ponía cargoso”. Sobre aquella noche, recordó que fueron a buscar a su mamá, y de casualidad pasaron por el supermercado. “De repente escuché un tiro. Miré al costado y mi hermano ya estaba tirado. Le hablé y le hablé, pero no me respondía. Los vecinos llamaron a la ambulancia en vano porque la Policía no dejó que pasara. Al llegar al hospital no lo pudieron salvar”. “No se imaginan lo que es haberlo visto morir y encima escuchar tantas mentiras sobre él en los medios y en las redes”, escribió el joven, al tiempo que explicó que en la localidad chaqueña de Roque Sáenz Peña “casi a diario aumenta el precio de la mercadería” y que “la gente va porque la está pasando muy mal, porque necesita, porque tiene hambre”. “Con mi familia exigimos justicia por Ismael y que metan preso a quien gatilló, para calmar un poco este dolor. Si queremos que esto no se repita, el pueblo debe vivir mejor”, culminó.
“Nosotros no saqueamos, no hacemos esas cosas. Jamás nosotros vamos a decirle a nuestros hijos que vayan y se lleven lo que no es suyo. Les enseñamos nuestra cultura, que hay que estudiar y trabajar, que hay que amar y respetar a la tierra y a las personas”, expresó por su parte María Romero, tía de Ismael a la revista Cítrica. En el texto, Romero replicó directamente las acusaciones que se hicieron sobre su sobrino y que, entre otras cosas, incluyeron -como si así su asesinato revistiera de menor gravedad- la difusión de una foto de un niño con un arma señalando que se trataba de él: “Ismael no era nada malo, nada de todo lo que escuché y leí en redes sociales. Ismael fue un excelente alumno y una linda persona. Le gustaba leer y hacer artesanías. Ismael siempre decía: ‘Yo voy a estudiar para ayudar a mi comunidad’. Y mirá lo que pasó. Todo terminó en la nada porque le robaron la vida. Lo perdimos. Con un arma de fuego, le cortaron la vida a mi sobrino”, lamentó la mujer, al tiempo que subrayó que existe un refuerzo de la estigmatización por tratarse de un niño de la comunidad Qom. “Acá desde que un niño indígena nace es discriminado. Mujeres, hombres y niños, todos somos discriminados: en los hospitales, en las escuelas, en las calles. La policía nos persigue, todos nos maltratan, de alguna manera”, consideró. Además, Romero remarcó que, a pesar de que las leyes que respaldan al pueblo indígena “hoy estamos desprotegidos y nos atacan, más por racismo que por otra cosa” y reclamó “que se limpie el nombre de Ismael y de la comunidad Qom”. “Paren con la matanza de nuestro pueblo. Porque esto es una masacre, que empezó hace 500 años, pero sigue. Nos siguen exterminando”, enfatizó.
La madre de Ismael hizo un duro reclamo de justicia: “El que hizo esto a mi hijo quiero que lo pague”, expresó, según los medios chaqueños. Su abuelo, Omar López, contó que se presentaron ante la fiscalía para constituirse como querellantes y ofrecer pruebas. En la reunión que mantuvo ayer con Marcelo Soto, quien lleva adelante la investigación, explicó que hoy por la mañana declarará en Cámara Gesel el hermano de Ismael, quien estuvo a su lado al momento de su muerte. López remarcó que el asesinato no se produjo durante el intento de saqueo, que su nieto nunca participó ni lo organizó. Además, señaló que nunca llevó a Ismael a ninguna de las manifestaciones de las que él participa. “Nosotros somos conocidos como piqueteros y ni así lo llevamos a él a alguna manifestación, cuando hago alguna manifestación me voy solo, nadie conoce mi familia, cuando hago una lucha social no saco a las criaturas”, insistió.
La carta escrita por la docente Patricia Ramírez —publicada por Cítrica— comienza con una descripción estremecedora: “Hoy tendría que haber dado clases y que él estuviera ahí, como todos los días. Pero no. Ahora estoy yendo a su velatorio”. Ramírez coincidió en la crítica que los familiares de Ismael trazaron en torno a las mentiras dichas sobre la muerte del niño y sostuvo que “en los comentarios en las redes también quedan en evidencia los prejuicios respecto a nuestros pueblos originarios. Algunos hasta justifican lo que le pasó justamente por ser miembro de una comunidad”.
Por el momento, el fiscal se limitó a confirmar que aquella noche hubo un intento de saqueo en el que “había cerca de 300 personas y por otro lado estaban los vecinos del barrio, con un total de 500 personas”. Soto ratificó que de acuerdo a las pericias “se pudo establecer que el plomo que sacaron del cuerpo del joven Ismael Ramírez no fue de un arma de puño, sino de una escopeta o un arma de fabricación casera”. “En uno de los videos se puede ver a uno de los dueños con un arma de puño. El testigo que auxilia a la víctima no vio el momento del disparo pero fue quien lo llevó al hospital”, completó el fiscal.