Diego Ramos tiene y tuvo varias identidades: ídolo de serie teenager, galán masculino de telenovela, gay de telecomedia en horario central,  crossdresser, actor dramático y cómico de obras de teatro, sex symbol en las redes sociales, entre otras... Y desde principios de año se atreve y sale airoso como director teatral de comedias musicales. Primero debutó en el rol con Falsettos donde contaba la historia de un padre de familia judía que se enamora de otro hombre y debe enfrentar la situación con su ex esposa y su hijo. Y ahora con Tommy, el relato que nació como álbum de la banda británica The Who, devino oscurísima película en los años setenta –que contó con participaciones secundarias de Elton John y Jack Nicholson– y posteriormente en ópera rock para ser representada en los escenarios.

Tommy cuenta la historia de un niño que queda ciego, sordo y mudo traumatizado por haber visto el asesinato de quién creía que era su padre y siendo joven y adolescente (interpretado talentosamente por Ezequiel Rojo) se reinventa a sí mismo: primero como campeón de los pínballs (fleepers) y luego ya curado milagrosamente como líder mesiánico de masas. El hecho de que Tommy sea un diferente para la sociedad y que adopte múltiples identidades posibilita diferentes lecturas y algunas identificaciones con la comunidad LGTBIQ.

¿Te sentiste identificado con algún aspecto de Tommy?

-No me sentí identificado particularmente con Tommy. Más que nada me interesó el musical para mostrar la sociedad que recibe a Tommy. Como ve la sociedad a un diferente, en este caso a un autista. Me interesaba mostrar los tratamientos desmedidos e impersonales de los médicos, la tendencia a clasificar y medicalizar. Y también criticar al discurso religioso que por un lado predica amparar al que no es igual pero que al mismo tiempo lo deja de lado o lo condena.

De hecho, vos mismo recientemente te declaraste en contra de los dichos del Papa Francisco con respecto a los gays. 

-La actualidad de la obra es innegable. Parece escrita para nuestro tiempo por el cóctel de problemáticas que abarca. Tommy sufre situaciones de bullying, de abuso sexual. Y también es víctima de esa tendencia social y de los medios masivos de comunicación de elevar a alguien como ídolo para inmediatamente bajarlo de un hondazo. El propio Tommy hace lo mismo con su fanática principal: termina tirándola como antes lo tiraron a él. Otra cosa que me llamó la atención en la obra fue mostrar esta actitud de las personas de querer endiosar al diferente.  

¿Y por qué creés que lo hacen?

-Porque en algún punto al no seguir los criterios de normalidad, el diferente tiene un plus, es mejor que uno. Nadie quiere a un otro que sea igual que mí. Todos queremos a algo diferente que nos saqué de esta chatura en que vivimos.

¿Por qué optaste por los musicales oscuros? Porque Falsetto también narraba la historia de una familia disfuncional y las víctimas que generaba. 

-(Se ríe) Se dio así. A mí me gusta el brillo de las lentejuelas, el cantar por el cantar, el bailar por el bailar. Pero más me interesa la historia, la actuación más allá del show porque creo que estamos en el escenario para contar algo. Por eso me interesan esos musicales en los que hay una historia. 

¿Qué es lo que te parece que libera a Tommy?

-Las ganas y la desesperación de la madre de sacarlo adelante. La madre no soporta que Tommy sea así por más que es responsable de que sea así. Lo ama pero a la vez no puede sopórtalo. Siente desesperación porque no se puede curar y lamenta que se haya vuelto así. Cuando rompe el espejo pone a Tommy en el desafío de enfrentarse a sus miedos e inseguridades. Ya no puede encerrarse en lo particular y no ver al otro. 

La película es más oscura y la liberación de Tommy necesita de la muerte de sus padres y por poco de la destrucción del mundo. 

-La película es oscurísima, muy relacionada con el mundo de las drogas y con el contexto de los años setenta. También muy influida por el discurso psicológico. 

Como Tommy, vos también tuviste muchas vidas. ¿En cuál te sentís más liberado?

-En la época en que era un galán de telenovelas no se esperaba mucho de un galán y por eso no me terminaba de convencer.  Estudiaba teatro y no podía poner nada de lo que aprendía. Cuando pasé por la comedia por más que vivía situaciones ficcionales inverosímiles me gustó más. Prefiero que se me encasille en la comedia porque requiere mayor profundidad. Pero desde hace un tiempo la dirección es un camino que quiero seguir. Y no quería incurrir en el error de dirigir a mis compañeros. Ya no tengo necesidad de estar arriba de un escenario, me interesa mucho más estar abajo.

Funciones: Martes a las 21 en el Maipo, Esmeralda 443.